Hace un año que el mundo conoció al coronavirus y poco queda para asistir al aniversario del primer confinamiento total que la sociedad ha vivido en mucho tiempo. 365 después la vida parece que poco a poco vuelve a la normalidad, pero las restricciones se mantienen hasta que se pueda garantizar la total seguridad en el terreno de la salud.
Que las restricciones se mantengan puede tener un efecto negativo en la mente de las personas, que tanto echan de menos poder realizar actividades tan comunes como pasar unas vacaciones tranquilas o hacer una visita a casa de los abuelos sin mayor preocupación. A esto hay que unir el pesimismo que acarrea el hecho de no saber bien cuándo va a terminar todo y no verle el final a esta situación.
Optimismo frente a la pandemia
Aunque sea difícil, hay que tratar de mantener el optimismo en el hogar, aunque todo parezca apuntar al lado contrario. La salud mental tiene un papel fundamental en el bienestar de las personas, que incluso pueda derivar en problemas físicos. Un ejemplo es la incertidumbre que puede generar el no ver el final a la pandemia, causando estrés que impida el correcto descanso.
Por ello, una de las claves es pensar que si bien no hay una fecha clara en la que todo esto acabe, hay que tener claro que concluirá. Y lo que es más importante, hay que saber que todos tenemos que llegar a la línea de meta de manera conjunta y sin que nadie se quede atrás. De ahí que tengamos que seguir adelante, cumpliendo las restricciones y normas de salud.
Esta es una buena idea para mantener el optimismo, seguir pensando en todos los planes que podrán realizarse una vez concluya la pandemia. En una lista, todos los miembros de la familia pueden anotar sus ilusiones en este sentido para tener un plan que sea llevado a cabo cuando la seguridad sanitaria sea total y todos podamos volver a llevar una vida 100% normal.
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¿Qué hemos conseguido?
Los datos invitan al pesimismo. Después de un año la situación parece no mejorar y siguen manteniéndose las restricciones, ¿hasta cuándo? No se sabe, pero también hay que comprobar qué se ha conseguido hasta la fecha. Y, desde luego, que es bastante. Hay que pensar en qué habría pasado si no se hubieran puesto en marcha las medidas de prevención que todos hemos conocido.
Quizás habría tocado decir adiós a personas queridas, quizás nosotros mismos habríamos enfermado. Por ello no solo hay que detenerse en el pesimismo, sino pensar en que gracias a estas medidas se han evitado males mayores. ¿No merece aguantar un poco más? ¿No es justo esperar hasta que no exista peligro? De esta forma se podrá disfrutar sin preocupación alguna.
Además, en casa también pueden realizarse muchas actividades que suplan al ocio fuera del hogar. Oportunidades que difícilmente pueden hacerse el resto del año y que servirán para estrechar el lazo entre los familiares. Quizás cuando vuelva todo a la normalidad las obligaciones impedirán pasar tanto tiempo juntos, hay que aprovechar estos momentos y ver las opciones que nos trae la vida, incluso cuando peor pinta.
Damián Montero
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