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En acción: la importancia del movimiento en el desarrollo de los niños

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Los niños no paran quietos ni un momento, pero es que ¡lo necesitan! Por eso, los padres debemos favorecer en estas edades la actividad y la acción, pues es importante para un crecimiento armonioso de los niños. 

Los niños necesitan moverse mucho más que los adultos: siempre tienen ganas de correr, saltar, trepar y jugar. Es normal que a estas edades, entre los 3 y los 6 años, se muestren tan activos, ya que están llenos de energía y así liberan tensiones y expresan sus emociones.

Para que los niños puedan dar rienda suelta a toda esta necesidad de movimiento, los padres debemos poner de nuestra parte para que nos les falten actividades deportivas, salidas al aire libre y juegos.

Esta etapa es muy importante ya que los niños necesitan aprender a moverse por sí mismos y adquirir autonomía, lo que contribuirá al aumento de la autoestima y a la adquisición de habilidades posteriores. Además, la actividad física mejora su salud y ayuda a prevenir la obesidad.

Inquietos: ¿por qué los niños se mueven tanto?

Cuando los niños tienen entre 3 y 6 años, aún no tienen desarrollada su capacidad de controlar y expresar las emociones, por lo tanto, estas son manifestadas a través del cuerpo. Cuando se enfada, patalea, llora y grita, y cuando está contento, salta y alborota.

Su cuerpo es el medio para expresarse y por eso se muestran tan activos.

Sin embargo, los padres iremos comprobando cómo, a medida que crece nuestro hijo, éste irá cediendo el movimiento corporal a la reflexión e interiorización de los pensamientos. El cuerpo dejará de ser poco a poco su recurso de expresión principal.

El cuerpo es el medio de expresión del niño de los 3 a los 6 años y éste es un hecho muy importante a tener en cuenta por los padres. Un niño pequeño al que se le obliga de forma habitual (y se entiende que fuera de los lugares y situaciones convenientes) a estar quieto y callado, es un niño que no podrá desarrollar su natural actitud curiosa, lo que perjudicará a su aprendizaje.

¿Deporte tan pequeño?

La actividad ayuda al niño a liberar tensiones, ya que los músculos quedan distendidos, se fatigan de una forma sana y esto les ayuda a descansar de manera reparadora para estar de nuevo con «las pilas cargadas». Por lo tanto, es recomendable dejarles espacio y tiempo para que puedan realizar actividades que desarrollen sus músculos.

Además, nos encontramos en el tiempo ideal para cultivar mediante los juegos que practique, hábitos deportivos, que pueden enseñarle valores como el rechazo a las trampas, saber perder con alegría porque el otro ha ganado, espíritu de lucha, saber ganar sin humillar al contrario, etc.

En estas edades podemos empezar a animar a nuestro hijo a la práctica de algún deporte.

Además de encarrilar su necesidad de movimiento, el deporte le inculcará nociones tan básicas como la necesidad de cuidar las cosas o el orden con el material de sus juegos (raquetas, balón, chándal, etc.). Así el niño conseguirá más tarde ser cuidadoso no sólo con el material que utilice para hacer deporte, sino con todas sus pertenencias en general.

Es conveniente decir que no es aconsejable encasillar u orientar al niño hacia un solo deporte, sino que debemos procurar que se aficione a varias actividades a la vez, que si es posible, se complementen entre sí: salir al monte, correr, nadar, montar en bicicleta* pueden ser algunas sugerencias entretenidas para él.

En acción: actividades a su medida

Animar a nuestro hijo a practicar un deporte determinado no quiere decir que renunciemos, en ningún momento, a actividades tan sanas como ir al parque, por ejemplo. Allí, no sólo podrá correr y moverse a su gusto sino que además, podrá aprovechar para practicar otros ejercicios como son montar en bicicleta, jugar en los columpios, etc.

Del mismo modo, procura sacar tiempo para que el niño pueda realizar ejercicios tan sencillos y accesibles como caminar o correr. En el campo o en algún espacio abierto, estas actividades le permitirán desarrollar los músculos de las piernas. Y para animarle a correr, nada mejor que llevar una pelota u organizar carreras.

Al principio, evidentemente, tendremos que tener algo de paciencia, pues sus pasos no serán demasiado coordinados. Para ayudarle a progresar rápidamente trataremos de escoger terrenos lo menos irregulares posible. De este modo, al cabo de un tiempo, no sólo caminará de una forma más rítmica, sino que además, lo hará con mayor soltura.

¡Vigila sus juegos!

Los niños, en sus ratos de juegos pueden darnos algún susto, pues no miden el alcance de sus actividades y no saben calibrar el peligro. Por eso, te aportamos unas recomendaciones para que sus ratos de juego sean seguros:

– Cuidado cuando los niños jueguen con palos, pueden herirse en la cara.
– Vigilemos siempre su presencia, pues en un momento de distracción se pueden perder.
– Si les gustan los animales, enseñémosles que siempre que se acerquen a un perro en el parque han de preguntar primero al dueño si pueden acariciarlo. Del mismo modo, vigilemos sus juegos con mascotas, para que ninguno de los dos resulte dañado.
– No permitamos que se lleve piezas pequeñas a la boca de juguetes con los que se entretengan.
– Evitemos los lugares en los que la presencia de coches y tráfico es muy cercana.
– Procuremos que no cojan nada del suelo ni se lo lleven a la boca.

Cristina Murcia

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