Tomar un cafe, pasear, llevar a tu hijo pequeño al parque, descansar un rato, pensar y reflexionar sobre todo lo que te queda por hacer, aprovechar para hacer la compra… Todo esto y mucho más se puede hacer con esa hora de espera hasta que nuestros hijos salgan de las clases extraescolares, aunque el estrés nos haga suponer muchas veces que es una hora perdida.
Y por eso, nos preguntamos: ¿hay un tiempo correcto para dedicar a la familia? No existe una regla que lo pueda establecer. La norma básica establece, de manera general, que es beneficioso para los hijos pasar tiempo con sus padres. Ese tiempo será, en ocasiones, de dedicación exclusiva, y otras veces, bastará con que «estemos» aunque podamos hacer cosas diferentes.
Elegir cuesta: cuando una cosa excluye la otra
Elige lo que quieres hacer (cuánto quieres trabajar, hasta dónde quieres llegar, cuánto quieres ganar, cuánto quieres ocuparte de los hijos, cuánto de la casa). Cada elección tiene un precio que hay que asumir porque, salvo escasas excepciones, lo normal es que una opción excluya otra. Y una vez tomada la decisión, debemos disfrutar sin lamentarnos por las opciones que descartamos.
El problema radica en que las circunstancias socioeconómicas de la mayoría de las madres obligan, en muchas ocasiones, a realizar trabajos que plantean dificultades de conciliación. Y no hay muchas opciones para compartirmentar espacios para una misma, para estar con tu pareja, para dedicar a tus hijos el tiempo que te gustaría, para hacer algo de deporte…
La clave está en adaptarnos lo mejor posible de acuerdo con las circunstancias que nos corresponden. Es decir, cuando con enormes dificultades hemos conseguido un equilibrio razonable y hemos elegido las opciones que mejor compatibilizan cuidar de la familia y garantizar su adecuado sostenimiento económico, tenemos que tomar conciencia de las renuncias que, en ambos terrenos -laboral y familiar- va a suponer nuestra elección y, a partir de ahí, tratar de vivir en armonía con las decisiones tomadas minimizando el ‘coste’ que pueda tener para la familia.
Para lograrlo, tenemos que considerar la conciliación desde un enfoque casi ‘profesional’ y analizar los comportamientos que tenemos tanto hacia el trabajo como hacia la familia. Aunque falta mucho terreno por recorrer para lograr el reto de la conciliación, tenemos en nuestra mano el poder hacer de nuestro caso particular un ejemplo de vida familiar bien llevada que cale en nuestros hijos.
La razón es de peso: si en este siglo la conciliación de la vida laboral y personal está suponiendo un problema para muchas familias, aún lo es más la carga de culpabilidad que genera en ocasiones el haber tomado una decisión y no otra. Es decir, mientras las empresas y la sociedad avanzan en la concienciación necesaria para la conciliación, cada familia necesita adaptarse a circunstancias que posiblemente no son las mejores y tratar de hacer con ellas los malabares necesarios para que esa conciliación no pase factura.
Explica el doctor Fernando Sarrais, psiquiatra y psicólogo, que un pequeño nivel de estrés no es malo porque nos ayuda a resolver mejor las situaciones a las que nos enfrentamos. Ese estrés, que los especialistas llaman ansiedad, se convierte en patológico cuando es tan elevado y sostenido en el tiempo que acaba por marcar nuestra rutina. En el problema de la conciliación actual el reto está en que esa tarea de mantener un nivel de exigencia muy elevado y una alta dedicación al trabajo y a la familia no acabe por desestabilizar nuestro equilibrio.
Ideas creativas para conciliar
Aunque no podemos cambiar los horarios que nos han tocado, sí tenemos la opción de darle un giro creativo a la organización de nuestro tiempo que mejore nuestra vida familiar.
– Higiene digital: como tenemos los tiempos de trabajo y familia muy pautados, el ideal es que, cuando estemos dedicándonos a cada actividad, tengamos la atención plenamente centrada en ella. Uno de nuestros mayores enemigos en este terreno es el teléfono móvil que ha trasladado nuestra oficina al salón de nuestra casa. Por eso, cuando prestamos atención a la familia deberíamos aparcar el móvil en otro lugar.
– Teletrabajo. Los expertos en conciliación muestran que uno de los caminos más adecuados pasa por fomentar en las empresas el teletrabajo. En función de nuestras circunstancias y a medida que nuestros hijos crecen, podemos plantear formatos que eviten el consumo innecesario de tiempo en desplazamientos o que nos permitan trabajar un tiempo desde casa, por ejemplo, mientras nuestros hijos hacen los deberes. Y así, además, verán reflejadas sus tareas en las nuestras.
– Los momentos clave. Que las cenas son el momento perfecto para la familia queda bien en los libros, pero no siempre es posible. En cada casa podemos organizarnos para ver cuál es el rato en el que podemos disfrutar juntos. Y nada impide que sea el desayuno. Eso sí, habrá que prepararlo con amor y con tiempo para que no sea un momento de estrés sino un rato de compartir.
– Aprovechar la ocasión. Si nuestras condiciones no son las ideales, podemos aprovechar ratos aparentemente inútiles para fomentar la unidad familiar. Por ejemplo, podemos dejar de oír la radio en el coche camino del colegio y charlar de todo un poco, o podemos acompañar todos juntos a cada hijo cuando tenga un partido para que se sienta alentado.
María Solano
Te puede interesar:
– Teresa Baró: «Las mujeres tenemos que aprender a poner precio a lo que sabemos»
– 7 consejos para conciliar familia y trabajo
– La conciliación: el techo de cristal de la mujer
– Gestionar el tiempo para conciliar mejor el trabajo con la familia