Aprender disciplinas artísticas como la música, la pintura o el teatro ayuda a desarrollar distintas partes cerebrales, influye en la felicidad de los pequeños y les aporta herramientas para desarrollar competencias sociales y emocionales.
En las últimas décadas, han crecido los experimentos para determinar los resultados de la neurodidáctica, que han revelado que el cerebro agradece las motivaciones que le proporcionan las disciplinas artísticas, y ayuda a que los niños crezcan con una visión más profunda y real del mundo que les rodea, reforzando además su autoestima.
Aprender astronomía, ecología o cualquier otra disciplina a través de ejercicios que impliquen disciplinas artísticas no sólo mejorará la capacidad expresiva de los alumnos, sino también su memoria a largo plazo.
Los beneficios de aprender a ser un artista
Los beneficios que las expresiones artísticas tienen en el ser humano está fuera de toda vida. Utilizar las disciplinas artísticas en la docencia de cualquier materia tiene también su repercusión en el desarrollo cerebral, cognitivo y personal del alumnado.
Los trabajos de investigación en torno al resultado de los ejercicios artísticos para aprender arrojan gran cantidad de elementos positivos para el cerebro de los pequeños, que a menudo pasan desapercibidos y no son tenidos en cuenta en los programas educativos.
Más allá de los beneficios intrínsecos de la enseñanza del arte, tomarla como herramienta para el aprendizaje marca la diferencia y ayuda en pequeños aspectos de la evolución personal de los niños.
«No puedes exigirle a un alumno que sea creativo si tú no lo eres. Al principio, puede parecer complicado tratar de enseñar algunas materias con herramientas basadas en disciplinas artísticas, pero cuando se comprende el concepto es fácil encontrar la manera», reconoce la maestra y experta en lenguaje y desarrollo infantil Tamara Chubarovsky.
Algo que puede parecer tan simple como recitar rimas creando figuras visuales con los dedos tiene una repercusión bastante extensa en la maduración y desarrollo del cerebro de los niños, especialmente entre los que tienen uno y nueve años. El ejercicio activa hasta cuatro áreas cerebrales distintas (visual, movimiento, lenguaje y musical) de manera simultánea, lo que resulta muy importante para que se desarrollen estas áreas, para que su cerebro se haga más eficaz.
Si además el arte entra en la vida de los niños como un juego, desarrollará la capacidad de comprensión y entendimiento de los pequeños y les servirá de entretenimiento y diversión. Es sólo un ejemplo de cómo aplicar las investigaciones en neurodidáctica en ejercicios lúdicos bien diseñados para que sirvan como puntales en la enseñanza de conceptos.
5 beneficios tangibles del arte para el cerebro de los niños
1. Mejora la memoria a largo plazo
Aprender cualquier cosa con técnicas que tengan que ver con disciplinas artísticas consigue que lo aprendido permanezca en los pequeños durante más tiempo. Un estudio en alumnos con 10 y 11 años lo refleja: para estudiar astronomía y ecología se dividió a los alumnos en dos grupos. En uno se explicaron las materias con el enfoque educativo tradicional, en otro los estudiantes realizaron ejercicios como actuaciones teatrales, recreación de movimientos con música o confeccionaron carteles. Se comprobó que el segundo grupo mejoró la memoria a largo plazo en lo referente a estas materias y el resultado fue mejor aún en los pequeños con dificultades lectoras (Hardiman, 2014).
2. Mejora los problemas emocionales y proporciona herramientas sociales
El arte en la enseñanza también ayuda a que los alumnos adquieran mejores capacidades emocionales. De los experimentos al respecto, hay uno clarificador: alumnos entre 9 y 15 años en entornos socioeconómicos desfavorecidos. En un programa de tres años de duración, primero eligieron entre una disciplina de entre música, pintura, diseño de máscaras o escritura de guiones. Después profundizaron en las materias y empezaron a colaborar con otros que también habían elegido una disciplina. En la tercera y última fase, todos los alumnos de este experimento pusieron en marcha una obra teatral y un vídeo sobre la comunidad escolar. Quienes participaron en este grupo no sólo mejoraron sus capacidades artísticas -con los beneficios cerebrales que ello tiene-, también tuvieron menos problemas emocionales y más y mejores competencias de comunicación, cooperación y resolución de conflictos que el grupo de control del experimento (Wright 2006).
3. Más memoria de trabajo y atención
Tocar un instrumento hace que se activen diferentes áreas cerebrales a la vez que tienen que ver con los sentidos y el movimiento. Esto ayuda a la memoria de trabajo y permite relacionar la información que recibimos con nuestra memoria a largo plazo, clave para mantener una conversación o leer una frase y también mejora la atención.
4. Toma de decisiones más amplia
El arte y las herramientas pedagógicas que lo usan no sólo promueven el pensamiento creativo y divergente en los pequeños, también les enseña a ver las cosas desde diferentes perspectivas y a que interioricen que no hay una sola solución para los problemas. Fomenta la creatividad y también su capacidad para encontrar nuevos elementos en el plano de la toma de decisiones. Esto le ayuda a tener más autoestima y mejores herramientas que pueden ayudar a evitar la frustración ante un problema.
5. Mejora del autocontrol y la autoestima
La docencia de artes escénicas e incluirlas en el proceso de aprendizaje de otras materias repercute en una mejora del autocontrol y la autoestima del alumnado. Además tiene más repercusiones como la mejora del vocabulario, el aumento de la sensación de libertad y responsabilidad o una mejor transformación de pensamientos abstractos en concretos.
El arte ayuda a ampliar el rango de aprendizaje
Este tipo de herramientas es eficaz en alumnos de todas las edades. Las disciplinas artísticas consiguen estimular áreas de cerebro concretas que refuerzan lo aprendido y colaboran con el desarrollo de otras habilidades sociales.
Los alumnos que aprenden con herramientas basadas en la pintura, la música, las representaciones escénicas o el movimiento avanzan con más ventajas que quienes lo hacen bajo las herramientas más típicas. Saber crearlas, combinarlas e identificar elementos que pueden resultar complicados para los alumnos que se pueden adaptar a este tipo de técnicas es algo que cada vez tienen más en cuenta los maestros.
Al margen de las reglas nemotécnicas más simples como cancioncillas que ayudan a recordar, el uso del arte en la enseñanza es algo más complejo y eficaz de lo que parece.
«En los primeros años y de forma natural el niño juega, canta, baila, dibuja y todas estas actividades son imprescindibles para su correcto desarrollo sensorial, motor, cognitivo, emocional y en definitiva cerebral que le van a permitir aprender a aprender. Y realizando todas estas actividades el niño se divierte, muestra orgulloso sus resultados a los demás, intenta mejorar y ésta es una forma efectiva de entrenar una de las grandes virtudes del ser humano: el autocontrol», indica Tamara Chubarovsky.
Poco a poco, los estudios científicos van arrojando datos fiables sobre el uso del arte y su repercusión no sólo a nivel personal en los alumnos, también en su capacidad de ampliar su rango de aprendizaje, sentirse mejor y desarrollar su cerebro. Más allá de lo que nos transmita el arte en el plano de sentimientos, en el plano físico también es desequilibrante cuando se usa como herramienta de enseñanza.
Marina Berrio
Asesoramiento: Tamara Chubarosky, maestra y especialista en Pedagogía Waldorf, dificultades del aprendicaje y terapia del lenguaje.
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