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Rafaela Santos: «Estamos creando un mundo insano psicológicamente para los más jóvenes»

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Rafela Santos, psiquiatra doctorada en Neurociencia y presidenta de la Fundación Humanae, cree firmemente en el «más vale prevenir que curar» en lo que a superar los baches de la vida se refiere. Por eso, está segura que debemos trabajar en resiliencia, y cuanto antes mejor, para estar preparados ante la llegada de los inevitables golpes que pueden llamar a la puerta.

Así nos lo explica en su libro Mis raíces. Familia, motor de resiliencia (Palabra) entendiendo que podemos salir reforzados de todas las dificultades a través de los testimonios de personas que han superado diferentes adversidades. Su experiencia vital nos enseña a crecer y vivir sin miedo ante los problemas que inevitablemente surgen en la vida, sabiendo que la fuerza está en nuestro interior y siempre podemos desarrollarla.

Las raíces de la resiliencia

¿Por qué crees que es tan necesario aprender resiliencia?
Porque el sufrimiento es parte de la vida y, antes o después, llegará y no podemos evitarlo. La adversidad se impone sin pedir permiso y no tenemos otra opción. Lo que está en nuestra mano es desarrollar nuestra capacidad de respuesta para no quedar abatidos ante aquello que no esperábamos y nos desafía. Todos tenemos el potencial para superar cualquier reto si desarrollamos la capacidad de adaptarnos con flexibilidad a los problemas y superarlos, mirando siempre adelante. Eso conlleva un desarrollo cerebral ante las dificultades, basado en aprendizajes de nuestro cerebro, por eso la resiliencia no es sólo psicológica sino neuronal. Cualquier reto superado nos prepara para afrontar con éxito el siguiente.

¿Cuándo podemos empezar?
Desarrollar la resiliencia desde pequeños permite aprender a ser fuertes ante las dificultades, enfrentarse a la adversidad y salir reforzados de ella. Es la fuerza más poderosa que garantiza el futuro. Niños resilientes, serán adultos competentes. Esta capacidad la han descubierto recientemente los responsables de recursos humanos en las empresas y es el valor más buscado en cualquier entrevista de trabajo.

¿Nos pone la vida a prueba constantemente?
La vida es apasionante, pero no es fácil para nadie. Estadísticamente está comprobado que, antes o después, todos vamos a sufrir dos o tres acontecimientos potencialmente traumáticos que no podremos evitar. Nadie se libra de la experiencia del dolor, la enfermedad o la muerte. Cuando no sabemos gestionar estas situaciones, a veces dramáticas, se altera nuestro equilibrio vital, siempre vulnerable, y amenaza con destruirnos. Pero, ¿qué podemos hacer? Aprender a relativizar. Tendemos a dar demasiada importancia a lo negativo y agrandamos cualquier problema, ¿qué pasaría si nos entrenáramos en dar importancia y exagerar las alegrías? Lograríamos que la balanza no se incline siempre hacia el lado oscuro y lo negativo perdería peso.

¿Es posible vivir sin sufrir?
El sufrimiento es parte de la vida, por lo que no es posible transitar por encima de las dificultades sin que nos afecten. Estas circunstancias nos igualan a todos, pobres y ricos, porque no hay fortuna capaz de comprar la felicidad. Pero lo importante es cómo afrontamos aquello que nos pasa. Aprendí de Viktor Frankl, padre de la Resiliencia y el cual sobrevivió a cuatro campos de exterminio nazi, que el sufrimiento no es lo que daña al ser humano, sino no encontrarle el sentido. Incluso podemos ir más allá y añadir que las dificultades son fuente de crecimiento, porque desarrollamos más recursos en momentos de crisis que en tiempos de bonanza.

En tu opinión, ¿tenemos poca capacidad para aceptar los cambios?
Vivimos en un entono que cambia tan rápido que el presente ya es pasado y el futuro se fragua en el presente a gran velocidad. Se habla del cambio como lo único que es permanente. Hoy se define la inteligencia como la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios. Esta existe en nuestro interior, pero depende de la flexibilidad mental que hayamos adquirido y de la resiliencia desarrollada, ya que el miedo es la emoción que más bloquea. Los cambios se pueden ver como amenazas o como retos y esta percepción condiciona nuestra actitud, ya que psicológicamente el miedo a perder es mucho más fuerte que el deseo de ganar. La capacidad de adaptarnos al cambio frente a la incertidumbre se ha llamado resourcefulness, que es la actitud de afrontar situaciones nuevas sin desarrollar estrés ante la incertidumbre, pensando que de todo se puede salir airoso y aplicando el ingenio y la creatividad para encontrar la mejor solución a cualquier problema.

¿Crees que la familia es el mejor refugio?
Por mi experiencia profesional que me ha llevado a trabajar en los últimos veinte años con pacientes que han sufrido algún trauma, estoy convencida de que en los momentos más duros se necesita más a la familia, pero, al escribir el libro Mis raíces, pregunté a muchas personas sobre su opinión al respecto.

Para la mayoría de las personas, el refugio más seguro es la familia, a donde se acude en los momentos de verdadera adversidad para encontrar la fuerza y superar el dolor.

También es verdad que consideramos a los buenos amigos como la familia que uno elige y, por tanto, forman parte de ese gran tesoro que nos brinda el apoyo y refugio necesario. En los tiempos actuales, se constata un debilitamiento de la estructura familiar debido fundamentalmente a la falta de tiempo de los padres para conciliar las obligaciones familiares con las laborales. Junto a esto, la familia recibe numerosos ataques que vulneran los vínculos entre los miembros de la pareja, a la vez que se siente invadida y confusa ante la fuerza invasiva de Internet y el abuso de las redes sociales. Este es el origen de muchos problemas sociales que repercuten en la vida psíquica de las personas que son más vulnerables o no han desarrollado resiliencia. Por ese motivo me parece que es prioritario reforzar a la familia sabiendo que es la base de una sociedad fuerte y sana psicológicamente.

¿En qué consiste la generación «copo de nieve»?
Así se le llama a esta generación postmillenials que resulta muy atractiva, como el copo de nieve, pero tremendamente frágil. Flota sin consistencia y al tener contacto con algo sólido, se deshace. Observamos que son jóvenes altamente preparados tecnológicamente, pero quebradizos. Se les ha llamado «Generación Lexatin» porque sufren ansiedad ante los conflictos y reclaman ayuda psicológica para saber enfrentar los problemas. Son protegidos por sus padres para que no sufran emocionalmente y, al apartarles los obstáculos, los hacen más vulnerables en el futuro. Psicológicamente, observamos que son muy epidérmicos, superficiales, tienen miedo al futuro y les cuesta comprometerse porque aborrecen equivocarse y no soportan fracasar. Generalizar en pocas líneas este tema es una simplificación y se debe tener en cuenta que existen muchos jóvenes que destacan por su competencia y solidez, pero de forma global se observa este patrón de comportamiento. A la vez, pienso que el problema es de los responsables de su educación. Estamos creando un mundo insano psicológicamente para los más jóvenes. No permitimos que se equivoquen, se les pide que destaquen y sean brillantes, antes que fomentar otros valores que prioricen el ser buenas personas, hacer lo que deben, aunque cueste, aunque no sean reconocidos o incluso vayan contra corriente. Tienen todo el potencial, pero les falta desarrollar resiliencia y saber que siempre gana quien no se rinde.

¿Por qué es tan importante trabajar el desarrollo personal?
Pienso que es la única manera de sacar partido al potencial que se tiene y antes apuntábamos. Nada que valga la pena se consigue sin esfuerzo. Es más, el éxito llega después de superar muchos fracasos. Nuestra metodología, en el Instituto Español de Resiliencia, para aprender resiliencia se basa en presentar testimonios de personas que han logrado superar adversidades. Los consideramos modelos porque el cerebro necesita puntos de referencia para poder aprender y ellos nos enseñan a crecer y vivir sin miedo ante los problemas que puedan surgir. Cuando llega la adversidad puedo pensar: si ellos han podido, ¿por qué no yo?

Recuperar en la educación la cultura del esfuerzo es clave para forjar el temperamento.

Un empeño que tenga como base la voluntad para ser constantes y tenga claro que la pasión es el motor para eliminar el voluntarismo y convertir la personalidad en resiliente.

¿Vivimos en una felicidad publicitaria?
Efectivamente, vivimos sometidos a una presión continua que nos empuja a la búsqueda de felicidad a cualquier precio. Parece que es obligatorio estar contentos siempre y de forma compulsiva. Los libros de autoayuda nos han invadido con un bombardeo de frases tipo «¡Tú puedes!», «Tienes derecho a ser feliz», de tal manera que uno no se permite estar un día, ni siquiera un rato sereno, sin esa compulsión de búsqueda de emociones positivas. Esta percepción de placer es epidérmica, superficial, poco duradera y nada tiene que ver con la búsqueda de la auténtica felicidad. Las redes sociales nos muestran una vida aparente edulcorada que no coincide con la realidad, pero muestra un mundo idílico donde todo es perfecto. Ese caldo de cultivo es lo que hace daño, porque la realidad es otra que tiene luces y sombras, produciendo un desencanto al pensar que «mi vida no alcanza el nivel de lo que merezco». Sabemos que la felicidad es un resultado, y cuando se busca directamente como primer objetivo, es muy difícil encontrarla.

¿Cuáles son los enemigos de la felicidad?
El mayor enemigo es uno mismo, porque nuestro cerebro interpreta como real aquello que anticipamos. Cuando estamos preocupados por algo, responde a esa tensión produciendo los neurotransmisores necesarios para afrontar la situación imaginaria. Si esta se mantiene en el tiempo provoca un estado anímico irritable o depresivo.La tendencia natural del ser humano es dar vueltas al pasado y vivir preocupados por el futuro, olvidando dar protagonismo al presente que es la única realidad que podemos cambiar. Por otra parte, la mayoría de las preocupaciones que nos rondan, nunca van a ocurrir, pero las vivimos como reales y de esta forma nosotros somos los responsables de sabotear nuestra felicidad y amargarnos la existencia. Otro enemigo tonto para ser feliz es compararnos con el éxito de los demás, o dejarnos invadir por el miedo a equivocarnos o quedar en ridículo, porque las cosas nos afectan según las anticipamos en nuestra mente. Hay personas que agrandan la preocupación y empequeñecen su capacidad para afróntala, por lo que viven habitualmente con estrés.

¿Por qué afirmas en el libro que podemos llamar «madre» al corazón?
El corazón de una madre nunca traiciona, tiene una capacidad casi infinita de protección, cuidado, cariño y está hecho para amar de forma incondicional. Todos sabemos que la maternidad engendra un amor tan fuerte y desinteresado que es incuestionable y no necesita argumentos. Sabe amar sin traiciones, por eso es el refugio capaz de vencer la desesperanza y cuando llega el dolor en los momentos difíciles de la vida, es el puerto seguro donde podemos descansar y sentirnos arropados.El corazón de una madre nos entiende mejor que nosotros mismos. Tienen el don de adivinar lo que nos pasa porque su intuición se adelanta a lo que sentimos; poseen una inteligencia emocional capaz de interpretar lo que a veces ni siquiera nosotros sabemos identificar y su capacidad de entrega se convierte en bálsamo para las heridas.

Ana Cemborain Pérez

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