Los celos de los niños constituyen una reacción emocional que se caracteriza por un sentimiento de envidia y resentimiento generalizado hacia la persona que se considera como rival (en este caso, los propios hermanos). Este tipo de sentimientos suelen hacer acto de presencia en torno a los 4 años. A esta edad la mayoría de los niños comienza a percibir a «los otros» como rivales.
El nacimiento de un nuevo hermano suele ser la causa más frecuente de los celos. Ante este hecho el niño siente que el mundo entero mueve su centro hacia otro punto que ya no es él. Comienza a creer que no se le quiere o que se le abandona, lo que a menudo genera en él sentimientos de culpabilidad y baja autoestima.
Los celos de los niños y sus motivos
Esta culpabilidad se ve incrementada por los sentimientos hostiles que experimenta hacia su hermano recién nacido, que él mismo es consciente de que no son buenos. En esta situación, el niño necesita ser doblemente querido y cuidado.
Los celos también pueden darse de un hermano menor hacia su hermano mayor. Esto suele ocurrir cuando el menor ve en su hermano un «techo imposible de rebasar». Cuando le ve como a un rival que siempre lo hace todo mejor que él.
Asimismo, pueden aparecer ciertas envidias cuando el hijo más pequeño observa que su hermano mayor goza de ciertos «privilegios» que a él se le niegan. Ante esta situación, el pequeño puede aferrarse aún más a su madre y comportarse como si no quisiera crecer, o bien, por el contrario, proceder de forma agresiva y envidiosa y manifestar una actitud constante a lo largo de su vida de intentar superar a los demás.
Otros motivos que desencadenan los celos
Los favoritismos y preferencias que los padres manifiestan, a menudo de forma inconsciente, por uno de los hijos pueden dar origen a sentimientos de celos en los otros hermanos. Igualmente, el alentar la competencia excesiva entre los hermanos puede favorecer la aparición de celos.
Muchos niños se sienten celosos de sus hermanos por culpa de algún complejo.
Es decir, si nuestro hijo lleva aparato en los dientes o es «un pato mareado» montando en bicicleta y en cambio su hermano mayor no sólo es un «as» del deporte sino que además es atractivo, no es extraño que el chico en su inseguridad sienta celos del primogénito.
También es posible que los celos no estén ligados a ningún complejo en concreto sino más bien a nuestra propia forma de actuar (hacemos comparaciones entre hermanos sin darnos cuenta, exigimos o premiamos más a unos que a otros…).
Reacciones más habituales de los niños celosos
En todas estas situaciones las reacciones suelen ser de lo más variado: por un lado pueden aparecer conductas regresivas como volver a hacerse pis en la cama, chuparse el dedo, no querer comer solo, utilizar un lenguaje o tono de voz infantil. A través de estas conductas los pequeños pretenden llamar la atención de las personas cuyo afecto temen haber perdido.
A menudo, el niño puede mostrarse irritable, nervioso y agresivo. Esta agresividad envidiosa suele manifestarse en la terquedad, como oposición sistemática. Se trata del conocido «diga usted que yo me opongo». Esta, constituye su gran arma para atraer la atención de los mayores y para obligarles a tenerle en cuenta. Sus sentimientos hacia el hermano envidiado son a menudo contradictorios, una mezcla de amor y odio: por una parte le quiere pero por otra parte experimenta una gran agresividad hacia él.
Esta agresividad puede aparecer de forma más o menos solapada: a veces el niño ignora a su hermano o niega su presencia.
En otras ocasiones puede mostrar conductas o bien muy hostiles y agresivas o bien demasiado cariñosas hacia su rival: como por ejemplo cuando le abraza hasta hacerle daño. En ocasiones la agresividad se dirige de forma indirecta hacia la madre: el niño por ejemplo, aprovecha un descuido de la madre para tirar toda la pasta de dientes por la alfombra, se dedica a escupir la comida, u otras «lindezas» parecidas.
Otros niños manifiestan sus celos haciendo continua referencia a su hermano. Cuando ven un perro dicen que el hermanito quiere un perro y cuando ve a sus amigos en bicicleta, dice que su hermanito también tiene una.
A veces los padres pensamos que nuestro hijo no tiene celos y que quiere mucho al recién nacido. No obstante los celos se pueden manifestar de formas más solapadas: este es el caso de los celos retrasados. Algunos niños pasan meses sin sentir celos y de repente estallan cuando su hermano es más mayor y comienza a ser más gracioso, o bien cuando éste le empieza a quitar los juguetes.
Teresa Artola. Psicóloga y orientadora familiar
Te puede interesar:
– El favoritismo hacia los hijos y sus efectos perniciosos: ¡mi ojito derecho!
– El príncipe destronado: cómo influye la edad
– Los celos en los niños pequeños