El confinamiento rompió todas las rutinas de las familias. La búsqueda de seguridad sanitaria impidió continuar con los quehaceres, como por ejemplo el ejercicio. Una práctica habitual en el día a día de muchas personas y que contribuye al bienestar. Un asunto que se ve muy claro en el caso de las embarazadas, quienes tuvieron que modificar sus actividades físicas.
Pero, ¿hasta qué punto comprometió el confinamiento la actividad física de las embarazadas? Desde la CEU UCH, junto con investigadores de la Universidad de Catania han realizado el primer estudio de las gestantes y sus cambios en el estilo y calidad de vida durante este tiempo en el que salir de casa estaba prohibido con el fin de asegurar la salud y evitar propagaciones.
Sedentarismo en el confinamiento
Los resultados de este estudio fueron fruto del análisis de un total de 90 mujeres. Todas ellas tuvieron que realizar un cuestionario tras los dos meses de confinamiento. Entre las preguntas que se les hicieron, hábitos alimenticios, actividad física y sedentarismo, antes y durante este periodo de reclusión. La misión era comprobar si se había producido un cambio en el estilo y calidad de vida por las restricciones decretadas.
Los resultados demostraron una reducción en un 30% de la actividad física moderada y de un 60% en el tiempo destinado a caminar. Entre los obstáculos detectados por estas mujeres señalaron la falta de espacio y la fatiga que les causaba el embarazado. También destaca la visión de que el ejercicio no era una practica rutinaria durante la gestación.
Gemma Biviá, integrante del equipo investigador, explica que «el sedentarismo y la falta de ejercicio son perjudiciales para cualquier persona, pero especialmente en el caso de las mujeres embarazadas, para las que se recomienda la realización de al menos 150 minutos de ejercicio moderado a lo largo de la semana. De media, el ejercicio físico de las embarazadas participantes pasó de 94 minutos semanales antes de la pandemia a 68 minutos durante el confinamiento, en ambos casos por debajo de los niveles recomendados».
El estudio revela que la mayoría de las embarazadas suele decantarse por caminar como principal ejercicio. Pero el confinamiento impidió poder seguir con este tipo de actividad física. «El tiempo destinado a caminar descendió de 98 a 38 minutos por semana de media, lo que representa casi un 60% menos, debido a las medidas especialmente restrictivas para realizar actividad física al aire libre en España. Este cambio en las rutinas, junto al aumento de ansiedad y el miedo al contagio, han tenido efectos negativos en la calidad de vida de las mujeres embarazadas», destaca la Biviá.
Dieta en el confinamiento
Además de analizar el ejercicio físico, otro de los factores que se analizó en el estilo de vida fueron los hábitos alimentarios, que también pudieron verse alterados por el estrés asociado al periodo de confinamiento o por la dificultad de comprar productos frescos. Sin embargo, los resultados del estudio indican que entre las mujeres embarazadas apenas se registraron alteraciones en los patrones alimentarios: pudieron seguir durante el confinamiento la misma dieta.
«Este dato es importante», destaca Biviá, «dado que la situación de estrés generada por el confinamiento habría podido inducir a conductas de ansiedad por la comida, especialmente al consumo excesivo de alimentos azucarados. Este tipo de alimentos aumentan los niveles de serotonina, y con ello la sensación de bienestar, pero que a su vez incrementan el riesgo de padecer determinadas enfermedades como sobrepeso, obesidad, diabetes gestacional o problemas cardiovasculares, y también pueden producir macrosomia fetal, el exceso de peso del niño en el momento del parto».
Damián Montero
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