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La Primera Comunión en tiempos del Covid

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La celebración de la Primera Comunión ha sido tradicionalmente un hito clave en la pequeña historia de los niños. Así sigue siendo. Recibir este sacramento es un momento crucial en la vida de la fe y se celebra como tal. Sin embargo, en medio de una sociedad cada vez más distanciada de la fe, se corre el riesgo de que la Primera Comunión sea, al mismo tiempo, la primera y la última. De los padres depende, en gran medida, cómo vivan los hijos esa fe que se aprende en casa.

De acuerdo con cifras de la Conferencia Episcopal de España, en el año 2020 se celebraron en el país 222.345 primeras comuniones, casi un 4% menos que el año anterior. Un dato que, sin duda, guarda estrecha relación con la crisis sanitaria desatada por el Covid-19. No obstante, en este 2021 son muchos los niños que recibirán por primera vez la eucaristía en las próximas semanas; aunque lo harán de una manera diferente debido a las restricciones impuestas por las autoridades, pero no por ello las familias dejarán de celebrar lo que para muchos es uno de los momentos más especiales de la vida de un niño.

Más allá del escándalo anecdótico de las Comuniones Civiles que se organizan en algunos lugares para que los niños no creyentes tengan una fiesta similar a la de sus amigos, las celebraciones de la Primera Comunión corren el riesgo de convertirse en un día fundamental en la vida de los niños pero desligado del resto de sus vidas.

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Una celebración adaptada a la nueva normalidad

A pesar de lo que se quiera o se pueda gastar en la Primera Comunión, lo que está claro es que en este 2021 esta celebración tendrá que adaptarse a las restricciones impuestas por las autoridades. Por ello, con el fin de minimizar al máximo el riesgo de contagio, la tendencia actual es la realización de una fiesta íntima. Los expertos recomiendan optar por espacios amplios, que cuenten con grandes salones privados y con buena ventilación o jardines, algunos techados, para disfrutar de una comida al aire libre.

Además, como la cantidad de invitados se ha tenido que reducir, han cobrado especial relevancia las celebraciones virtuales. Así, cursos de cocina para niños y adultos, concursos de juegos variados y hasta clases de magia son algunos de los «extras» más solicitados para las comuniones de este año.

Llegó el día

Don Enrique Jiménez, con una amplia experiencia en la preparación de la Comunión en colegios, explica que lo importante para vivir con acierto ese día es encontrar el equilibrio entre la gran celebración que tiene que ser -es un motivo de alegría que se desea compartir con familia y amigos y que tiene que perdurar en el recuerdo- y el tipo de celebración en el que no se puede convertir.

Es natural que, tras la celebración de la Primera Comunión, se quiera compartir con los seres queridos ese momento de alegría y para ello trataremos de organizar una fiesta digna de tan importante evento. Pero la preparación tiene que adaptarse a la Comunión, y no superarla.

Lo más importante es que el protagonista es el niño. Los invitados son la familia íntima y los amigos más cercanos, si es posible, algunos de los niños, aunque muchos harán la comunión con ellos. A raíz de la pandemia, se ha reducido bastante la lista de invitados, lo que además de economizar el evento, ayuda a no correr el riesgo de convertirlo en una miniboda.

Comuniones de mañana

Hay tres maneras de preparar esa comida:

– Opción 1. Delegamos todo en terceros y no nos ocupamos de nada. Únicamente habremos de asistir a la reunión con el catering o la persona que se vaya a encargar, a la que contaremos nuestras ideas, y nos olvidamos de todo.

– Opción 2. En un modelo mixto. Encargamos la comida pero nosotros lo organizamos. Montamos las mesas, colocamos la comida, la decoración, etc. y el catering ese día nos trae lo que hemos pedido. En el caso de que hayamos pensado no contar con camareros otra ayuda, es preferible que optemos por finger food, o sea, todo presentado en un tamaño que no requiera cubiertos. No obstante, siempre vendrá bien poner algún plato de apoyo pensando en las personas mayores, protagonistas también en las comuniones.

-Opción 3. Si preferimos prepararlo todo nosotros en casa, tanto la comida como las mesas y la decoración, la máxima debe ser sencillez y buena presentación. Conviene pensar en elaborar un menú infantil: los niños no comen lo mismo que los mayores. Es bueno que incluso el niño o la niña puedan opinar y elegir en parte del menú.

Si la comunión se celebra sábado por la mañana, lo más probable es que la comida se alargue. Es un día de fiesta, nos encontramos en familia y entre amigos: estamos a gusto. Es por ello que conviene tener prevista una merienda sencilla. Sin embargo, si es en domingo, no nos veremos en esa situación: al ser víspera de laborable, nuestros invitados suelen retirarse antes.

Unas mediasnoches o unos croissants rellenos son una idea estupenda para esa merienda. Ahora están muy de moda los candy bar, que podemos emplear como merienda de esa celebración que se alarga.

Si la comunión es muy pronto, a las 10:00 h y tenemos a los invitados preparados a las 12:30 h, viene bien contar con un pequeño aperitivo de dos o tres platos: unas tablas de quesos nos vendrán fenomenal. Los invitados van picando, con un refresco o una cerveza, mientras se abren los regalos. Con eso conseguimos llenar el tiempo hasta la hora prudencial de la comida.

Comuniones de tarde

Si la comunión es de tarde, debe ser merienda. Estas tienen muchas ventajas: por un lado, el gasto es menor a la comida, son muy lucidas, y los niños disfrutan igual. A veces nos da miedo pensar que es una pena que el niño no disfrute del día entero: después de muchos años organizando celebraciones, pero lo disfrutan igual.

Las comuniones de tarde suelen ser sobre las 17:30 h. por lo que la celebración empieza sobre las 19:00. Hay que optar por salado y después por dulce. Como la celebración religiosa es temprano, los invitados han comido pronto, con lo cual a las 19:00 tiene hambre. Realmente es más una merienda-cena que una merienda al uso.

Los recordatorios de la Primera Comunión

Al final de la celebración, es tradición repartir a los invitados unos recordatorios que permitirán a esas personas acordarse del día de la Primera Comunión y rezar por los niños. Ya no se encuentran los modelos tradicionales de recordatorio impresos en papel vegetal con pan de oro o los troquelados sobre papel nacarado. Los diseños son mucho más modernos y casi todas las empresas dedicadas a esto admiten tanto dibujos por catálogo como personalizados.

Para no perder el sentido último de los recordatorios, conviene que incluyan algún motivo religioso y, desde luego, tenemos que huir de los que representan a los niños rodeados de juguetes, que los hay. Algunos de los recordatorios tienen un dibujo pintado a mano que después podemos enmarcar y dejar de recuerdo en la habitación de nuestros hijos.

Para siempre

Cuando termina la Primera Comunión empiezan el resto de las comuniones. Por eso los regalos que se hagan ese día deben ir encaminados a recordarlo para siempre. Las mismas marcas que diseñan recordatorios, suelen disponer de un catálogo amplio de medallas, cruces, pulseras con cruces, pulseras con un misterio del rosario y rosarios para los niños.

Es natural que se quiera hacer un regalo especial en ese día. El secreto está en marcarlo de modo que quede en el recuerdo que es de la Comunión, para que su significado no sea el regalo en sí, sino marcar la fecha para siempre. Si se regala un reloj o un bolígrafo o pluma bueno, será conveniente grabarlo antes con la fecha y el motivo.

La cámara de fotos también es un regalo tradicional y hoy muy asequible. Puede servirnos para que los niños tomen imágenes de ese día y después construyan, en compañía de sus padres, un libro de recuerdo de la Primera Comunión, que también es un bonito regalo que conservarán toda la vida.

Pero más importante que todos los aspectos materiales es que, desde el día de la Primera Comunión en adelante, nuestros hijos vivan la fe como una experiencia en familia. El camino de la formación espiritual de nuestros hijos no ha hecho más que empezar. Sin un acompañamiento adecuado, corremos el riesgo de que se quede ahí. No solo debemos fomentar la participación en la liturgia, sino que podemos animarles a buscar grupos de catequesis de poscomunión y otras iniciativas destinadas a mantener viva su fe.

Marina Berrio

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