Irene Alonso Hidalgo es una instamami con más de 70.000 seguidores en Instagram, que se siente halagada con el que para ella es el mayor de los piropos: esposa y madre en la vida. Acaba de publicar su primer libro Soy una madre normal (Ciudadela) donde nos abre su alma y nos cuenta todos sus trucos y secretos para llevar adelante a su gran familia numerosa, porque, ya lo sabéis, tiene diez hijos.
Una madre normal con 10 hijos
Parece una paradoja, pero hoy en día no tiene nada de normal tener diez hijos. ¿Siempre quisiste ser madre de familia numerosa? ¿Cómo se planea tener diez hijos?
No se planea tener diez hijos. Nosotros venimos los dos, tanto mi marido como yo, de familias muy grandes. Entonces para nosotros el número tampoco es una cosa que nos asuste en ese sentido. Mi marido son nueve hermanos, nosotros somos seis, lo normal era tener una familia numerosa. ¿Tan numerosa? No lo habíamos pensado. Pero bueno, como cuento un poco en el libro también, nuestra cuarta hija murió recién nacida y yo recuerdo aquel día como el punto de inflexión de decir «qué más se puede hacer, más bonito, que recibir los hijos que vengan, que lleguen, que Dios quiera darnos, con alegría y custodiarlos el tiempo que nos toque con todo el amor del mundo». Así que ahí fue un poco el punto de inflexión de decir «que venga lo que venga». Y fíjate lo que ha venido.
En torno a las familias numerosas han surgido muchísimos mitos. ¿Cuáles son los prejuicios más erróneos que has escuchado sobre las familias numerosas?
Que todas somos del Opus, que estamos forrados, que nuestros hijos no tienen atención de calidad… Bueno, es que hay muchísimas. A mí me hace mucha gracia cuando la gente me dice: «Me encantaría veros por un agujerito», porque me siento ahí como en un zoológico o algo así. En mi casa pasa lo mismo que en todas las casas, solo que con más gente. En realidad, una familia numerosa no es tan distinta de una normal. Solo hay que gestionarlo con más personas para cada cosa. Pero vamos, no es tan diferente.
¿Por qué crees que tiene tanta importancia los primeros años en la educación de los hijos y a qué obedece la motivación actual de los padres por querer hacerlo cada vez mejor?
Gracias a Dios, sabemos cada vez más sobre cómo funcionan las cabecitas de los niños, todo lo que supone los primeros años, sobre todo, de vida, pues del nacimiento a los ocho años o nueve, que son como auténticas esponjas, y creo que cada vez somos más conscientes de que las herramientas que de verdad funcionan son las que van detrás de la psicología positiva, del refuerzo, y tiramos mucho más a estos aspectos. Es verdad que nosotros hemos sido educados de otra manera y tampoco hemos salido tan mal, pero es cierto que queremos hacerlo cada vez mejor y esto está fenomenal, la cosa de querer mejorar cada vez más creo que es algo estupendo y es una corriente que espero que se mantenga y que progrese y siga progresando.
Te has convertido en una mamá online desde hace bien poquito. ¿Qué supone mostrar tu vida familiar en las redes sociales, cómo has convertido todo esto en una profesión y cómo vives ese día a día?
Pues es que esto empezó muy poco a poco y muy sin querer y de pronto en muy pocos años se ha convertido en algo muy grande. Mi vida tampoco ha cambiado tantísimo. Sobre todo de puertas para fuera, de puertas para dentro no tanto. Bueno, ahora, como bien decías, es verdad que se ha convertido en mi profesión, ahora trabajo en casa también para esto, y es estupendo, porque nos viene fenomenal, pero sobre todo es de puertas para fuera: pues el que te conozcan por la calle… Mis hijos alucinan cuando me saludan, cuando nos miran con tanto cariño, cuando me piden una foto* Alucinan. Se sienten parte de algo importante, pobrecitos. Luego llegamos a casa y se dan cuenta de que no, que todo sigue igual, que seguimos siendo una familia normal en la que se discute, en la que se llega a acuerdos, en la que nos reímos, en la que nos enfadamos…
Nuestra familia no ha cambiado nada, somos los mismos, pero de puertas para fuera nos conocen, nada más.
Y con respecto al tema de las consultas online, ¿qué feedback tienes, cuáles son las principales preocupaciones de los padres, por qué temas te consultan más?
Este es un tema buenísimo porque yo siempre digo que lo más grande de mi cuenta de Instagram no está en el feed, no se ve, ni está en mis stories ni está en nada de esto. Lo más grande está en la bandejita de mensajes directos en la que recibo todos los días cientos, hay días que miles, de mensajes de mamás, de papás preocupados que abren su corazón, que me cuentan sus secretos, sus anhelos, sus miedos… y es maravilloso. Dudas, muchísimas. Sobre todo con respecto a la adolescencia, que es un tema que les preocupa muchísimo. A nivel más práctico, temas de sueño y alimentación, también. Luego temas super profundos también como la transmisión de la fe… Bueno, muchas cosas. Lo cierto es que ninguno nacemos sabiendo ser padres ni madres y al final las experiencias compartidas valen doble, es algo que yo digo siempre. Y el poder contarnos y tener ese feedback unos de los otros es estupendo.
En el mundo de Instagram, de los bloggers, de las Instamamis vemos que hay dos corrientes de madres muy distintas que son por un lado las madres fabulosas y por otro las malas madres. Pero tú no perteneces a ninguno de esos dos grupos, porque tú eres una madre normal. ¿Dónde se sitúan esas madres normalitas? ¿Cómo las definirías?
Bueno, es que yo creo que somos mayoría. Yo cuando empecé en Instagram tenía una cuenta con mi nombre, con Irene Alonso y ya está. Pero luego la gente empezó a conocernos, a conocer nuestra historia y me decían mucho: «Eres una madre excepcional». Y yo decía: «No, soy una madre normal». Las madres normales somos las que hacemos lo que podemos, al final. Yo siempre digo que cuando haces todo lo que puedes, haces todo. Entonces yo creo que las madres normales somos estas, las que nos esforzamos, las que caemos, las que luego nos levantamos, las que alguna noche nos arrepentimos porque hemos pegado dos gritos de más, y al día siguiente intentamos recomponernos, las que un día estamos contentísimas porque es que nos salen cosas fenomenales, y otras desastrosas también. Entonces no somos ni unas ni otras. A mí me gusta mucho hacer los disfraces para mis hijos, por ejemplo, y luego se me queman las lentejas… Y luego soy fenomenal en mi trabajo y después soy un desastre cosiendo… Pues yo qué sé, es una normalidad.
Yo creo que hay mucho miedo a reivindicar la normalidad, parece que siempre hay que destacar en algo.
Sin embargo, yo le digo a mis hijos, que no hace falta destacar en nada. En la normalidad puede haber una belleza grandísima y en la normalidad yo creo que está la capacidad de crecer y de progresar que, cuando vas contando con lo bueno y con lo malo, es de la única forma en que el puzle esté completo. Solamente con una de las partes no vamos a ninguna parte.
Has escrito el libro durante la pandemia y me gustaría saber ¿qué lección habéis aprendido del confinamiento y cómo podemos compartir esto con el resto de las familias?
Pues para nosotros la pandemia fue un tiempo estupendo. De hecho es que mis hijos ahora lo recuerdan y dicen: «Jo, mamá, ojalá volvieran a confinarnos», porque disfrutamos una barbaridad. Su padre, que se dedica a la logística, dice: «No, hijo, por Dios, que nos vamos al garete». Pero lo cierto es que como familia lo pasamos muy bien, además enfermamos todos juntos, pillamos el virus todos juntos, estuvimos convalecientes todos juntos, y fue un tiempo precioso de cuidarnos unos a otros. El día que uno estaba mejor cuidaba a los demás, luego cuando otro mejoraba… íbamos cayendo así uno detrás de otro. Y la verdad que fue… De verdad, suena raro, pero fue estupendo. Hemos aprendido que nos necesitamos los unos a los otros, porque a veces en la carrera loca esta de vida que llevamos, vamos cada uno a lo nuestro. Imaginaos, yo que tengo hijas desde 19 años en estudios superiores hasta un bebé de diez meses, cada uno tiene su historia y cada uno va a su bola, pero aquí tuvimos que ir todos a una y nos dimos cuenta de que juntos podemos con lo que sea y que juntos somos mejores, así que fue una enseñanza grandísima para nosotros.
A muchas madres les dieron muchas facilidades para teletrabajar durante la pandemia y, sin embargo, ahora que hemos vuelto al presencial esas facilidades han desaparecido. Entonces, ¿qué no hemos aprendido de la pandemia a nivel de conciliación, y hacia dónde debería ir la conciliación familiar en este momento?
Yo creo que no hemos aprendido, y mira que se nos ha puesto fácil, a pensar en las personas. Y se nos ha puesto facilísimo, y no hemos aprendido a eso. Al final, yo lo que veo.. Yo soy autónoma, entonces yo no he tenido este problema, pero lo que veo en seguidoras que me cuentan, amigas, compañeras.. es que las empresas han disfrazado mucho en la pandemia el «Me intereso por ti, te facilito» tal porque es algo que a ellos mismos les interesaba, y ahora que deja de interesarles pues es como que dejan de interesarse por ti. Hemos desaprovechado la oportunidad de mirar el caso concreto, de ver la situación real de cada persona, de lo que necesita… Por ejemplo, mi marido ha estado teletrabajando durante la pandemia y ha sido estupendo. Y ahora tiene que volver a trabajar, pero él ha demostrado realmente que su puesto se podía hacer teletrabajando. Y eso facilitaría mucho las cosas para nuestra familia, por ejemplo, en concreto. Que yo soy autónoma, pero hay familias en las que se ha dado el caso de que la mamá ha tenido que volver al trabajo habiendo demostrado que podía teletrabajar con todas las condiciones y con todas las garantías. Y es una pena, porque es verdad que han podido disfrutar un tiempo en el que han podido compaginar su familia, sus hijos, su maternidad, sin complejos, sin comeduras de cabeza… Bueno, sería estupendo. Hemos perdido una oportunidad estupenda de mirar el caso concreto, de mirar a la persona y no tanto el número o la productividad.
Continuando con este tema, ¿qué consejos darías a esas familias que les gustaría tener más hijos y que no se atreven por problemas laborales, económicos o por temas de conciliación?
Yo entiendo que es super difícil. A nosotros nos mueve algo que es mucho más potente que cualquier problema económico, de conciliación o laboral. Nosotros tenemos nuestra base de nuestra fe, que es mucho más potente que todo esto. Entiendo los miedos, pero, de verdad, os prometo que nosotros hemos vivido situaciones totalmente diversas económicamente hablando, laboralmente hablando, hemos estado arriba y abajo, y siempre hemos tirado para adelante. También con la confianza que tenemos un Padre que cuida de nosotros, pero de verdad, que no sea excusa, que hay soluciones siempre, que te organizas, que yo me organizo mejor con diez que con uno, os lo prometo, y que es una hermosura tener una familia grande. Cuando te ves inmersa en ella te das cuenta de que nada de lo que te preocupaba era tan importante y que vas saliendo con una facilidad asombrosa.
¿Cómo se consigue hacer equipo en casa? He oído a varias mamás de familias numerosas decir que realmente sin él y sin su personalidad y su manera de aportar no hubiera sido posible. ¿Cómo lo has vivido tú?
Israel y yo es que somos un equipo y nos complementamos fenomenal. Porque yo soy la artista, la creativa, la loca…, e Israel es logístico, es súper cuadriculado, super organizado, super ordenado, y nos ponemos cada uno el contrapunto al otro. Creo que hacemos un equipo perfecto. Yo sin él no llegaría a ningún sitio. Qué te voy a decir, es que es mi complemento, es mi apoyo, es mi meta, es mi origen, es mi fin, es todo para mí, somos uno, realmente somos uno. Es importantísimo de cara a afrontar una familia como la nuestra que, bueno, pues no es fácil gestionar todo lo que supone. Entre dos está chupado, además, con dos remando en la misma dirección, está chupado. Os prometo que si hay esa comunión en el matrimonio, lo demás es facilísimo.
¿Cómo se consigue?
Pues cuidando muchísimo. Yo siempre digo que para mí es más importante mi marido que mis hijos y a mí la gente me tira piedras por esto, pero, al final, mis hijos llegaron en un momento, marcharán en otro momento, y yo seguiré con mi marido. Y como estemos nosotros, que somos el cimiento, la base de la familia, pues ahí es que se van a apoyar ellos. Si estamos en arenas movedizas, va a ir todo para abajo. Si somos roca firme, pues se apoyarán en roca firme. Un buen cimiento es importantísimo, y el cimiento es el matrimonio.
Realmente para muchas familias es complicado dar a cada uno de los hijos el tiempo que necesitan. ¿Qué pistas o consejos podrías dar a los padres para que cada niño viva en exclusividad a sus padres aun teniendo hermanos en casa?
Siempre digo que soy una madre normal con 10 hijos únicos y para eso hay que hacer un planning, organizarse muy bien y procurar que cada uno tenga su atención. Es verdad que no todos los hijos necesitan atención cien por cien todos los días ni atención especial todos los días. En mi casa muchas cosas se hacen a mogollón, todos a mogollón. Pero sí hay que estar con un ojo avizor para ver quién te necesita. Hay truquitos, yo, por ejemplo, al final del día siempre jugamos a una cosa que se llama Mejor-Peor. Antes de rezar por la noche, jugamos a Mejor-Peor y les pido que me cuenten qué ha sido lo mejor y lo peor del día. De esta manera tan tonta y tan sencilla al final descubres si han tenido un problema en el colegio, quién necesita un poquito más allá, quién te está reclamando… Bueno, la realidad es que mucha gente tiene prejuicios en ese sentido hacia las familias numerosas y yo veo a diario que en las familias en las que son uno o dos hijos tampoco reciben esta atención de hotel de cinco estrellas que parece que tenemos que dar las madres. Todas las madres hacemos lo que podemos, y lo hacemos lo mejor que podemos, y eso es lo importante. Que nuestros hijos se sientan únicos de vez en cuando es súper importante. Darles en familias grandes… Si su fiesta de cumpleaños es hoy, aunque mañana sea la de su hermano, que hoy sea su cumpleaños y se celebra hoy su cumpleaños. Si te hace el niño la comunión… Mira, yo aquí caí la primera vez y junté a Miriam y Loreto y dije: «Nunca más». Este año me ofrecieron Israel y Mateo y dije: «No». Cada uno que tenga su día, su momento especial.
Nosotros hacemos una cosa que es La Tarde de Hijo Único. Una vez al mes por lo menos cada niño se va con su papá, con su mamá, los llevamos a merendar, a desayunar…
De vez en cuando a lo mejor, si vemos que hace mucha falta, hacemos pellas incluso (vais a regañarme). Faltan al cole, pero los llevo, desayunamos, damos un paseo… Hacerles sentir esta cosita de que son especiales y que tienen su puesto y su papel. Es verdad que también cuando tienes tantos hijos tu capacidad de ser madre no se ve limitada, no se ve dividida, se ve multiplicada, y te das cuenta… de pronto eres mucho más consciente de todas las cosas que pasan a tu alrededor, te ves como con mil ojos y eres capaz de ver en el fondo de cada uno lo que necesita y a estar un poco atenta a esto. Yo creo que esto forma parte también del instinto maternal. Cuantos más hijos tienes, crece tu capacidad para atenderles.
Muchas madres se preguntan cómo vives tú el posparto con tantos niños en casa. ¿Cómo es esa recuperación cuando tienes a los mayores que atender y al mismo tiempo tienes que ocuparte de ti misma, del bebé recién nacido, de la lactancia…?
El posparto es un momentazo, un momentazo total. En los últimos, con Carmen y con Bosco, al volver del hospital ya estaba poniendo lavadoras, y no nos queda otra. A mí me consuela pensar que históricamente las madres han parido y se han puesto en marcha. Recuerdo que vi un documental una vez que en África una mamá que estaba en el campo recolectando y llegó el parto, se fue debajo de un árbol, dio a luz, dejó a su niño ahí envuelto, y volvió al campo a recolectar. Muchas veces nos creemos demasiado frágiles, y las mujeres somos fortísimas, somos potentísimas y tenemos una capacidad brutal. Ojo que esto no significa que no haya que cuidarse. Hay que cuidarse y mucho, descansar, reposar… Pero que no sea esto una meta, porque al final viene lo que yo digo siempre que es el peor enemigo de la felicidad, que es la frustración de las falsas expectativas, y ahí entonces va todo para abajo. Pero se puede compaginar perfectamente un ratito de estar tranquilo… Además, ahora tenemos unas bajas de paternidad estupendas, están los papás un montón de tiempo en casa. No tener miedo en que recaiga sobre él la responsabilidad de todo lo posible en esos días, que no les pasa nada a los maridos, que muchas veces no es cosa de ellos, es cosa nuestra, que nos cuesta soltar el hacer las cosas a nuestra manera y como queremos, somos muy puñeteras en ese sentido. Dejar que fluya, no hacerse sobre todo expectativas para mí es fundamental. Hacer lo que se pueda.
Marisol Nuevo Espín
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