Existe una clase de niños que, en lugar de dormir, son de los que siguen leyendo debajo de la sábana con linterna para averiguar el desenlace de su novela favorita. Es probable que sus padres se congratulen y piensen: «Qué suerte tener un hijo que lee por gusto, y no por obligación».
Tener hijos lectores es, efectivamente, una suerte, además de una gran ventaja que les acompañará toda la vida. Pero también, puesto que los niños rara vez tienen filtros, suelen devorar cualquier cosa que cae en sus manos. Aquí es cuando debemos estar atentos.
Parece obvio, pero solemos pasarlo por alto: no todos los libros contribuyen al desarrollo personal de nuestros hijos. Hay libros que forman y otros que hacen daño; libros con los que creces y otros con los que te ensucias.
Hoy en día, más que nunca, tenemos que aprender a distinguir la buena de la mala literatura. Al mismo tiempo que fomentamos el hábito de lectura, debemos preservar los valores inculcados en casa y velar para que nuestros hijos lectores no los ‘desaprendan’ a través de los libros.
Modas peligrosas de lectura infantil que deben evitarse
Una gran parte de la literatura actual, sobre todo la que tiene como público a los adolescentes, recurre en exceso a tres tópicos: el sentimentalismo («si me hace sentir bien es que es bueno para mí»), la superficialidad (un entretenimiento ligero que no analiza en profundidad) y el escapismo (negarse a vivir en la realidad). La combinación de estos elementos actúa como una droga sobre los niños, desconectándoles de la vida real y responsable.
En este tipo de libros, los personajes actúan de forma contradictoria: pasan del odio al amor en cuestión de segundos, actúan por impulso y se muestran incapaces de meditar su comportamiento o de arrepentirse de sus errores. Tienden, además, a evadirse de su entorno y tener vidas paralelas en mundos fantásticos. En este tipo de literatura, la moral, las decisiones y la actuación están condicionadas por ese ingrediente fantasioso que les permite ‘liberarse’ de la sociedad en la que se encuentran y vivir por encima de las normas convencionales.
Otra de las tendencias actuales es justificar temas controvertidos y en auge como el suicidio, la sexualidad desordenada, las rupturas familiares o el animalismo («los animales son más importantes y mejores que las personas»). El problema reside en que, mientras que un adulto es capaz de leer algo con lo que no está de acuerdo y tomar distancia crítica, el cerebro de un niño y del adolescente absorbe a velocidad vertiginosa todo lo que lee. Su imaginación se impregna de las historias leídas, le gusta imitar a sus personajes favoritos y se pregunta si está actuando como ellos.
¿Qué es un «buen» libro?
Para escapar del sentimentalismo, un buen libro debe ser capaz de reproducir emociones como el miedo, la alegría o el amor en consonancia con la actuación del personaje. Cuando el lector se enamora de lo tierno, se ríe con lo divertido y teme lo maligno, sabemos que hay una coherencia establecida sobre lo que es bueno y malo.
La señal de que un libro es dañino aparece cuando tu hijo está leyendo algo morboso o cruel que, sin embargo, le produce emociones positivas. Muchos autores son capaces de manipular al lector para que sienta, por ejemplo, alegría cuando se comete un acto de venganza, o complacencia cuando el personaje es violento: esto termina normalizando comportamientos de crueldad y violencia que deberían resultarnos desagradables.
Un libro positivo, por tanto, forma a la persona comunicando una coherencia moral, lo cual no significa que deba estar repleto de sermones aburridos. Las enseñanzas y los valores deberían desprenderse implícitamente de situaciones y anécdotas que los niños puedan recordar con facilidad. Es mucho más divertido aprender sobre el fracaso con una carcajada o contagiarse de la bondad de un personaje en un diálogo ocurrente que a través de un monólogo interminable sobre el bien y el mal.
Responsables con los libros y la lectura: primero tú, luego ellos
Cuando tus hijos son pequeños, eres el responsable de escoger sus primeros libros. Llegado el momento, no elijas un libro en función de su portada o porque te lo recomendó un conocido: hay que informarse e investigar para que sea una elección consciente y, sobre todo, que se ajuste al criterio personal de cada familia. Para ello es fundamental discernir sin prisa: de hecho, es preferible que tu hijo lea unos pocos libros al año previamente filtrados a que se alimente de literatura nociva en grandes cantidades.
Conforme vayan creciendo, tendremos que proponerles nuevos retos de lectura. En vez de comprar el best seller de moda, conviene buscar géneros más variados y animar a los hijos a que lean sobre otros temas para ampliar su perspectiva.
Una vez en la adolescencia, ya han desarrollado una cierta capacidad crítica y prohibirles lecturas «porque sí» puede resultar perjudicial: los adolescentes necesitan experimentar y descubrir por su cuenta. El papel de los padres en este caso debe limitarse a aportar las herramientas necesarias para que sus hijos puedan realizar esa introspección de la mejor manera. Así no solo se incentiva que el lector razone por su cuenta, sino que se ponga en el lugar de sus padres y reflexione sobre el valor real del libro. Ayudará mucho si se le hacen preguntas concretas: ¿Cuál es el argumento clave del libro? ¿Por qué te gusta tanto? ¿Se lo recomendarías a tus amigos? ¿Debería leerlo yo? ¿Querrías parecerte al protagonista?
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Aprendiendo a distinguir entre libros
Temas
Recomendable
Personajes que crecen, aprenden de sus errores y son admirados por sus virtudes.
No recomendable
Personajes solitarios, orgullosos y admirados por sus habilidades físicas o su belleza corporal.
Amor y relaciones personales
Recomendable
Novelas que otorgan al amor un sentido pleno, incluyendo valores como el coraje, la humildad o el desprendimiento.
No recomendable
Novelas donde el enamoramiento no requiere de voluntad, sino de sensaciones y emociones pasajeras o contradictorias.
Esperanza y optimismo
Recomendable
Historias que hacen hincapié en valores como la belleza frente al sufrimiento, destacando la superación por encima de los retos.
No recomendable
Historias que se estancan en el pesimismo y la falta de ganas de vivir, donde el centro de la historia es el dolor y no la esperanza.
Diversión y humor
Recomendable
Comedias de entretenimiento con un humor que requiere ingenio, elegancia y tacto.
No recomendable
Comedias que utilizan la grosería, la burla a otros o la violencia para hacer reír.
Laura Revuelta
Asesoramiento: Clare Cannon
Más información en el libro Cómo hacer hijos lectores, de la autora Carmen Lomas
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