Entramos en la «Infancia Escolar». A partir de los tres años, los niños siguen un lento crecimiento gradual, hasta el comienzo de las manifestaciones puberales o etapa preadolescente.
Las necesidades nutritivas irán variando y dependerán del ritmo de crecimiento individual, de la actividad física y de la distinta capacidad de aprovechar los nutrientes procedentes de la ingesta. En esta etapa, cualquier déficit de nutrientes podría acarrear un desequilibrio en el adecuado crecimiento del niño.
Dieta recomendada diariamente para niños de 3 a 10 años
Lácteos o derivados: 3 tazas o raciones (yogures).
Verduras y frutas 4 raciones o más.
– Una fruta o verdura que contenga gran cantidad de vitamina C: naranjas, tomates, pimientos, fresas.
– Verdura verde oscura o muy amarilla; o fruta similar fuente de vitamina A: brócoli, espinacas, melón, albaricoques, zanahorias.
Alimentos proteicos: carnes, aves, pescados y huevos. Dos raciones.
Panes y cereales: pasta, arroz, etc. Cuatro raciones.
Otros alimentos adicionales: aceites, azúcares, margarina, mantequilla (como complementos a otra comida).
Adquirir buenos hábitos a diferentes edades
Los hábitos alimentarios aparecen junto con otros aspectos de su crecimiento.
Así, de los 3 a 5 años, el niño puede seguir comiendo con los dedos determinados alimentos (zanahoria, tomate o lechuga) por la dificultad que le supone el manejo de los cubiertos.
De los 5 a 7 años, los niños prefieren las comidas caseras como la carne, las patatas o las verduras crudas. Sin embargo, no les suelen agradar los guisos muy elaborados o las salsas, con excepción de la salsa de tomate y la pasta.
A partir de los 8 años, el apetito aumenta ostensiblemente, suelen rechazar pocos platos y empiezan a mostrar fuertes preferencias, influenciadas por la atractiva presentación de los platos.
Como bien sabemos, los niños son excelentes imitadores, por lo que los hábitos saludables que se pretenden inculcar a los hijos deben ser seguidos, en primer lugar, por los propios padres. Resulta contradictorio que algunos padres presuman de «obligar» a sus hijos a comer verdura mientras ellos no lo hacen.
Los comedores escolares
Cada vez suele ser más frecuente que los niños coman en el colegio, por lo que es preciso que tanto padres como educadores le presten especial atención.
Para los más pequeños, el comedor escolar suele ser la primera experiencia de comida en grupo, presentando como principal inconveniente que el niño esté distraído entre sus compañeros.
Es labor del educador lograr que el ambiente sea más o menos tranquilo, separando a los niños por edades, despertar interés por algunos alimentos contando su origen o particularidades y, por supuesto, evitar las prisas.
Los padres, por su parte, deberán «complementar» en la cena en función de la comida principal que el niño recibe en el colegio. Es muy útil tener a mano el menú que suelen facilitar en los comedores escolares o preguntar al niño qué ha comido en el cole. De esta forma, conseguiremos que la dieta sea variada e incluya todos los grupos de alimentos.
Recomiendo especialmente la toma de frutas en meriendas y cenas, ya que suele ser habitual que el postre del comedor sea un lácteo. La razón de esta sustitución es práctica, son más baratos y fáciles de hacer comer a los colegiales. Comprendo la dificultad de partir en trozos la fruta a los más pequeños, pero esta sustitución no debe de hacerse extensiva a los niños que ya saben comer por sí solos.
Lo mismo podríamos decir del pescado, que solo suele aparecer en forma de «barritas» o «delicias», ya que es prácticamente imposible hacer llegar a la mesa recién hecho, con lo que pierde su atractivo. La cena es una buena ocasión para que el niño y el resto de la familia completen su alimentación con el insustituible aporte nutricional del pescado.
Pedro J. Toranzos. Nutricionista, dietista y farmacólogo. Fundador de Prodieta.es
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