El lenguaje es la herramienta básica de la comunicación y la relación entre los humanos. Los déficits o trastornos de la comunicación pueden ser los causantes de problemas psicológicos.
El trastorno de comunicación social es un nuevo trastorno que aparece por primera vez en el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales). En el pasado, los niños que tenían estos síntomas eran incluidos en la categoría que se denomina trastorno generalizado del desarrollo no especificado o TGD-No especificado (un diagnóstico de autismo que ya no se utiliza).
El trastorno del espectro autista se debe descartar para que un niño reciba el diagnóstico de TCS.
El trastorno de la comunicación Social puede ser el responsable de múltiples dificultades en la interacción con los demás.
Los problemas para relacionarse con los demás pueden aparecer por muchos motivos. Lo más frecuente es que se trate únicamente de una falta de habilidades sociales, pero es posible que exista un trastorno subyacente, como puede ser un trastorno de personalidad o, en el caso que nos ocupa, un Trastorno de la Comunicación Social.
¿Qué es el Trastorno de la Comunicación Social?
El manual diagnóstico DSM-V clasifica el Trastorno de la Comunicación Social dentro del grupo de los Trastornos de la Comunicación que, a su vez, pertenecen a los Trastornos del Desarrollo Neurológico.
El Trastorno de la Comunicación Social se englobaba en el DSM-IV dentro del Síndrome de Asperger, que formaba parte de los Trastornos del neurodesarrollo, aunque actualmente el diagnóstico se realiza de modo individual y desvinculado de los Trastornos del Espectro Autista (TEA).
¿Qué características tiene el trastorno de la comunicación social?
El trastorno de la comunicación Social se caracteriza principalmente por una gran dificultad para comunicarse con los demás.
No se trata de un problema del habla, sino de interacción social. De este modo, una persona puede expresarse y hablar con normalidad, pero relacionarse con los demás resulta un gran problema.
Este problema para relacionarse incluye tanto la conversación como el modo de comportarse.
Las personas con este trastorno suelen no tener dificultades con las reglas del habla, como son la pronunciación de palabras o la construcción de oraciones. Con lo que tienen dificultad es con la pragmática, es decir, con las reglas sobreentendidas y sutiles del lenguaje hablado que permiten a las personas conectarse entre sí.
Por ejemplo, personas con el trastorno de la comunicación social pueden monopolizar la conversación o interrumpirla frecuentemente. Algunos dicen cosas que no están relacionadas con el tema de conversación y otros no se atreven a hablar.
Esto provoca que la persona que padece este trastorno tenga grandes limitaciones funcionales en la comunicación eficaz, la participación social, las relaciones sociales, los logros académicos o el desempeño laboral, ya sea individualmente o en combinación.
Una característica singular de este trastorno es que aparece en las primeras fases del desarrollo del niño, a diferencia de otro tipo de problemas relacionados con la dificultad para la relación social.
Las personas que padecen este tipo de problema deben acudir a un profesional con el fin de que realice un diagnóstico eficaz que permita conocer el origen del mismo.
A las personas con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro del autismo. Los pacientes con deficiencias notables de la comunicación social, pero cuyos síntomas no cumplen los criterios de trastorno del espectro del autismo, deben ser evaluados para diagnosticar el Trastorno de la Comunicación social (pragmático).
El tratamiento principal para el trastorno de la comunicación social es la terapia del habla y el lenguaje, para trabajar con los niños en sus habilidades de conversación, en sesiones individuales o en grupos pequeños. Recursos como el juego de roles o apoyos visuales como los cómics pueden ser útiles con este propósito. Los grupos de habilidades sociales también pueden ayudar a los niños que tienen este trastorno a mejorar sus habilidades de comunicación.
Los jóvenes y los adultos pueden encontrar grupos o talleres enfocados en el desarrollo de habilidades sociales o para la vida. Las familias también pueden practicar las habilidades de conversación y la lectura de expresiones faciales en la casa.
Para terminar, cabe hacer una reflexión, recordando que las clasificaciones únicamente son nombres y que no otorgan otra cosa que una denominación para un consenso, aunque en este caso, suponga un lugar por el que empezar para muchos.
Blanca Álvarez Crespo. Neuropsicóloga clínica y Psicóloga sanitaria de Psicólogos Pozuelo
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