¿Sabías que hace poco China ha anunciado una nueva ley que limita el acceso a los videojuegos para los menores de edad? Solo podrán jugar una hora los viernes, sábados y domingos, de 20 a 21 horas. Es decir, que el tiempo de juego será como máximo de tres horas a la semana.
Si el gigante oriental ha tomado esta drástica medida, conviene que en occidente los padres nos planteemos qué hacer para gestionar el tema de la adicción a los videojuegos. Realmente, ¿son tan nocivos los videojuegos? ¿Por qué crean tanta adicción? La respuesta a estas dos preguntas pasa por conocer que están diseñados para crear adicción y por eso son tan nocivos. De hecho, la adicción a los videojuegos ha sido declarada hace poco por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como una nueva enfermedad mental.
Gabriela Paoli, psicóloga y autora del libro Salud digital: claves para un uso saludable de la tecnología, afrma que «los mejores cerebros del mundo trabajan dia y noche para que los videojuegos sean maravillosos, y altamente adictivos. Partiendo de esa base, les necesario que los padres acompañen a los hijos en la elección del juego y que establezcan normas, claras y bien explicadas sobre su uso».
Es vital que los padres se impliquen, se informen e informen a sus hijos sobre los riesgos que puede conllevar jugar a videojuegos. «Más que prohibir o castigar con los videojuegos yo priorizo la idea de educar. Pero para educar en tecnología debemos saber sobre ella y, además, implicarnos. Y esto cuesta trabajo, mucha paciencia y tiempo», sostiene Paoli.
Videojuegos: altamente adictivos
Actualmente, aproximadamente el 80% de los videojuegos más populares entre los niños de 4 a 9 años cuenta con contenidos violentos, porcentaje que desciende hasta el 70% en el caso de los menores de entre 10 y 18 años. En España, se calcula que 16 millones de niños juegan a videojuegos, y tras el confinamiento, estas cifras se han disparado.
¿Qué podemos hacer? Es necesario que los padres expliquen que estos videojuegos son altamente adictivos ya que introducen al jugador/a en el circuito de recompensa digital y que, con cada meta, objetivo o nivel conseguido, se dispara un chute de dopamina (hormona de la felicidad o del placer) y esto le lleva a querer seguir jugando sin parar. Dejar claro que no se trata de un juego y nada más, están diseñados para atraparnos.
«Hay que evitar usar los juegos como chupete emocional, para distraerlos o calmarlos, porque ahí hemos perdido la batalla. Se trata de hacer exactamente lo mismo que hacemos en otras áreas de su vida, en la vida real. Cuando por ejemplo le hablamos de los riesgos o peligros de hablar con personas desconocidas, de volver tarde a casa, o de dar las gracias siempre», añade la experta.
Una hora entretienen, dos estresan
Además, hay que tener en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentran los menores, en donde aún no está desarrollado su cerebro, el sistema nervioso ni consolidado el cortex pre-frontal, parte del cerebro encargada del control de las funciones ejecutivas, incluida la impulsividad, inhibición de la conducta, planificación, entre otras cuestiones que son fundamentales para no caer en un uso abusivo de los dispositivos o videojuegos.
En la práctica, se puede decir que alargar el tiempo de juego por sentirse «enganchado al videojuego» resulta negativo, sobre todo, cuando los niños tienen que hacer después otra actividad como por ejemplo, ponerse a estudiar. Según esta psicóloga, «es importante aclarar que con una hora de videojuego, el cerebro se entretiene, pero con más de dos horas, el cerebro se estresa y se cansa».
El mejor control parental es la compañía de los padres
Es importante estar al lado de los hijos a la hora de elegir el videojuego que quieren, comprarlo, descargarlo, instalarlos, jugar juntos, informarse del código pegui y explicarles a tus hijos/as. Además de establecer normas y límites claros desde el primer momento. Que los niños sepan que sabes a qué se está jugando, con quién y el tiempo que deberá jugar.
Además, «siempre es necesario ofrecer a tu hijo/a una explicación, breve y concisa de cómo funciona la industria tecnológica (el gran negocio que hay en ella) y de su momento evolutivo» señala la experta.
Al hablar ya de pre-adolescente y adolescentes, lo mismo. E incluso como aquí la temática y el tipo de juego es diferente, la psicóloga recomienda hablar también de «seguridad, privacidad, chats cerrados, el tema económico, y por supuesto dejar bien claro el tiempo de conexión y el momento del día o de la semana que jugará. Según la edad y las circunstancias que haya en casa, establecer día y horas (en función de sus otras actividades extra-escolares o deportivas) para dejar claro el mensaje que estas son innegociables».
Evita que deje actividades por jugar a videojuegos
Jugar a videojuegos nunca debe ser la principal actividad de los niños en su tiempo de ocio. En algunos casos, incluso se puede convertir en exclusiva y desplazar o anular a todas las otras. Esto puede ser muy perjudicial para su salud física y mental, llevándole entre otras cuestiones, a aislarse o al deterioro progresivo de sus relaciones familiares o sus amistades, bajar en el rendimiento académico, sedentarismo, obesidad, cambios bruscos de humor, irritabilidad, impulsividad, etc.
«Esto le puede conllevar un gran impacto en su vida y en la de su entorno más próximo. Por esto, es recomendable potenciar actividades al aire libre, deporte, naturaleza, etc. No se trata de demonizar los videojuegos, sino más bien se trata de saber usarlos de forma responsable, consciente y saludable», concluye Gabriela Paoli.
Marisol Nuevo Espín
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