La convivencia da lugar a rifirrafes. Los puntos de vista de la pareja no siempre están de acuerdo y, en ocasiones, fruto de estas diferencias surgen discusiones. Pero esto no es malo ya que, bien llevadas, estas situaciones pueden hacer crecer el amor mutuo y permitir crecer conjuntamente. Saber gestionar estos conflictos es muy importante para alcanzar acuerdos, saber cómo mejorar y no dar lugar a momentos similares.
Porque las discusiones son inevitables, y no hay que permitir que caigan en saco roto. Tal y como indica la psicóloga Sara Navarrete estas rencillas serán una realidad a lo largo de la vida en pareja, mientras se va pasando por diversas etapas. Pero no hay que olvidarse de que son cuestiones por superar. Hay que ponerse manos a la obra, no pasar de puntillas o dar la razón para evitar el conflicto, ya que a al larga esto puede pasar más factura.
Escucha activa
La primera regla de oro es intentar entender a la pareja, al igual que nos gustaría que hicieran con nosotros. Y, la única manera de conseguirlo, es practicando la escucha activa y sincera. Cada cual tiene su personalidad, sentimientos y nivel de madurez. Cuando la otra parte de la pareja está exponiendo algo que es importante para ella, lo mejor es atender y poner en marcha la empatía aunque para uno no tenga importancia.
De esta forma se sabrá qué nos está pidiendo, por qué se siente de la manera que se está sintiendo y qué espera de nosotros. Un buen punto de partida para resolver estas situaciones y comenzar a dialogar para encontrar una respuesta en común que satisfaga a ambos.
Discutir no es pelear
Discutir quiere decir comunicarse, mostrar los distintos puntos de vista sobre un tema. Esto es enriquecedor y permite a la pareja crecer conjuntamente, aprendiendo algo sobre la otra persona y comprendiendo sus puntos de vista. Algo clarificador de cara a próximas situaciones similares que puede ponernos en alerta y no permitir que pueda volver a producirse incomodidad o una nueva rencilla.
Lo contrario, la pelea, solo aviva la discusión e impide alcanzar un punto de partida. El cruce de reproches no es recomendable ya que termina con ambas partes de la pareja tratando de imponer su criterio e intentando cambiarla, en lugar de aceptarla tal y como es.
Centrarse en solucionar el conflicto
¿Es más importante solucionar el conflicto o imponer nuestro criterio? Pensando en frio, la respuesta está clara, pero en mitad de una discusión podemos dejarnos llevar hasta el punto de querer hacer que la otra persona piense como nosotros, olvidándonos de que es un compañero de viaje a quien entender, querer y viceversa. Hay que remar siempre en la misma dirección, de lo contrario la barca se desestabiliza y no se avanza.
El ego debe quedar a un lado y avanzar para llegar a un entendimiento. Siempre habrá que ceder un poco por ambas partes y, por supuesto, no siempre tendrá que ser la misma persona. Pero lo que nunca hay que hacer es imponer un criterio propio porque sí, la discusión habrá finalizado, pero el problema no se habrá resuelto.
Damián Montero
Te puede interesar:
– El matrimonio: ¿enemigo del enamoramiento?