No tenemos recuerdos de nuestra primera infancia, ni de los primeros meses de vida. ¿Quiere decir esto que la memoria no es cosa de niños? ¡Ni mucho menos! Aunque no tengamos reminiscencias de estos primeros años, esto no quiere decir que no hayamos guardado información en estos momentos. De hecho, un nuevo estudio publicado en la revista Current Biology indica que hacia los tres meses un bebé ya es capaz de aprender y almacenar datos.
Muestra de ello es que un bebé es capaz de almacenar información en tanto que aprende a andar o a hablar. Algo que requiere el uso de la memoria. Pero, ¿por qué una persona sí es capaz de retener datos como las palabras o los movimientos motrices y no momentos en concreto? Este trabajo señala que todo se debe al desarrollo del hipocampo en estos primeros años de vida y que su trabajo se basa en esta enseñanza básica.
Aprendizajes básicos
Tal y como indica este trabajo hacia los tres meses un bebé ya es capaz de memorizar patrones visuales y verbales, lo que contribuye a formar un vínculo con los padres y a aprender ciertas acciones básicas como andar o hablar. Es decir, que si bien no almacenamos recuerdos, sí que somos capaces de retener los datos necesarios.
Como ya se ha dcho, el hipocampo es el encargado de almacenar recuerdos y a estas tan temprana su tamaño no es suficiente como para retener tanta información. Hacia los dos años se duplica para poder facilitar las conexiones necesarias para poder incorporar a nuestra memoria recuerdos y vivencias. «Aunque no podemos recuperar experiencias en los primeros años cuando somos mayores, nuestra investigación demuestra que nuestro cerebro almacena datos que nos permite aprender de ellas», indican los responsables de este trabajo.
Desarrollo del cerebro del niño
Tal y como indican desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades los niños nacen listos para aprender, una habilidad que desarrollan a lo largo de los años. En estos primeros momentos los bebés dependen enteramente de sus padres y otros cuidadores para desarrollar al completo todas sus habilidades de manera correcta hasta poder ser independientes y llevar una vida correcta.
La manera en la que el cerebro del niño crece está influenciada por las experiencias del niño con otras personas de su mundo. El cuidado es fundamental para un buen desarrollo y que los bebés aprendan mejor. Los pequeños evolucionan mejor cuando sus padres hablan y se comunican con ellos, permitiendo que desarrollen su lenguaje a través de la comunicación que puede fomentarse simplemente hablando o cantándole.
Exponer al niño al estrés y al trauma pueden tener consecuencias negativas a largo plazo para el cerebro del niño, mientras que hablar, leer y jugar con él pueden estimular el crecimiento de su cerebro. Garantizar que los padres, cuidadores y proveedores de cuidado en la primera infancia tengan los recursos y las habilidades para proveer un cuidado seguro, estable, provechoso y estimulante es una importante meta de la salud pública.
Damián Montero
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