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Cómo reaccionar cuando nuestros hijos nos contestan mal

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Si buscamos las causas por las que los niños suelen contestar a sus padres tendremos que detenernos, en primer lugar, en su propia personalidad. Igual que existen los colores también hay niños con los más diversos caracteres. Unos son más dóciles y otros, en cambio, puede que se muestren más impulsivos y rebeldes a medida que vayan creciendo. Esto no quiere decir que tengamos que tirar inmediatamente la toalla. Todo lo contrario.

Por realizar un paralelismo gráfico, nuestro hijo es como una tierra de cultivo. Cuanto más trabajemos en ella, cuanto más la cuidemos, mejores resultados obtendremos. Igual ocurre con los hijos. Todo carácter es educable y un niño bien educado, por muy huracanado que sea, puede llegar a convertirse en un chico respetuoso el día de mañana. Además, cuando los niños tienen entre 7 y 12 años, estamos en un «periodo educativo bastante tranquilo», es decir, a esta edad no suelen estar atravesando ninguna crisis. 

Cuestión de autoridad

Generalmente, a esta edad los niños no son contestones por su edad sino porque probablemente intentan descubrir hasta dónde pueden llegar y cuáles son, en definitiva, los límites que nosotros mismos estamos dispuestos a establecer. Pero si pensamos que nuestro hijo es un contestón porque pone en duda la autoridad de sus padres, es normal que  intentemos atajar el problema cuanto antes. Nosotros y solo nosotros somos los únicos responsables de que el niño aprenda con mucho cariño, eso sí, a no contestar y, en consecuencia, a ser respetuoso con sus mayores (padres, abuelos, profesores…) el día de mañana.

Otra posible causa por la que suelen contestar es por pura y simple imitación.

Desgraciadamente en nuestra sociedad existe una profunda crisis, en la que valores como la obediencia, la disciplina y la humildad de aceptar una orden y cumplirla a rajatabla, no está bien vista. Si a todo ello unimos el efecto que ejerce la televisión y los modelos que utilizan de referencia los chicos de ahora (personajes de televisivos, series de moda…) no cabe duda que a los niños cada día les cuesta más ser respetuosos con sus mayores.

Diversas formas de reaccionar

Ante una mala respuesta de nuestro hijo podemos reaccionar de muy diversas maneras.

Lo que no debemos hacer

En primer lugar, podríamos tomar la decisión de ponernos a su nivel, gritarle y obligarle a hacer lo que le hemos pedido. Humillándole, incluso, se nos puede llegar a escapar un sonoro grito sencillamente porque tras diez malas contestaciones seguidas el niño ha agotado nuestra paciencia. Está claro que esta no es la forma más eficaz pues dentro de tres horas volverá a enfrentarse a nosotros por cualquier otro motivo.

Además, si perdimos el control por tantas otras malas contestaciones que nos tragamos, el niño no tardará en pensar que somos injustos e, incluso, que estamos atacados de los nervios.

Otra opción es hacer como que no le oímos ignorando su mala contestación. Tampoco suele ser efectivo este tipo de reacción, sobre todo porque el niño, al comprobar que a pesar de contestar mal no le ocurre nada, se acostumbrará a faltarnos el respeto y a tratarnos como un trapo.

Lo que sí podemos hacer

Entonces, ¿qué podemos hacer? Evidentemente cortar tajantemente. Es decir, cuando nuestro hijo nos conteste mal procuraremos que «le caiga un jarro de agua fría». Es decir, aunque nos cueste, le hablaremos tranquilamente y en un tono sosegado le intentaremos transmitir, por ejemplo: «Marcos, no te he pedido tu opinión. Te he dicho que guardes la compra y lo vas a hacer ahora mismo».

Puede que, a pesar de nuestra actitud calmada, el niño siga gritando y decida no hacernos caso. En tal caso esperaremos que se tranquilice para cogerle aparte y hablarle de su mala actuación. Le haremos ver que no vamos a consentir este tipo de malas contestaciones y le castigaremos, por ejemplo, a que se siente en su cuarto solo (sin tele, ordenador, música o libros) para que pueda reflexionar.

Una vez concluido el castigo tendrá que cumplir con la orden que le dimos en un principio. En este caso, recoger la compra (aunque nos ponga nerviosos ver durante unas horas las bolsas del mercado desperdigadas por la cocina no debemos guardarlas nosotros). De este modo, el niño se dará cuenta de que, con castigo y todo, no se ha salido con la suya. Al final tendrá que padecer «una hora de exilio» y hacer lo que se le encomendó en un principio, por lo que la próxima vez se lo pensará mucho antes de hablarnos mal.

Si nos ha contestado mal delante de amigos, familiares, no debemos dejarlo pasar.

Sobre todo porque podría aprender a aprovecharse de este tipo de situaciones para salirse con la suya. Por ello, aunque le pongamos en vergüenza, debemos dejarle claro que ha actuado mal y que más tarde hablaremos de lo que nos ha dicho.

Trucos para hacer reflexionar a los niños contestones

Y siempre, aunque le hayamos castigado, por la noche, cuando esté tranquilo debemos hablarle y dejarle claro que a una madre o un padre no se le habla así, ni a un profesor, ni a la chica que le cuida, ni a la abuela. Que somos conscientes que no se da cuenta, pero que nos pone muy tristes cuando se comporta así.

Somos una familia y todos estamos en el mismo bando por lo que sus malas contestaciones lo único que genera es mal ambiente. Además, puede que no lo haya pensado pero actuando así provoca que su hermano pequeño le termine copiando y en breve a él también le tratará de esta manera.

Cuando vayamos a tener este tipo de conversaciones procuremos no improvisar. Pensemos bien nuestros argumentos. No le sermoneemos. Mirémosle a los ojos y tratemos de observar si estamos entrando en su corazón. Por último, podéis darle un beso y decirle: «yo sé que tú no eres así, yo sé que tú eres agradable y que nos quieres». Indudablemente, ante una mala contestación, actuar de este modo es mucho más difícil y costoso, pero también es cierto que resulta más eficaz a largo plazo. Nuestro hijo aprenderá que no es «él contra el mundo». Todo lo contrario. Nosotros estamos a su lado aún en estos pequeños enfados familiares.

Consejos para reaccionar cuando nos contestan mal

1. Ármate de paciencia, de exigencia, de cariño. No les amarguemos, educar es sacar lo mejor de cada uno y con estos tres ingredientes lo tendremos mucho más fácil.· Quizá tuvo un mal día en el colegio, con su mejor amigo… Pongámonos en su lugar y hagámosle ver que le comprendemos.

2. Piensa en qué ejemplo les damos a nuestros hijos. ¿Cómo hablo yo a mi marido/mujer? Los expertos aseguran que los hijos hablan a los padres como los padres se hablan entre ellos.

3. Desde pequeños dedica muchas horas a hablar con tus hijos. De este modo, si conseguimos que en casa reine un buen clima de diálogo y confianza, habrá muchas menos posibilidades de que se produzcan malas contestaciones.·

4. Si nuestro hijo nos ha contestado mal, pregúntale una vez que se haya calmado, por qué lo hace. Aunque actuó mal, y debemos dejarle bien claro que no debe repetirse, puede que, en el fondo, piense que tiene motivos.

5. Una buena técnica para corregir malas actuaciones es, una vez que están calmados, invitarles a ponerse en nuestro lugar: ¿Le gustaría a él que le llamásemos idiota? O bien, ¿que cuándo nos pide algo, por favor, le dijésemos que no nos da la gana?

En la práctica

Cuando nuestro hijo nos conteste mal no le digamos «hijo, no me hables así, que yo no te contesto mal». ¿Qué es lo que aprende el niño? Pues, sencillamente, que somos iguales cuando debería existir una cierta distancia. Nosotros somos sus padres y debe guardarnos respeto.

Marisol Nuevo Espín

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