Las vacunas están siendo las grandes protagonistas de este año. De nuevo, se ha demostrado que estas dosis ayudan a prevenir enfermedades y en este otoño vuelven a ser importantes, aunque no para prevenir el coronavirus. La gripe es una de las enfermedades más comunes cuando llega el frío y se hace vital asegurarnos de que no se extiende entre los conocidos. De nuevo hay que atender a lo que dicen los pediatras y su calendario.
¿Hay algún cambio que haya traído el coronavirus? Desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, se recuerda la importancia de cumplir con las recomendaciones contra la gripo y, entre estas medidas, la vacunación en niños y adolescentes es importante. Cabe destacar que estamos frente a una enfermedad muy infecciosa y contagiosa, con síntomas como la fiebre, los mocos, el dolor de garganta o malestar muscular. Complicaciones que pueden alterar en gran medida su día a día, así como sus rutinas.
¿A quién se recomienda la vacuna de la gripe?
El calendario de vacunas de AEP considera oportuna la aplicación de la gripe en los siguientes casos:
– Todos los niños entre 6 y 59 meses.
– Grupos de riesgo: niños a partir de los 5 años de edad y adolescentes en determinadas situaciones o con enfermedades de base que supongan un riesgo aumentado de padecer complicaciones de la gripe.
– Personas a partir de los 5 años que convivan con pacientes de riesgo.
– Personas que conviven con menores de 6 meses.
– Todos los profesionales sanitarios.
– Embarazadas, tanto para su propia protección como para la de su futuro hijo, en cualquier momento del embarazo.
Se consideran niños en grupos de riesgo los siguientes:
– Niños de más de 5 años y adolescentes en riesgo de sufrir una gripe complicada debido a las siguientes circunstancias o enfermedades de base:
– Enfermedad respiratoria crónica (fibrosis quística, displasia broncopulmonar, bronquiectasias, asma e hiperreactividad bronquial, secuelas respiratorias de los casos graves de COVID-19, etc.).
– Enfermedad cardiovascular grave, congénita o adquirida, incluida la hipertensión arterial aislada.
– Enfermedad metabólica crónica (p. ej. diabetes mellitus, errores congénitos del metabolismo, etc.).
– Enfermedad crónica renal o hepática.
– Enfermedad inflamatoria intestinal crónica.
– Enfermedad celiaca.
– Inmunodeficiencia congénita (se excluye el déficit aislado asintomático de IgA) o adquirida (incluye infección VIH, corticoides sistémicos a dosis altas y mantenidas, fármacos inmunosupresores, eculizumab o ravulizumab, receptores de trasplantes).
– Asplenia funcional o anatómica.
– Enfermedad hematológica moderada o grave (p. ej. hemoglobinopatía o anemia con repercusión clínica que precisen hemoderivados o trasfusiones, hemofilia y trastornos hemorrágicos crónicos, etc.).
– Enfermedad oncológica.
– Enfermedades reumáticas.
– Enfermedad neuromuscular crónica y encefalopatía moderada o grave. Compromiso de la función respiratoria y el manejo de secreciones (traqueostomía, ventilación mecánica)..
– Secuelas de los casos graves de COVID-19.
– Implante coclear o en espera del mismo. Fístula de líquido cefalorraquídeo.
– Desnutrición moderada o grave.
– Obesidad mórbida (IMC =3 desviaciones estándar por encima de la media).
– Prematuridad <32 semanas de edad gestacional. Entre los 6 y 24 meses de edad.
– Síndrome de Down y otros trastornos genéticos con factores de riesgo.
– Tratamiento continuado con ácido acetil salicílico.
– Niños y adolescentes institucionalizados o tutelados por la Administración.
¿Cómo se administra y qué efectos secundarios tiene?
Tal y como AEP indica la vacuna se debe administrar todos los años, porque los virus cambian y hay que adaptar la vacuna. En los niños de 6 meses a 8 años de edad, el primer año que se vacunan se precisan 2 dosis, separadas por, al menos, 4 semanas, posteriormente una dosis anual. A partir de los 9 años y adolescentes, siempre 1 dosis por temporada.
Se ha de administrar la dosis completa, tal como viene preparada, es decir, 0,5 ml para todas las edades a partir de los 6 meses de vida. Se suele aplicar pinchándola en el muslo o en el brazo, según la edad. La vacuna atenuada intranasal se administra directamente a través de las narinas, 0,1 ml en cada fosa nasal. El número de dosis es el mismo que para las vacunas inactivadas inyectables. La forma de administración es sencilla y muy bien tolerada por los niños.
En cuanto a los efectos secundarios, las vacunas antigripales han demostrado ser muy seguras. El efecto adverso más frecuente es la reacción local, con enrojecimiento y dolor en la zona de la inyección, que en general es leve y no suelen necesitar atención médica. Eso sí, se suele contraindicar en los siguientes casos:
– Antecedentes de reacción anafiláctica o alérgica grave a una dosis previa de la vacuna.
– Reacción anafiláctica o alérgica grave a algún componente de la vacuna (excepto el huevo)
– Niños menores de 6 meses.
En estos casos, hay que tener precaución e individualizar cada caso:
– Se recomienda posponer cuando exista alguna enfermedad febril o proceso agudo moderado o grave.
– Los niños y adolescentes con alergia grave al huevo pueden ser vacunados en centros sanitarios con experiencia en el reconocimiento y tratamiento de las reacciones alérgicas graves.
– Niños que hayan padecido un síndrome de Guillain-Barré en las 6 semanas posteriores a una vacuna antigripal previa (no vacunar si niño sano, valorar individualmente en niños con factores de riesgo específicos).
– Niños que sufrieron una púrpura trombopénica inmune en los 7 días siguientes a una dosis previa de vacuna antigripal.
Damián Montero
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