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Tomás Navarro: «Pensar bonito te ayuda a tener más armonía en casa, más cooperación y una familia más unida»

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¿Sabías que lo que piensas y cómo lo piensas afecta a la relación que tienes con los demás e incluso contigo mismo? Aprender a pensar bonito nos puede ayudar a tener una vida más plena y es el mejor aliado para poder vivir la vida según tus deseos y prioridades. Pensar bonito te permite ver oportunidades donde otras personas no pueden verlas.

El psicólogo, consultor y escritor Tomás Navarro acaba de publicar Piensa bonito (Zenith), donde nos acerca a un nuevo estilo de pensamiento más resiliente para lograr una vida más plena. A través de esta entrevista, nos explica que el secreto para  aprender a pensar bien y a saber distinguir los pensamientos racionales de aquellos que nos perjudican y no nos dejan crecer, ya algunos pueden limitar nuestra vida.

Pensar bonito es un aprendizaje a través de ocho técnicas que nos van a ayudar a gestionar la adversidad sin sufrir más de lo necesario y ser compasivo con los que nos rodean.

8 técnicas para pensar bonito

¿Cuáles son las principales ventajas que tienen las personas que «piensan bonito»
Bueno, fundamentalmente que tienen la vida bonita, que no es poca cosa, la verdad. Tener una vida bonita significa sentirse bien con tus necesidades, con tus prioridades…, en definitiva, una vida rica, donde eres capaz de solucionar los problemas que tienes. Al final somos lo que pensamos y si pensamos bonito, podemos tener una vida bonita.

¿Cómo cambiar para pensar bonito, bien y en positivo?
Pues es muy sencillo y de hecho hay ocho técnicas. Yo os animo a hacer una por semana porque son muy sencillas y además estas técnicas se pueden seguir por pasos. Lo primero y lo más importante es ser consciente de que es posible que en algunos momentos, y bajo algunas circunstancias no pensemos, es decir, cuesta aceptar este punto de humidad, porque siempre tenemos la idea de que pensamos muy bien y de hecho todos pensamos que tan mal no nos va. La verdad es que todos, hasta el más pintado, podemos cometer errores.

¿Qué recursos tenemos para darnos cuenta de que no estamos «pensando bonito» en momentos clave?
Pues yo diría que de primeras siempre tenemos que pensar que es posible que estemos pensando mal y por eso, yo siempre aplicaría el «y si…», que es otra de las técnicas y una buena alternativa: «y si estoy pensando mal, y si pudiera dar una vuelta de tuerca más para pensarlo mejor… y si me estoy precipitando». De entrada, piensa que siempre estás pensando mal y si te planteas ese «y si…» podrás valorar otras alternativas.

De los ocho errores de pensamiento más frecuentes que cuentas en tu libro para pensar bonito, ¿cuáles son los que consideras más relevantes al impedirnos alcanzar la mejor versión de nosotros mismos?
En realidad todos, pero si tengo que elegir uno, me quedo con la autoestima que afecta mucho a nuestro día a día y hay momentos en los que tenemos que defender nuestros derechos o hablar delante de todo el mundo y si no nos sentimos competentes, no podremos afrontarlo. Gente con baja autoestima, en algunas circunstancias o por algunas personas, pueden bloquearse y quedarse apocados y sentirse inseguros. Entonces, si me das a escoger uno, me quedo con este, con la autoestima.

¿Cómo puede afectar a la vida y a la educación de los hijos tener unos padres que piensan bonito?
Pensar bonito hay que enseñarlo, es algo que se educa, y además diría que se aprende y no solo en casa sino también en la escuela, ya que algunos padres no saben, otros no pueden y otros no quieren.

En mi opinión, hay que enseñar a nuestros hijos a pensar mejor, a tomar buenas decisiones y a analizar a las personas de manera sistemática.

¿Se puede aprender a pensar bonito desde la infancia? ¿es imprescindible para ello trabajar la autoestima y la seguridad en uno mismo desde que son pequeños?
Sí, sin duda. Y yo hablo del concepto de inseguridad relativa, pues aunque hay sentirse seguro para ejercer tus derechos, tienes que tener un puntito de inseguridad para entender que es posible que no estés pensando bien y plantearte otra alternativa, o para darle una vuelta más a ese pensamiento. Es posible que alguien piense que esto es un poco esquizofrénico, es decir, ¿cómo voy a estar seguro e inseguro a la vez? La respuesta está en pensar las cosas dos veces desde un punto de vista positivo.

¿Qué diferencias puede suponer para los miembros de una familia pensar en bonito o no hacerlo?
Existe una gran diferencia. A veces nos pasa a los padres que tenemos varios hijos que decimos, «ay, me ha salido un hijo muy celoso», y la cuestión es que no lo ponemos en contexto. Por ejemplo, uno de los elementos que no te permiten pensar bonito es tener una actitud egocéntrica, en la que lo que yo creo siempre que me lo merezco, o bien pensar que soy una víctima o el tirar balones fuera, estas formas de pensar no ayudan. Entonces, poder aprender a reaccionar de igual a igual, con una mirada positiva y poniendo en contexto lo que cada miembro de la familia hace, te ayuda a tener más armonía en casa, más cooperación y una familia más unida.

¿Cómo superar la tendencia FOBO, que responde al acrónimo de Fear Of Best Option o «miedo a perderte la mejor opción»?
Yo siempre digo que hay que poner una fecha límite. Cuando hay que elegir entre dos cosas distintas, el mejor consejo para superar la tendencia FOBO es poner una fecha límite. Durante el tiempo previo a esa fecha, hay que buscar información, barajar varias alternativas, plantear las consecuencias de las decisiones a corto, medio y largo plazo, pero al final poner una fecha límite. Además, tampoco hay que magnificar el coste del error, pensando «si me equivoco, será terrible» y quizás no sea muy trascendente en muchos casos y siempre existe la posibilidad de rectificar. 

¿Por qué cuando tenemos un mal día solemos ser presa del efecto halo? ¿Qué hacer para evitarlo?
El efecto halo es una preferencia para elegir estímulos en consonancia con el estado emocional. Entonces, lo primero siempre es saber o identificar el efecto halo, por tanto, lo más recomendable en estos casos es aplicar la técnica del «Y si…». Quizás siempre hay alguna manera de cambiar el estado de ánimo, por ejemplo, quedando con un amigo, saliendo a hacer deporte, tomando unas cañas, desconectando… Entonces ese «Y si…» es lo que nos va a ayudar a romper esa tendencia del efecto halo.

Marisol Nuevo Espín

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