Las costumbres de los adolescentes en redes sociales fluctúan a una enorme velocidad, así que no solo tenemos que saber como padres, sino que estamos obligados a una actualización permanente.
Olvidemos Facebook, ‘ya no mola’. Por qué, porque están los padres, porque contactaron con demasiados conocidos y ya no se sienten cómodos. Ahora prefieren grupos más pequeños, como los que configuran en WhatsApp, o aplicaciones en las que diversión y relación se superponen, como Snapchat con sus filtros para fotos.
Snapchat, la del fantasmita, ha sabido atrapar su atención con un truco sencillo: los mensajes se ‘autodestruyen’ en unas horas. Eso ‘obliga’ a los chicos a consultar permanentemente su móvil si no quieren perderse algo.
El poder de TikTok, antes Musica.ly, no es otro que el mero entretenimiento. Los chicos enlazan el visionado de vídeos con poco contenido y de unos segundos de duración. Como cada consumo parece mínimo, pierden la noción del tiempo que emplean. Ricardo Vaca, CEO en Barlovento Comunicación y profesor en la Universidad CEU San Pablo, asegura que lo que hay detrás de Internet es «la economía de la atención».
Pero la estrella en este momento -quizá fugaz, como otras- es Instagram, donde el ‘cotilleo’ es el rey y crea problemas derivados de comportamientos inadecuados en esta red social, tales como el hedonismo (la imagen propia es el centro de sus mensajes), la hipersexualización (el contenido de esas imágenes no es el propio de los adolescentes) o la pérdida de la intimidad (sobreexponen su vida cotidiana, muchas veces tergiversada para dar una imagen mejorada).
Ana Serra, estudiante de 1º de carrera, nos explica qué utilizan más: «Nos levantamos por la mañana y lo primero que hacemos es entrar en Instagram a ver los posts que ha subido la gente, a la hora de comer lo único que veo son instastories de la comida de los demás – ¿qué que me importará a mi lo que coma la gente? -, o cuando vemos un espejo, nos sacamos una foto o un boomerang para subirlo». Javier Sotero, del mismo curso, lo utiliza para «ver qué hacen los famosos, la gente conocida o vídeos de fútbol». Considera que es una forma de «matar el tiempo» igual que antes se recurría a la televisión.
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Algunas impresiones en primera persona
En positivo
«Además de ver las redes como una forma de socializar, las veo como una forma de expresión, de distinguirse de los demás, de mostrar algo de tu forma de ser y personalidad. En nuestra defensa, para todos aquellos que creen que nuestras vidas solo existen en los móviles, debo decir que la mayoría de nosotros también tenemos nuestros hobbies. Yo, por ejemplo, pinto, bailo, hago fotos y hago surf, y amigos míos leen, juegan a futbol o tocan instrumentos, aunque la mayoría alguna foto de postureo subirán seguro». Ana SERRA
«Creo que el teléfono móvil es un gran invento, una herramienta sin la cual no podría vivir actualmente, una prolongación de nuestra anatomía que nos permite desarrollar una serie de funciones necesarias, un trozo de plástico con mucho, mucho valor.
¿Cuál es este valor, pues? La respuesta somos nosotros, las personas. Cada uno de nosotros tiene un círculo de amigos con los que se relaciona. Naturalmente, no siempre podemos verlos, a pesar de lo que nos gustaría, y es por eso por lo que entablamos conversaciones con ellos de un modo tan instantáneo que realmente pareciera que estamos juntos» Lara AMPUERO
En negativo
«Un gran ejemplo de que la gente no podría vivir sin las redes ocurrió en septiembre. Una mañana se cayó Instragram y la gente estaba histérica y rabiosa. No han podido vivir sin Instagram ni siquiera unas pocas horas, no quiero imaginar que pasaría si les quitasen el móvil una semana». Ana SERRA
«El año que acabé 2º de Bachillerato, quería desconectar de verdad, y decidí apagar el móvil todo el verano y comprarme uno que solo sirviera para llamar, uno de prepago. Al principio me daba miedo salir de casa porque hoy en día, ¿quién se llama por teléfono? Fue un experimento curioso que me hizo darme cuenta de que le damos demasiada importancia al móvil y que nos perdemos muchísimas cosas. Pero esto no es culpa de Internet, sino nuestra, que nos organizamos mal». Beatriz MOUSSA
«Yo he aprendido que, en ocasiones, es mejor que esté lejos de tu alcance, por ejemplo, estudiando, porque cuando decides tomar un descanso lo coges esperando pasar un máximo de diez minutos con él y al final estás casi una hora». Javier SOLTERO
«Pierdes el tiempo, las horas, los años, la juventud, viendo cómo unos filipinos construyen piscinas naturales de barro, a cámara rápida, en menos de un minuto; o a una gurú del maquillaje utilizando una pata de jamón para hacerse el eyeliner, vídeos Do It Yourself, 5 minutes crafts de japonesas con ukeleles de fondo, vídeos de uñas limadas cortando jabones o mezclando pinturas. Y memes. Memes de starter packs que nos hagan sentirnos parte de un estrato social, memes de Bob Esponja, memes de memes y vines de estadounidenses dando sustos a sus madres». María GONZÁLEZ
En la vida cotidiana
«En Internet puedo hacer de todo, y nada al mismo tiempo. Y esto es porque con todas las posibilidades que Internet nos brinda, muchas veces nos quedamos en la superficie. Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy usando Internet, ya sea para hablar con mis amigos, o para acceder a la plataforma de la universidad. Internet se ha colado en nuestras vidas poco a poco sin que nos demos cuenta. Y muchas veces esto puede ser un problema. No quiero hablar de Internet desde una perspectiva negativa porque sería hipócrita, pero soy consciente de la cantidad de tiempo que me quita». Beatriz MOUSSA
«Mi experiencia con el móvil se resume básicamente en que es una parte más de mí, lo uso cada día. Me ayuda para llegar a un sitio, buscar información relevante o simplemente para mantenerme conectado con mis amigos. Pero a veces, sin un uso productivo. Haciendo un cálculo me paso entre 3 y 4 horas enfrente de esta pantalla». Javier SOTERO
«El entretenimiento en Internet se resume en hacer cuatro cosas: ver videos, escuchar música, chatear con amigos y ver memes. A veces incluso se pueden hacer varias a la vez. Por eso hago un llamamiento a los padres del mundo: ¡No se preocupen por sus hijos! Los chavales de ahora hacemos lo mismo que los mayores cuando veían la televisión, solo que más rápido. No digo raro, digo diferente». Jesús TOBARRA
Silvia García Paniagua
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