Sin darnos cuenta, como padres, en un estado de ansiedad podemos ser algo más que un momento perturbador para nuestros hijos. Los niños buscan información en los padres sobre cómo interpretar situaciones complicadas; si un padre parece ansioso, el niño no se sentirá seguro. Y hay evidencia de que los hijos de padres ansiosos tienen más probabilidades de mostrar ansiedad también.
Si estás lidiando con la ansiedad y comienzas a notar que tu hijo también tiene comportamientos ansiosos, significa que debes implementar estrategias para evitarlo, sin sentirte culpable.
Eso significa manejar nuestro propio estrés de la manera más efectiva posible y ayudar a nuestros hijos a manejar el suyo.
Los factores desencadenantes de la ansiedad
Lo primero, es prestar atención a lo que desencadena nuestra ansiedad y luego aprender cómo afrontar situaciones de incertidumbre o duda. Para ello una herramienta fundamental es poner en práctica nuestra resiliencia.
Modelo de tolerancia al estrés
Cuando aprendemos algunas estrategias para manejar el estrés, podremos transmitirlas a nuestros hijos. Si, por ejemplo, estás trabajando de forma consciente para disminuir tu estrés, puedes practicar esas mismas habilidades con tu hijo. Dile: «Entiendo que sientas miedo frente a esta situación, pero ¿cuáles son las posibilidades de que suceda algo aterrador?»
Expresar lo que sientes
Si bien no quieres que tu hijo sea testigo de cada momento de ansiedad que experimentas, no tienes que reprimir constantemente tus emociones. Está bien, e incluso es saludable, que los niños vean a sus padres lidiar con el estrés de vez en cuando, ellos aprenderán de nosotros al ver qué hacemos con nuestra ansiedad.
Digamos, por ejemplo, que has perdido los nervios porque estabas preocupado por llevar a tu hijo a la escuela a tiempo. Más tarde, cuando las cosas estén tranquilas, díle: «¿Recuerdas cuando me sentí realmente frustrado por la mañana? Me sentía ansioso porque tenía miedo de que llegases tarde a la escuela y la forma en que manejé mi ansiedad fue gritando. Pero hay otras formas de gestionarlo. Tal vez podamos encontrar una mejor manera de salir de casa cada mañana, para evitar esto».
Hacer un plan
Piensa con anticipación estrategias para manejar situaciones específicas que desencadenan estrés. Incluso puedes involucrar a tu hijo en el plan. Si, por ejemplo, te sientes ansioso por el horario de irse a dormir de tu hijo para irse a la cama a una hora razonable, habla con él sobre cómo pueden trabajar juntos para manejar mejor esta transición estresante en el futuro. Tal vez puedas idear un plan en el que gane puntos cada vez que realice su rutina nocturna sin protestar por su hora de acostarse.
Aplicar este plan, de vez en cuando, para frenar momentos específicos de ansiedad nos permite saber que el estrés se puede tolerar y controlar mejor.
Saber cuando desconectarse
Si sabes que una situación te causa estrés, es posible que desees experimentarla desde otra perspectiva o de otra forma, no solo por tí sino para no exponer a tu hijo a una situación insegura.. Digamos, por ejemplo, que ver a tu hijo llorar en la puerta del colegio, cuando lo dejas, te llena de ansiedad, puedes suavizarlo si trabajáis con ello en equipo, hablando, compartiendo el por qué os sentís así y qué podéis hacer en conjunto para encontrarle una solución sostenible.
La resiliencia nuestra gran aliada
Saber poner en práctica nuestra resiliencia es la herramienta escondida que vive en nosotros para que seamos más saludables en todos los aspectos. Nos permite enfrentar todo tipo de situaciones, en mayor o menor grado complicadas de una manera formidable. Primeramente, no preguntñandonos «por qué me pasa ésto a mí» sino diciéndonos: «qué puedo hacer yo con esta situación», «qué es lo positivo de ésto», «qué voy a aprender de ella». Sin duda, poniéndo en práctica estas simples reflexiones nos ayudará a poder atravesar mucho mejor la adversidad, el estrés, la ansiedad y lo que es mejor ayudar con el ejemplo a nuestros hijos y a quienes nos rodean.
Buscar un especialista
Tratar de ser un padre saludable mientras luchas con tu propia salud mental puede ser un desafío, pero no tienes que hacerlo solo. Hay apoyo profesional para salir adelante si lo necesitas. Obtener el apoyo de las personas que forman parte de tu vida también es importante. Esas personas pueden ser terapeutas, familiares o amigos, cualquiera que intervenga cuando te sientas abrumado, o incluso simplemente ofrezca palabras de apoyo. Pedir ayuda también es un ejemplo a transmitir a nuestros hijos.
Gabriela García González. Autora del bestseller El Poder de Tu Resiliencia y de La Mejor Coach para tus Hijos ¡eres tú! es una referente del Coaching para Niños y el Empoderamiento infantil y Femenino. Educadora, Experta en Desarrollo Personal integral, Conferencista internacional y Formadora de Emprendimientos desde el Ser para mujeres.
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