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Recomendaciones de los pediatras para un verano seguro

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Las claves para un verano completamente seguro.

Las claves para un verano completamente seguro. – ISTOCK

¿A quién no le apetecen unas vacaciones tras todo un año de duro trabajo y responsabilidades? El verano es la época perfecta para aprovechar el tiempo libre y hacer un viaje, o refrescarse en la playa o la piscina. Sin embargo, no hay que olvidar los riesgos que entraña la estación más calurosa y en donde nuestra salud, y la de los más pequeños puede verse resentida, si no se tienen en cuenta una serie de recomendaciones.

Por ello, desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, se recuerdan una serie de consejos para preservar la seguridad de los niños en verano. Recomendaciones que también, este año, tienen en cuenta la pandemia que todavía sigue entre nosotros y que sigue exigiendo una serie de medidas preventivas para poder decirle «adiós» de forma permanente al coronavirus. En definitiva, para un verano seguro, nada mejor que tener en cuenta todos estos puntos.

Verano con coronavirus

No es la primera vez que se habla sobre las medidas necesarias para evitar la expansión del coronavirus. Pero tampoco está de más recordar la normas básicas para luchar contra la Covid-19. Por ello, rutinas como el lavado de manos debe estar presente en el día a día. Y es que la inquietud y curiosidad del niño puede causar una despreocupación por su higiene, haciendo que no exista una higienización tras haber tocado superficies.

Se puede establecer una frecuencia determinada que se asocie a cada actividad y advertirles de que eviten tocarse la cara, en especial ojos, boca y nariz, sin haberse lavado antes las manos. Por supuesto, las mascarillas deben usarse en espacios públicos y al aire libre en el caso de que no se pueda guardar la distancia de seguridad. El meto y medio de distancia con personas ajenas al núcleo familiar debe ser una constante en su día a día.

Cuidado con las temperaturas

Como se ha dicho, el verano es la estación más calurosa de todo el año y el calor es uno de los principales enemigos a los que se enfrentan los más pequeños de la casa. Algo que se hace evidente a la hora de hacer ejercicio, o viajar en coche, momentos en los que la temperatura corporal asciende de manera vertiginosa, pudiendo dar lugar a un problema de salud tan grave como son los golpes de calor.

Por ello nunca hay que dejar solo a un niño en el interior de un coche y menos si este está expuesto al sol. Incluso en días nublados la temperatura puede dar lugar a uno de estos golpes de calor ya que el vehículo funciona como un horno al absorver los rayos y no dejar que se escapen, produciéndose una especie de efecto invernadero que eleva la temperatura de manera constante y rápida. El efecto del mercurio también puede tener efectos nocivo en la piel de los más pequeños.

Por ello se recomienda, como medidas preventivas:

– Reducir la exposición al sol durante las horas centrales del día, entre las 12 y 16.

– La sombra, la ropa y los sombreros son la mejor protección frente al sol.

– Usar gafas de sol graduadas y recomendadas por oftalmólogos.

– Usar cremas protectoras media hora antes de la exposición al sol, con un factor FPS mínimo 15+, en abundancia y cuantas veces sena necesario.

– Especial atención a la piel de los bebés y niños de corta edad. Los menores de 3 años no deben exponerse al sol y se les debe proteger con ropa, gafas, sombrero y protectores solares de FPS alto.

– En menores de 6 no es necesario aplicar protectores solares, pero hay que asegurarse de que permanecen a la sombra y con ropa adecuada.

Chapuzones refrescantes y vigilados

Una de las actividades preferidas por los pequeños son los chapuzones en piscinas o playas. Refrescantes, pero peligrosos si no se cuenta con la vigilancia adecuada que permita actuar en caso de producirse un ahogamiento:

– Cuando los niños estén dentro o alrededor del agua, deben estar al alcance y supervisados por un adulto con experiencia. Para que esta supervisión sea adecuada, la distancia al menos debe ser inferior a la longitud del brazo del cuidador.

– En caso de que los niños sepan nadar,el adulto con experiencia o bien un socorrista debe vigilarlos sin perderlos de vista y poner su atención en los niños.

– En superficies de agua abierta, hay que velar porque estén presentes socorristas que puedan realizar un rescate o las correspondientes maniobras de reanimación.

Damián Montero

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