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Dejar de gritar a los niños es posible: 3 fases para conseguirlo

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Nadie se siente bien consigo mismo después de levantar la voz. Entonces, ¿por qué gritamos a nuestros hijos? Quizás sea porque en ese momento somos incapaces de encontrar otra manera de resolver la situación. En general, la carga mental que soportamos como padres y trabajadores nos genera un estrés que desemboca en reacciones difíciles de controlar. 

En la práctica, sabemos que los gritos son un atajo para solucinar un problema momentáneo, los niños se quedan como paralizados, pero a largo plazo no sirve para erradicar el conflicto de raíz y por este motivo, es posible que se repita. 

Para cambiar una situación de gritos en la familia, necesitamos la implicación de todos. Realmente, cuando tú gritas, ellos gritas. Por tanto, no son solo los padres los que debemos realizar el esfuerzo, los niños también deben implicarse y poner de su parte.

Los padres, por nuestra parte, debemos saber que esa emoción (ira, rabia) es pasajera. Solo dura un momento, por lo que debemos darnos un tiempo para calmarlos, sin seguir alimentando esa emoción con estímulos internos o externos, para evitar quedarnos atrapados. Tomarse unos minutos para autorregularnos y retomar el control es fundamental para gestionar el conflicto tal y como realmente queremos.

3 fases para dejar de gritar en casa

Hasta hace poco, los gritos han sido la opción más cómoda y recurrente para resolver problemas y conflictos en casa. De hecho, muchas personas han normalizado el hecho de vivir con gritos en casa, quizás porque se han criado con ellos y ahora que son padres actúan siguiendo el mismo patrón. Sin embargo, para los que quieren replantearse esta situación, educar sin gritos es posible y que merece la pena intentarlo.

Primera fase

Consiste en informarse y conocer cómo funciona el cerebro de los niños. Desde esa perspectiva, es mucho más fácil mantener la calma en momentos complicados. Respira y controla tus emociones. Date unos minutos para recuperar la calma antes de abordar la situación para intentar resolver el conflicto. 

Segunda fase

Cada persona debe encontrar las razones por las que quiere dejar de gritar. De este modo, cuando nos veamos en medio del conflicto en casa, nos acordaremos de nuestras propias razones, que seguro tienen incluso más peso que las razones de los expertos.

Tercera fase

Aprovecha los conflctos familiares para crecer como familia. Cada uno de ellos será una oportunidad para buscar un montón de alternativas al grito. De este modo, podrás acompañar de forma consciente a tus hijos mientras crecen, transmitirles vuestros valores de forma serena y disfrutar juntos de esta etapa. Como colofón final, llegará un momento en que nos adelantaremos al problema en lugar de ir apagando los fuegos que se van generando.

Marisol Nuevo Espín

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