Romper el silencio, entrenar el arte del discurso y dominar el lenguaje verbal y no verbal… es el reto de Teresa Baró, consultora y formadora en Comunicación «para mujeres que pisan fuerte» y que ha plasmado en su último libro Imparables (Paidós).
En este libro analiza las mejores estrategias para comunicarnos con éxito y tener más visibilidad en el mundo profesional, dos valores importantes tanto para hombres como para mujeres, necesarios para optar a promociones y obtener relaciones estratégicas, pero que juegan en nuestra contra porque según esta autora las mujeres tenemos un estilo propio de comunicación que no siempre es comprendido en el ámbito público, y barreras psicológicas y limitantes que debemos superar para tomar las riendas de nuestra vida y llegar mucho más lejos.
Los retos de la mujer profesional: habilidades para el liderazgo
P. ¿Cuáles son temas más duros y candentes a los que nos enfrentamos las mujeres en la sociedad?
R. Los más graves son la violencia que sufrimos en hogares y en la calle y el acoso sexual en todo tipo de entornos. Pero también están la precariedad laboral, la desproporción en el tiempo que dedicamos al cuidado de la familia y barreras que nos encontramos a la hora de ocupar puestos de responsabilidad en las empresas e instituciones.
P. Como madre de dos hijos, ¿qué consejos daría a los nuevos padres para educar a sus hijos en la igualdad para erradicar la mayoría de los problemas a los que nos enfrentamos las mujeres hoy?
R. Lo primero es ofrecerles buenos modelos con el propio ejemplo. Padres y madres que se respetan, que se apoyan en sus respectivas profesiones, que comparten por igual las tareas domésticas… Lo segundo es entrenar sus habilidades de comunicación de una manera no tan diferenciada como hemos hecho hasta ahora: los hombres pueden ser tiernos, dulces, empáticos y pueden trabajar en profesiones que normalmente han ejercido las mujeres. Y las mujeres pueden ser firmes, seguras, competitivas, ambiciosas y trabajar en sectores tradicionalmente masculinos.Es decir, tenemos que evitar caer en la reproducción de unos patrones de comunicación que encasillan y, en el futuro, acabarán siendo trajes demasiado estrechos y les harán perder oportunidades.
P. ¿Se puede competir con armas de mujer en un mundo laboral masculino? ¿Qué tenemos que corregir y cuáles son nuestros puntos fuertes?
R. Si se entiende por armas de mujer aprovechar nuestro atractivo sexual y capacidad de seducción, no lo aconsejo. Prefiero que se me reconozca por mi talento, mis competencias y mi experiencia.
Si entendemos que las armas de mujer son la capacidad para escuchar, la empatía, la capacidad de persuasión, entonces estamos hablando de unas habilidades que tenemos que aprovechar.
Lo que pasa es que a veces, para conseguir nuestros objetivos, nos tenemos que comunicar con los hombres de manera que nos comprendan mejor y que tengan una imagen de nosotras más de acuerdo con su concepto de profesional, de seguridad o de líder. A veces tenemos que hablar en su mismo lenguaje. Puede parecer injusto, pero quizás se trata de aplicarlo durante este momento de cambio de mentalidad hasta que cambie definitivamente la cultura de las empresas y el concepto de líder que hemos tenido hasta ahora.
P. ¿Por qué cree que, a veces, somos nosotras mismas las que nos ponemos el techo de cristal?
R. A veces, somos demasiado prudentes, queremos evitar conflictos y rivalidades con nuestros compañeros, no expresamos nuestros deseos y ambiciones legítimas* incluso disminuimos nuestro valor porque entendemos que la modestia es una virtud. Mientras otros se venden mejor y consiguen puestos mejor remunerados o proyectos de más responsabilidad y reputación. Con mucha frecuencia realizamos tareas poco visibles o no sabemos defender el resultado de nuestro trabajo. Lo que provoca que no nos tengan en mente o incluso nos lleguen a robar nuestras ideas y atribuirse logros gracias a nuestro esfuerzo.
P. ¿Qué necesitamos las mujeres para tener más opciones en el entorno laboral tanto como emprendedoras como trabajadoras por cuenta ajena?
R. Más seguridad en nuestras capacidades y entrenar nuestras habilidades de comunicación. Tenemos que aprender a poner precio a lo que sabemos y hacemos, no pensar tanto en el que dirán, atrevernos a ocupar el espacio más visible, gestionar de manera más eficaz nuestro tiempo…
P. En nuestro camino hacia el liderazgo empresarial, ¿por qué nos asusta tanto a las mujeres estar en primera línea: la visibilidad bajo los focos, en el atril…?
R. Probablemente porque somos muy autoexigentes y queremos que nuestra imagen profesional sea perfecta. Pero también porque arrastramos la creencia de que una mujer no tiene que ser visible y que será más respetada si es discreta. Recordemos la famosa frase «Detrás de un gran hombre hay una gran mujer». Aparte está el tema moral de que la mujer casta no se deja ver mucho y ocupa el espacio doméstico pero no el público. Por suerte esto está cambiando pero algo queda en el inconsciente.
P. La multitarea, el hecho de poder hacer dos o más cosas a la vez, es un atributo femenino. ¿Nos descentra, nos estresa e impide hacer una cosa bien al 100 % o por el contrario es una ventaja?
R. En el libro menciono un estudio que nos muestra que las mujeres no somos mejores en el multitasking que los hombres. Aunque lo creemos y fomentamos esta creencia. Esto acaba provocándonos estrés, desorden, falta de eficacia y frustración por no alcanzar a todo. Por lo tanto, somos mucho más eficaces si somos capaces de gestionar bien el tiempo, concentrarnos en las tareas que requieran toda la atención y hacer una cosa detrás de la otra, según prioridades.
P. Leyendo el libro parece que somos las mujeres las primeras enemigas de nosotras mismas, más críticas, exigentes y con más miedos que los hombres, ¿qué podemos hacer entonces?
R. Ser más benevolentes con nosotras mismas, aceptar que no somos perfectas. Tenemos que pensar que podemos ser más atrevidas y aceptar el riesgo a equivocarnos. Porque así avanzamos más.
P. Las mujeres tenemos muy desarrollado el área del lenguaje, pero estamos entrenadas en desventaja y tenemos una tendencia natural a evitar el conflicto, ¿cómo llegar a dominar el arte de competir y defender nuestros intereses en el ámbito público?
R. Podemos desarrollar nuestra asertividad, es decir, la capacidad para defender nuestras opiniones e intereses de manera correcta, serena y firme. Si entrenamos nuestras habilidades, si conocemos técnicas de persuasión, tendremos más seguridad a la hora de defender nuestras ideas y reclamar nuestros derechos. Hay una vertiente de gestión emocional y otra de comunicación que debemos fortalecer.
P. ¿Cómo ve el futuro profesional de las mujeres? ¿Cuánto tiempo necesitará la sociedad para que el mundo profesional se adapte en igualdad al modo femenino?
R. Me gusta pensar que lo conseguiremos en un par de décadas. Por lo menos en la cultura occidental. En algunos sectores se está avanzando muy rápido. En otros tardaremos más. Pero la sociedad está cada vez más concienciada de que la igualdad real nos beneficia a todos y no sólo a las mujeres.
P. ¿Qué cree que pensarán los hombres cuando lean su libro? ¿De qué forma les ayudará a ellos y en consecuencia a nosotras?
R. Estoy segura de que les va a ser muy útil porque nos comprenderán mejor, serán más conscientes de su estilo de comunicación y podrán desarrollar estrategias para trabajar de una forma más inclusiva, ayudando a las mujeres de su entorno a dar lo mejor de si mismas.
Marisol Nuevo Espín
Te puede interesar:
– El reto de la conciliación laboral y familiar: 10 dudas resueltas
– Hogares inteligentes: conciliar es cosa de todos
– Facilitar la conciliación del padre, clave para la igualdad laboral
– Madres y trabajadoras, los malabarismos de la conciliación