Que la llegada de un bebé cambia nuestras vidas es algo evidente. No solo porque la familia recibe un nuevo miembro, o porque en el terreno económico toca hacer cambios de cara a satisfacer las necesidades del más pequeño. Hay estudios que indican que el cerebro de los padres se altera para mejorar el cuidado que se le ofrece al recién nacido.
Ahora, un nuevo estudio indica que no solo se producen cambios en los padres. La llegada del bebé tiene efectos en todos aquellos que se implican en el cuidado de los más pequeños. En concreto, en este trabajo realizado por la Universidad de Denver, se han advertido alteraciones el cerebro de estas personas similares a los que experimenta el recién nacido en sus primeros años de vida.
Protección del bebé
Los estudios previos han demostrado que el cerebro de los padres se altera una vez que nace el niño. En el caso de la mujer se desarrollan las zonas encargadas de la empatía con el fin de mejorar la conexión con sus hijos y entender sus necesidades con las señales que éste muestra. Por su parte, el hombre crea más oxitocina, experimentando felicidad al estar cerca de sus hijos.
Este nuevo estudio se ha centrado en el resto de personas implicadas en la crianza del bebé en sus primeros meses de vida. Al igual que en el caso de los padres, sus cerebros se alteran con el fin de ofrecer mejores cuidados al recién nacido que está a su cargo, un mecanismo interno con el que se intenta asegurar el cuidado de los niños a estas edades tempranas.
Por ello se recomienda también apoyar a estas personas relacionadas con el cuidado de los más pequeños. Brindar este cuidado es de vital importancia para la correcta crianza de los bebés. De esta forma se generará un ambiente respetuoso, amoroso y libre de estrés que, a la larga se traducirá en un correcto desarrollo de los recién nacidos al encontrar fuertes vínculos con los que aferrarse.
Cambios en el cerebro
Tal y como ya se dijo antes, la llegada de un niño cambia el cerebro de los padres del mismo modo. Estudios como los realizados por las universidades de Yale y Bar-Ilan, revelan que se producen alteraciones en los seis meses posteriores al nacimiento. Esto se debe a la segregación de hormonas y su acción en el centro emotivo del cerebro de los progenitores, condicionándose los sentimientos y pensamientos relacionados con el recién nacido.
Otro trabajo destaca que la paternidad despierta nuevas funciones en los padres. Otro trabajo de la Universidad Northwestern afirma que los niveles de testosterona se reducen tras la paternidad. A medida que el hombre se implica más en la crianza de su hijo, más se reduce esta hormona. «La disminución de la testosterona parece ser un ajuste biológico que ayuda a los hombres a cambiar sus prioridades cuando llegan los hijos, ya que rasgos como la agresividad y la competencia son menos útiles», indica Christopher Kuzawa, uno de los responsables de esta investigación.
Damián Montero
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