Una sana autoestima se forja desde la infancia. El hecho de haber interiorizado que uno vale, tiene capacidad de desarrollo y de superación, libertad para tomar decisiones… es fundamental para que los niños se quieran a si mismos y construyan una autoestima sana.
Una de las maneras de forjar esa autoestima es aprender a través del llamado refuerzo positivo: si al hacer algo correcto el niño recibe una respuesta que le agrade, el niño concluirá que esa conducta tiene interés y probablemente la vuelva a hacer.
Y es que la parte emocional en el desarrollo evolutivo del niño favorece o dificulta su capacidad de pensar, de planificar, de resolver problemas, de ser constante en la consecución de unos objetivos, en definitiva, de construir una buena autoestima. Resulta imprescindible que los niños vivan en un ambiente relajado en el que sus padres comprendan sus necesidades, les respeten, les valoren, les elogien y les quieran.
6 ejercicios de autoestima para niños de 3 a 8 años
En todos los terrenos, el niño aprenderá aquello que le llame su atención e interés, aquello por lo que se sienta motivado y atraído, de manera que hemos de educarle siempre y proponerle todo en positivo. Siempre hemos de tener claras las capacidades de cada hijo y sus limitaciones, evitando así las odiosas comparaciones, contando con que cada hijo es diferente y tiene unas necesidades muy concretas diferentes de los demás.
1. Calendarios
Podemos utilizar por ejemplo un calendario o tabla de «sobresalientes» o gomets que el niño irá ganando cada día en el objetivo o aspecto muy concreto que queremos reforzar. Por ejemplo, si nos hemos propuesto con él que sea muy servicial, podemos apuntar en ese calendario cada vez que realiza un acto de servicio de buena gana.
2. Escuchar
Otro actividad que podemos realizar con nuestros hijos es la de al finalizar el día sentarnos con ellos en su cama y escucharles: que nos cuenten su jornada de «trabajo» en el cole, ayudándoles a destacar los logros conseguidos y a descubrir las cosas más importantes, pasando un poco por alto los aspectos negativos (dándoles la importancia que realmente se merecen).
3. Vestirse solo
Una manera de favorecer la autonomía es procurar que los pequeños se vistan solos. Para ello, hay que procurar reservar siempre un tiempo «extra» para que pueda vestirse tranquilamente él solo, nada de prisas. Además, al desvestirse debe habituarse a colocar adecuadamente las prendas que estén limpias y a dejar en el cesto de la ropa aquella que esté sucia.
4. Unos encargos
Un buen modo de educar en la responsabilidad son los encargos en el hogar. Llevar los cubiertos o el pan, recoger papeles del suelo, etc., le ayudarán a adquirir este hábito; si no los cumple, también será educativo que compruebe las consecuencias: ¿con qué vamos a comer hoy, cariño?
5. Elogios
Podemos proponernos las metas de elogiar cada día, al menos, una cosa bien hecha a cada hijo, oportunamente y con naturalidad. Si estamos atentos no será difícil encontrar la ocasión. Para evitar los nocivos efectos del tan usado anti-elogio, podemos fijarnos también la meta de decir diez elogios por cada anti-elogio que dirijamos al pequeño. Si resulta muy difícil, podemos empezar por 5 a 1, pro lo importante es ser conscientes de su enorme peso en la autoestima del niño.
6. A la compra
Nuestro pequeño también puede convertirnos en nuestro secretario particular cuando vamos a la compra, de modo que compruebe que él puede ayudar y que lo hace bien. Por ejemplo, puede ser el encargado de meter las piezas de fruta en la bolsa, de elegir los sabores de los yogures o del helado, etc.
Montse López. Profesora del colegio Guadalviar
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