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5 frases de los niños que pueden indicar ansiedad

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¿Qué le pasará a mi hijo/a? Muchas veces los padres intuimos que hay algo extraño en el comportamiento de nuestros hijos que no acertamos a identificar. Sabemos que algo les pasa, pero no sabemos qué es ni cómo conseguir que nos lo comuniquen. ¿Te gustaría tener la clave para comprenderles mejor?

No es fácil lidiar con grandes emociones cuando eres un niño, como la ansiedad, aún más cuando se trata de expresar esos sentimientos a un adulto, para que pueda ayudarte. A veces, como padres, florece el sentimiento de frustración cuando se intenta entender el problema del que se queja nuestro hijo sin comprender el significado subyacente, sobre todo, cuando se trata de la ansiedad

Pero afortunadamente, hay algunas frases que los niños dicen, que pueden ayudarnos a reconocer si están sufriendo ansiedad.

5 frases que pueden indicar ansiedad en los niños

1. «Me duele el estómago». Hay ocasiones en las que un dolor de estómago es solo un dolor de estómago. Sin embargo, si tu hijo tiene dolores de estómago persistentes, especialmente antes de un exámen, antes de ir al colegio, antes de un gran juego, incluso durante cualquiera de estas actividades, podría ser una señal de que está experimentando ansiedad.

Cuando los niños experimentan ansiedad su cuerpo entra en modo de «lucha o huida». Sus pupilas se dilatan, sus músculos comienzan a quemar las reservas de glucógeno mientras se preparan para la batalla, y su sistema digestivo se ralentiza. Un proceso digestivo más lento a menudo produce dolor, gases, estreñimiento o diarrea, náuseas o incluso vómitos.

Si los dolores de estómago están relacionados con la ansiedad, hay varias habilidades que podemos enseñarle para transformar su ansiedad en un catalizador positivo para su bienestar. Por ejemplo, comenzar enseñándole a respirar lenta y profundamente; esto inunda el cerebro con oxígeno para que el cuerpo vuelva al modo de reposo y digestión.

2. Lágrimas y sensibilidad. A menudo las lágrimas y la ansiedad van de la mano, pero esto no siempre es algo malo. Los últimos estudios del Departamento del Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard han demostrado que llorar puede ser bueno para los niños que sufren ansiedad si se encuentran en el entorno adecuado. De hecho, se ha demostrado que un tercio de todos los episodios de llanto tienen cambios positivos en el estado de ánimo, si el niño recibe el apoyo conveniente.

Cuando el niño llora, es aconsejable dejarlo que exteriorice esa emoción y no tratar de reprimirla. Una vez que comienza a calmarse, es ideal hablar sobre qué es lo que le preocupa y ver si pueden encontrar una solución y abordar la situación juntos. Ésto ayudará a comunicarnos mejor y ayudarlos a sentirse más en control de la situación.

3. «¿Y si …?» Cuando los niños sienten que tienen poco control sobre una situación suelen comenzar a hacer preguntas como «¿Qué pasaría si …?» porque quieren inconscientemente planificar esos posibles escenarios. Piensan que sii pueden planificarlos, esas situaciones, no los tomarán desprevenidos.

Frente a esto, es importante convertir sus «¿Qué pasaría si?» en «¿Y qué pasa si?» Por ejemplo, si tu hijo dice: «¿Qué pasa si nadie más lleva chándal al colegio y yo soy el único?» y tu respondes con: «¿Y qué pasa si eres el único que lleva chándal al colegio? ¿Cuál es el problema?» Este cambio sutil permite que la corteza prefrontal del niño comience a participar en pensamientos racionales y razonables.

Y si eso no funciona, ayuda a que tu hijo piense en el peor de los casos que ocurriría ¡que sea tan escandaloso que los haga reír a ambos! ¿Sabías que el subidón de endorfinas de la risa puede interrumpir las señales químicas en el cerebro lo suficiente para reducir la ansiedad?

Otra forma de reducir la ansiedad en los niños es el ejercicio físico, de esta forma se incrementa la producción de GABA, un neuroquímico que permite que el cerebro esté menos tiempo en períodos de «preocupación».

4. «No puedo dormir» Está comprobado el estrecho vínculo que hay entre la ansiedad y los trastornos del sueño. El estrés puede hacer que sea imposible conciliar el sueño, dificultad para permanecer dormido y también para despertarse por la mañana. Incluso, el niño aunque no esté cansado puede bostezar incesantemente y ese puede ser un síntoma de ansiedad. Bostezando, es la forma que tiene el cuerpo de absorber más oxígeno para alimentar un cerebro demasiado activo y ayudar a calmar la respuesta del cuerpo al estrés. Si el niño no puede dejar de bostezar después de una noche de sueño completo, es posible que experimente ansiedad.

5. «¡No puedo!» La ansiedad y el perfeccionismo, habitualmente van de la mano. Cuando el niño tiende a darse por vencido fácilmente, incluso antes de comenzar a probar algo nuevo, es probable que experimente ansiedad en lugar de falta de capacidad.

Sin embargo, la capacidad de intentarlo y fallar es clave para desarrollar una mentalidad de crecimiento que les servirá por el resto de sus vidas.

Primero, es necesario observar y prestar atención a cómo ve el niño sus propios fracasos (que ya he hablado en artículos anteriores, que son mal llamados así, porque el fracaso es aprendizaje al 100%).

Luego sería ideal hacerle estas preguntas: ¿Cómo te sientes cuando no haces algo bien la primera vez? ¿Cuáles crees que son tus supuestos fracasos? ¿Qué es lo que aprendiste de ellos?

Al enfrentarse a desafíos, intenta que reduzca su meta en pasos más manejables que fomenten una sensación de éxito, para cumplir su objetivo. Una vez que tu hijo experimente algunas «victorias» después de sentirse abrumado por la perspectiva de fracasar, puede comenzar a enfocarse en sus siguientes metas transformadas en micropasos.

Anímalo a intentarlo una y otra vez, reconociendo sus éxitos y ayúdalo a ver que sus fracasos son grandes aprendizajes que llevará consigo a lo largo de su vida.

La gran habilidad de ver más allá de las frases de nuestros hijos se adquiere poco a poco y con el tiempo. Nuestra mejor ayuda será la observación y el conectar con ellos fomentando una comunicación con diálogo lo más distendido posible, creando pequeños momentos de calidad y espacios para ello, que se terminen disfrutando en familia.

Gabriela García González. Autora del libro La mejor coach para tus hijos ¡eres tú!,! es una referente del coaching para niños y el empoderamiento infantil y femenino.

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