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5 claves para bajar la escalera de las preocupaciones

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La mayoría de los padres moverían montañas para aliviar el dolor de sus hijos. Duele ver a nuestros hijos preocuparse por situaciones que, francamente, no parecen tan aterradoras. Pero lo que para nosotros, como adultos, no es importante para la mente del niño estas situaciones son amenazadoras.

5 claves para bajar la escalera de las preocupaciones

La buena noticia es que esos pensamientos de preocupación recurrentes pueden suavizarse poniendo en práctica las siguientes claves:

1. Evitando la frase «deja de preocuparte»

Cuando los hijos están preocupados por algo, desean desesperadamente escuchar a sus padres, pero su cerebro no permitirá que esto suceda. Durante los períodos de preocupación y ansiedad, hay una rápida descarga de sustancias químicas y transiciones mentales ejecutadas en su cuerpo para sobrevivir.

Un subproducto es que la corteza prefrontal, o la parte más lógica del cerebro, se detiene mientras el cerebro emocional más automatizado se hace cargo. En otras palabras, es muy difícil para el niño pensar con claridad, usar la lógica o incluso recordar cómo completar las tareas básicas.

Para ayudar a tus hijos a racionalizar esa preocupación se pueden poner en práctica estos pasos:
– Haz una pausa y respira profundamente con tu hijo/a. La respiración profunda puede ayudar a revertir la respuesta del sistema nervioso.
– Empatiza con lo que le sucede. Que se sienta escuchado.
– Cuando esté tranquilo es hora de encontrar posibles soluciones juntos.
– Deja ir tu culpa, eres una madre o un padre maravilloso que le da a su hijo las herramientas necesarias para manejar sus preocupaciones.

2. El propósito de la preocupación

Enséñale a tus hijos que preocuparse, de hecho, tiene un propósito.
Cuando nuestros antepasados cazaban y recolectaban alimentos, existía un peligro en el medio ambiente, y estar preocupados les ayudó a evitar los ataques de los grandes animales que acechaba en el monte. En los tiempos modernos, no tenemos la necesidad de huir de los depredadores, pero nos queda una huella evolutiva que nos protege: «la preocupación».

La preocupación es un mecanismo de protección que hace sonar una alarma en nuestro sistema y nos ayuda a sobrevivir al peligro.

Comenta con tus hijos que la preocupación es perfectamente normal, que puede ayudarnos a protegernos y que todo el mundo la experimenta de vez en cuando.

3. Permítele que se preocupe

Como ya sabes, decirle a tus hijos que no se preocupen no les impedirá hacerlo. Si ellos pudieran simplemente evitar esos sentimientos, lo harían. Pero permitir que tus hijos se preocupen abiertamente, en dosis limitadas, puede ser útil.

Crea un ritual diario llamado «Tiempo de preocupación» que dure de 10 a 15 minutos. Durante este ritual, anímalos a que liberen todas sus preocupaciones por escrito y sino de forma verbal.

También podemos hacer que la actividad sea divertida decorando una caja de preocupaciones. Durante el tiempo de preocupación, no hay reglas sobre lo que constituye una preocupación; todo vale. Cuando se acabe el tiempo, se cierra la caja y se dice adiós a esas preocupaciones del día.

4. Ayúdales a pasar de qué pasaría si a qué es

Mentalmente, pasamos mucho tiempo en el futuro. Para alguien que experimenta la preocupación constante, este tipo de viaje mental en el tiempo puede exacerbar su estado. haciéndose preguntas como «¿Qué pasa si hoy el profesor me pregunta sobre un tema y no sé explicarlo?» «¿Y si hoy nadie quiere estar conmigo en el cole…?»

Las investigaciones muestran que volver al presente puede ayudar a aliviar esta tendencia de preguntas interminables. Un método eficaz para hacer esto es practicar ejercicios de atención plena. La atención plena lleva a un niño de lo que «¿Y si*?» a «lo que es». Para hacer esto, solo tienes que ayudar a tu hijo a concentrarse, simplemente, en su respiración durante unos minutos.

5. La escalera que controla la preocupación

¿Tus hijos quieren evitar eventos sociales, escuela, o básicamente cualquier situación que les cause ansiedad? Como padre, tratamos de evitarles el dolor. Esto es natural.
La parte cerebral de «la huida» invita a tus hijos a escapar de la situación amenazante. Desafortunadamente, a largo plazo, el «evitar» la preocupación puede empeorar la situación.

Entonces, ¿cuál es la alternativa?

Prueba esta práctica llamada «La escalera de las preocupaciones»:
Permite a los niños ser capaces de manejar su preocupación a través de pequeños micropasos para alcanzar una meta. Digamos que tu hijo tiene miedo de sentarse en los columpios del parque. En lugar de evitar esta actividad, creamos mini-metas para acercarnos a la meta más grande (por ejemplo, que vaya al borde del parque, luego camine hacia el parque, que vaya a los columpios y, finalmente, que se suba a un columpio).

Puedes utilizar cada paso hasta que la exposición sea demasiado fácil; ahí es cuando sabes que es hora de pasar al siguiente peldaño de la escalera.

En resumen, con estas claves, podremos ayudarles a nuestros hijos a manejar la preocupación constante, a sentirse empoderados al verse que pueden controlarla cada vez mejor y ponerla a trabajar a su favor.

Gabriela García González. Autora del libro La mejor coach para tus hijos ¡eres tú!,! es una referente del coaching para niños y el empoderamiento infantil y femenino. Educadora y experta en desarrollo personal integral.

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