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Aprender por los dedos: cómo desarrollar el sentido del tacto

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Vista, oído, olfato, gusto… y ¡tacto! Quizá se le haya considerado tradicionalmente como el menos importante de entre los famosos cinco sentidos, pero no es tan trivial. Constituye (al igual que cada uno de ellos) un canal insustituible por el que el cerebro comienza a recibir estímulos.

Distinguir telas, fibras, superficies, temperaturas… no se convertirá solo en un divertido juego para distraer al niño, sino que constituirá una fuente importante de información. Se crearán, a través de las sensaciones, nuevas conexiones entre las neuronas y se abrirán nuevas vías para desarrollar su inteligencia.

Los seres humanos, desde que llegamos al mundo hasta que lo dejamos, interactuamos con el exterior a través de nuestros sentidos. Ahora bien, los niños son como esponjas, absorben rápidamente los estímulos y mientras mayor haya sido la actividad sensorial durante la infancia, mayor será la reserva mental de la que se dispondrá en el futuro.

La estimulación de bebés: aprendiendo a aprender

Esta captación del mundo externo se puede realizar de dos maneras, pasivamente y activamente. La primera, como lo dice la palabra, es cuando el niño en forma pasiva espera ser estimulado. La segunda, en cambio, va relacionada con todo un programa de estimulación en busca de un desarrollo cerebral adecuado.

La cantidad y calidad de los estímulos que recibe un recién nacido, la intensidad, frecuencia y duración adecuada de ésta producirá un buen desarrollo del cerebro. El pequeño desde que nace descubre el mundo a través de los olores, sonidos, texturas y visiones. Si a esto le unimos el juego por medio del cual se estimula el movimiento, la comunicación y las relaciones sociales, entonces el pequeño está «aprendiendo a aprender».

La inteligencia infantil, una caja de sorpresas

Está comprobado que el cerebro de los niños, en sus primeros años de vida, crece rápidamente y que la inteligencia infantil es una verdadera caja de sorpresas que es necesario explorar e incentivar. Aquí comienza a jugar un rol importante, lo que se conoce como «estimulación temprana«. Los frutos que se obtienen son realmente valiosos y se prolongan en el tiempo.

Según los doctores Benjamin Spock y Michael Rothenberg en el libro «Tu Hijo«, «la inteligencia, en contraste con el desarrollo motor, tiene mucho más que ver con el ambiente que con la herencia. Los bebés nacidos de padres con escasa inteligencia, pero adoptados por familias corrientes o con buen nivel intelectual, tienden a desarrollar una inteligencia como la de sus padres adoptivos».

De acuerdo con lo anterior, la psicopedagoga y educadora de Educación Infantil, Gloria Naranjo, sostiene que los niños aprenden a través del contacto físico, de olores y sabores. «Es decir, por medio de sus sentidos… por esto no se necesita más que aprovechar los momentos de la alimentación, del baño o el instante en que le cambiamos de ropa al bebé, para estimularla», menciona la profesional.

Para despertar la inteligencia desde los primeros momentos del nacimiento hay que tener en cuenta que los bebés aprenden más y mejor manipulando que observando pasivamente. Según Gloria Naranjo «un recién nacido se encuentra perfectamente preparado y dispuesto para recibir estímulos. Hacerle preguntas al niño, por ejemplo, tiene la ventaja de intensificar la participación del propio niño en su proceso de desarrollo».

Beatriz Bengoechea. Psicóloga y Orientadora familiar

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