La llegada de un niño significa centrar casi todas nuestras atenciones en este. No es para menos, en especial los recién nacidos precisan de la presencia de sus padres para alimentarse, ser bañados, cambios de pañal y una larga lista de tareas. Esto se traduce para los progenitores en noches sin dormir, renuncias a planes con sus amigos y, en definitiva, en un cambio del estilo de vida donde los hijos pasan a ocupar un lugar cenital.
Sin embargo, no hay que olvidarse de la propia salud ya que los primeros que deben estar en buen estado son los padres. No se trata de egoísmo, hay que tener en cuenta que si alguno de los padres cae enfermo esto significa que el otro asumirá la mayoría de sus labores o lo que es peor, los cuidados de los hijos serán menores. Por este motivo, siempre hay que sacar algo de tiempo para descansar, relajarse y evitar problemas como ansiedad, enfermedades derivadas de la bajada de defensa y muchos otros ejemplos.
El coste de la paternidad
Tal y como indican desde el Child Mind Institute la crianza de los hijos puede ser estresante, a menudo se tienen que lidiar con tensiones de diferente magnitud. Cuidar a un niño es un trabajo a tiempo completo y abrumador si no se tiene el apoyo adecuado. Los padres pueden verse con un agotamiento que afecte a todos. Este estés puede incluso terminar siendo crónico, aumentando las posibilidades de desarrollar ansiedad, depresión, insomnio, fatiga o problemas conyugales.
El estrés también puede poner a los padres en riesgo de problemas médicos. Por tanto es importante abordar los riesgos emocionales y físicos de los padres, tanto para el bien propio como para el de los niños. Por ello hay que poner en marcha una serie de mecanismos para evitar llegar a estas situaciones:
– Aceptar que hay límites. Los expertos coinciden en que se puede disminuir el agotamiento si se acepta que los padres no tienen límite en lo que a tareas a realizar. Un buen ejemplo son las noches en las que no se puede conciliar el sueño por pensar que algo les falta a sus hijos y una ansiedad constante por lo que queda por hacer.
– Cuidar la salud física durmiendo lo suficiente todas las noches, mantenerse hidratado, hacer ejercicio regularmente y pasar parte del tiempo dedicado a ellos mismos.
– Aislamiento y agotamiento. Cuando hay que atender las necesidades de un hijo, los padres deben sentirse apoyados para evitar la caída en el estrés constante. Esta cercanía les permitirá desahogarse al tratar estos sentimientos que genera la paternidad.
– Preguntar y pedir ayuda. Muchos padres sienten miedo de preguntar o pedir ayuda, ya que esto puede significar un fracaso por su parte. Llamar a los abuelos para que echen una mano o dejarse aconsejar por otros progenitores, no es una mala idea.
– Salir a pasear. Nada ayuda más a despejar la mente que un divertido paseo y respirar aire fresco, así como estirar las piernas.
– Dedicar tiempo al matrimonio. Una cena fuera, una película juntos… No hay que olvidarse del tiempo que hay que dedicar a alimentar el matrimonio y a asegurar que la llama del amor sigue encendida. Fechas importantes como el día de San Valentín deben seguir siendo igual de importantes que en anteriores etapas.
Damián Montero
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