El ser humano es social por naturaleza. Por ello, los amigos son tan necesarios, pero no solo se trata de establecer lazos con personas conocidas, también hay que mirar por la calidad y la conveniencia de estas relaciones. En especial, en etapas del desarrollo como la adolescencia, en donde el peso de estos contactos es mayor, incluso, que el de los padres. Por ello, es necesario inculcar las habilidades necesarias para ello.
Los profesionales del Hospital Sant Joan de Déu explican que cuando los hijos crecen y alcanzan la adolescencia es normal que los padres se preocupen por la calidad de sus amistades ya que estas ejercerán una fuerte influencia sobre ellos. ¿Cómo ayudar a que los jóvenes reconozcan las más adecuadas? Estas son algunas herramientas para encontrar los lazos más sanos y evitar los posibles conflictos que puedan generarse.
Relación con los hijos adolescentes
La relación que se establece con los hijos durante la adolescencia es muy importante. Por ello hay que tener muy en cuenta la comunicación que se tiene con ellos, así como la confianza que mantengan con sus padres a la hora de que hablen de sus amistades y el tipo de relación que mantienen con ellos. Al mismo tiempo, hay que dar ejemplo de comportamiento para favorecer el aprendizaje a través de la observación.
La comunicación es la mejor herramienta para conocer mejor a los hijos, saber cuál es su perspectiva de las relaciones sociales y qué expectativas tienen de las mismas. De esta forma se sabrá cuál es su visión del mundo. Si se produce un acercamiento desde la confianza y la comprensión, evitando acusaciones, reproches o las prohibiciones de juntarse con determinadas personas, el resultado de la enseñanza será mejor.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos adolescentes?
Estos son algunos consejos que brindan desde el Hospital Sant Joan de Déu para incentivar las relaciones sanas con tus hijos:
– Motivar a los hijos para que exploren diferentes intereses, que tengan diferentes amistades y se relacione con distintas personas.
– Fomentar que los hijos asuman responsabilidades y que se hagan cargo de las consecuencias de sus acciones. Enseñarles a defender sus opiniones, gustos y elecciones, aunque no siempre las compartamos, y acompañarlos en sus equivocaciones.
– Interesarse por sus amistades, conocer a los padres de las mismas e incluso qué lugares frecuenta a menudo sin ejercer un control excesivo de donde se encuentra en cada momento.
– No criticar nunca las amistades de los hijos. Es mejor criticar acciones y comportamientos concretos que hayan tenido sus amigos, pero sin criticarles directamente favoreciendo que los hijos reflexionen respecto a estas conductas sin sentirse atacado.
– Enseñarles cómo relacionarse, cómo resolver una situación de conflicto, cómo decir que no, antes que decidir apartarle de sus amistades o de aquellas personas que no gusten.
– Confiar en los hijos y favorecer su autonomía y la adquisición de recursos para afrontar y resolver las diferentes situaciones que se le presenten para promover así una autoestima sana.
Damián Montero
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