El prefijo griego «dys» indica dificultad y el prefijo «a» significa falta o ausencia. Cuando hablamos de Dispraxias Infantiles, nos referimos a apraxias leves, donde el niño dispráxico tiene una falta de organización del movimiento.
En algunos niños, que no poseen un patrón característico de apraxia (falta o ausencia de coordinación en la ejecución de movimientos), se ha observado la existencia de un déficit en los diversos mecanismos sensoriales, necesarios para el afinamiento de la planificación y ejecución de las actividades motoras. Dichos mecanismos sensoriales involucran a los sistemas: auditivo, visual, del equilibrio, táctil y/o sensibilidad profunda.
Las praxias son un conjunto de movimientos voluntarios, aprendidos, que tienen una finalidad y se desarrollan pensando, sintiendo y haciendo. Son complejos programas de movimientos intencionales, coordinados por el sistema nervioso central, destinados a producir un acto específico (hablar, escribir, abotonarse, etc.). La mayoría se aprenden en los primeros seis años de vida, se pueden perfeccionar más tarde y permiten al individuo desenvolverse con autonomía.
Detectar a tiempo el síndrome del niño torpe
Las Dispraxias Infantiles también son conocidas como el Síndrome del Niño Torpe: suele confundirse con debilidad motriz, por lo que es importante realizar un diagnóstico adecuado lo antes posible, para recurrir al tratamiento de psicomotricidad adecuado.
El niño dispráxico suele tener un nivel de inteligencia normal y no tener ninguna lesión cerebral.
Las áreas que sufren más alteraciones son las del esquema corporal y la orientación témporo-espacial. Los niños dispráxicos son incapaces de ordenar un movimiento en relación con su propio cuerpo, de la misma forma que les cuesta adaptar su movimiento a un objeto exterior.
Los padres o maestros notan que algo anda mal: ubicarse mal en el colegio; uso incorrecto del lugar y materiales de trabajo (mal manejo del cuaderno, no poder coger bien el lápiz, las tijeras, etc.); problemas en educación física, o con los juegos del patio. En casa poca autonomía para vestirse, calzarse, etc.
En las dispraxias del habla, el niño tiene mayor capacidad de comprensión, pero se le dificultará la expresión. No obstante el diagnóstico se realiza dentro del campo neurológico y motor, descartando otros problemas de origen central.
Dificultad real, no pereza
Realizado el diagnóstico de dispraxia, es importante explicar a los padres y al niño, que existen dificultades en la adquisición de aptitudes motrices y un trastorno de base, que le causa dicho impedimento pero que, si no se desanima y persevera, con el tiempo logrará las mismas aptitudes que sus compañeros.
Las limitaciones que padece son las mismas que otros niños y que a medida que se desarrolle seguramente dejarán de ser tan limitantes. Resulta importante informar a los profesores del niño, que no se trata de «pereza», sino que es su trastorno el que le ocasiona dificultad para controlar su actividad motora y para el aprendizaje.
La negación de la existencia de un problema, o de las frustraciones, puede resultar contraproducente en la terapéutica adoptada.
Tratamiento de las dispraxias infantiles
El tratamiento de las dispraxias infantiles o síndrome del niño torpe comienza ejercitando la globalidad psicomotora del niño, donde se incluyen aspectos motores, cognitivos y afectivos. Esto permite utilizar todas las posibilidades de movimiento del cuerpo, expresión y relación para reestructurar la personalidad, lo que favorece la integración del esquema corporal, necesario para la reeducación de las conductas motores específicas. El sujeto actúa, habla, comprueba, controla, corrige y descubre a través de su cuerpo.
Tipos de dispraxia
Dispraxia ideomotora: el niño es incapaz de realizar una actividad motora sencilla, ante una orden verbal o por imitación visual.
Dispraxia ideacional: ejecutan movimientos simples ante órdenes verbales, pero no pueden realizar una secuencia de actos motores correlativos. Por ejemplo, cepillarse los dientes, si se les provee de los elementos para realizarlo (cepillo, pasta dental y vaso vacío); ponen el cepillo en el vaso, o echan agua en el cepillo.
Dispraxia en el vestirse: es incapaz de planificar y ejecutar las acciones para colocarse una prenda de vestir.Dispraxia motriz oral: existe una dificultad en la articulación de la palabra, que puede comprometer el desarrollo del lenguaje.
Ejercicios para las dispraxias infantiles
Recuerda….
– Los ejercicios son medios, no fines.
– Plantearlos como un juego.
– Si le gustan los animales, se puede jugar a convertirse en animales y señalar sus partes, imitar su sonido, cómo anda, etc.
– Se trabaja movimientos globales, para llegar a los más específicos, como coger objetos pequeños, cordones o hilos.
– No cansarles y parar cuando veamos que se frustra mucho, o se agota.
– Decirle lo bien que lo hace y que se dé cuenta de que es él mismo el que lo consigue, con frases como: «¡qué bien lo haces!», «lo has conseguido tú solito!», etc.
– Los avances suelen ser lentos. Varía los juegos, para que sea una actividad atractiva y divertida. Realiza algunos más sencillos, para introducir un grado de dificultad lentamente.
Marta Font, Psicomotricista.
Asesoramiento: Mª Fernanda Jorge Silverio, Fisioterapeuta. Sara Valiente Rodríguez, Psicóloga.Etapa Infantil Fundación Síndrome de Down de Madrid.
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