Los padres somos los mejores educadores para nuestros hijos, pero los condicionantes cotidianos hacen que en muchas ocasiones los tengamos que dejar al cuidado de otras personas. En verano, nuestras vacaciones difieren de las suyas. ¿Cómo gestionamos las normas cuando son otros los que se están ocupando de ellos?
Cada vez hay mas familias que tienen que recurrir a solicitar ayuda externa para el cuidado de sus hijos por incompatibilidad horaria en el trabajo. El verano es uno de los momentos en el que más suele suceder esta situación ya que el periodo vacacional de los niños es mucho mayor que el de los padres y necesitan contar con ayuda para su cuidado. A veces tiramos de la familia, en especial de los abuelos, otras de las escuelas infantiles o hay que contratar a alguien.
Cuando los abuelos son la primera elección
Cuando los padres se encuentran ante la situación de tener que dejar a sus hijos con otras personas porque tienen que trabajar, suelen pensar muy bien con quién dejarles, ya que les preocupa mucho que los niños estén a gusto con la persona que se les deja y que sigan unas pautas educativas comunes a las que ellos trasladan. En muchas ocasiones, la elección son los abuelos. Esta opción suele surgir por tres motivos:
– Componente emocional: se prima el factor emocional y el vínculo afectivo por encima de otros aspectos. Los padres deciden que sean los abuelos los que cuiden de sus hijos porque nadie les va a querer tanto y los niños se van a sentir felices y queridos.
– Compromiso con los abuelos: muchos abuelos se brindan a cuidar de sus nietos aunque los padres hubieran preferido otra opción y no saben decirles que no o sienten que pueden hacerles mucho daño rechazando la ayuda que tan cariñosamente han ofrecido.
– Única opción: hay familias a las que les gustaría poder contar con ayuda externa para el cuidado de sus hijos, pero no cuentan con los recursos económicos suficientes para ello o con la persona adecuada que pueda hacerlo. Ante esta situación, no les queda otra opción que contar con los abuelos y aceptar algunos aspectos que hubieran preferido no tener que hacerlo inicialmente.
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Los abuelos: una elección puntual o constante
Cuando la elección de los abuelos para el cuidado de los hijos es puntual, es decir, se va a producir de manera esporádica y durante poco tiempo, no debe preocupar tanto el modo en el que vayan a ser educados los hijos y cómo vayan a trabajar ciertos aspectos o normas. En este caso, es muy positivo centrarse en la relación especial que tienen los niños con sus abuelos y lo bueno que es para el desarrollo emocional de los niños ese vínculo.
En cambio, si el cuidado de los hijos por parte de los abuelos va a ser constante y, por lo tanto, van a ser responsables de su educación es importante marcar unas normas claras para evitar conflictos entre abuelos y padres:
– Establecer una buena comunicación y coordinación para que no existan contradicciones entre ellos ni malentendidos. Al final, esas contradicciones pueden confundir a los niños que pueden no saber cómo deben actuar. Ante esta situación, los niños eligen lo que más les apetece o conviene en el momento.
– Los abuelos deben adoptar, en la medida de lo posible, el estilo de educación que los padres han decidido emplear con sus hijos para que sigan las normas que ello conlleva. Es muy importante dejar claro, desde el principio, qué aspectos son claves para la familia, qué está permitido y qué no y qué se espera de ella. El hablar con claridad y concretar líneas de acción educativa será positivo para asegurar que realmente se está educando del modo que la familia lo está haciendo y se espera.
– Tienen que tratar de llevar un orden para que las rutinas y hábitos se alteren lo menos posible: es necesario informar de dichas rutinas y horarios que los niños tienen para que sean respetados y se continúen con ellos. A los niños les da mucha seguridad el cumplimiento de sus rutinas y, precisamente, si se produce un cambio en la figura de referencia, aunque sean los abuelos, es todavía más importante mantenerlas para que estén más cómodos y seguros
– Para los abuelos educar a sus nietos, en la edad que ellos ya tienen, es un sobreesfuerzo, ya que educar requiere unas exigencias que les pueden suponer un trabajo extra y una dificultad. Este nivel de exigencia que establecen los padres suele ser complicado de alcanzar para los abuelos. Pero este incumplimiento puede acarrear consecuencias importantes y no favorables para los niños.
– Los abuelos cuentan con una carga emocional tan grande que les suele debilitar ante la insistencia de los límites llegando a consentir más fácilmente ciertas situaciones a los niños. Cuando están con ellos de manera puntual, esto resulta sano, natural y positivo para los niños porque es puntual y no rompe su exigencia educativa diaria pero si la figura de referencia permanente, como educadores, son los abuelos deben tratar de evitar estas situaciones.
Armonía entre padres y abuelos
En definitiva, los abuelos hacen un papel muy importante en las familias hoy en día pero no se debe dejar de marcar los límites en los niños y respetar sus rutinas, con independencia de quién esté cuidando de ellos. Estos límites deben estar marcados y decididos por los padres, y los abuelos deberían tratar de lograr cumplirlos y llevarlos a cabo.
Los padres, a su vez, no deben olvidar que puede ser más complicado para los abuelos llevarlos a cabo y que, si es de manera puntual, el incumplimiento del mismo tampoco debe preocupar excesivamente ya que los niños ya saben asociar ese incumplimiento del límite a la figura de referencia de los abuelos y, muy probablemente, sea sólo con los abuelos con quien no los llevan a cabo mientras que con el resto sí. Aprenden el límite pero saben que con los abuelos pueden no llevarlo a cabo.
De este modo, los padres también deben saber disfrutar y relajarse cuando comparten tiempo en familia y ven cómo los abuelos permiten aspectos que ellos no hubieran permitido, si es puntual y esporádico. En muchas ocasiones, existen muchos conflictos entre padres y abuelos por estos motivos y eso tampoco es positivo para el bienestar y equilibrio emocional del niño.
María Campo. Asesora Pedagógica de Eduka&Nature
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