El patrón habitual de respiración es bien conocido: se toma aire por la nariz y se expulsa por la boca. Sin embargo, en algunos niños se puede apreciar una rutina bien distinta. En estos casos se puede apreciar cómo los pequeños apenas usan sus narices para este acto, algo que se percibe con normalidad pero que no es ajeno a determinadas circunstancias tal y como indican desde la Asociación Española de Pediatría.
Los pediatras advierten de las consecuencias que puede implicar la respiración bucal en los más pequeños de la casa. Enseñar a los niños a tomar aire de forma correcta es imprescindible para evitar problemas que pueden incluso derivar en la deformación de sus rostros.
Causas y detección
Si la respiración nasal no es posible es porque existe alguna obstrucción que dificulta el paso del aire por esta zona del aparato respiratorio. Las causas más frecuentes son la hipertrofia (aumento del tamaño) de las amígdalas o las vegetaciones, así como otras infecciones respiratorias. También puede generarse como consecuencia de la rinitis alérgica o una desviación del tabique nasal.
Entre las señales que alertan de su presencia:
– Roncar por las noches
– Dormir o permanecer gran parte del día con la boca abierta
– Rasgos faciales como ojeras y aplanamiento en la zona de los pómulos
– Hábitos parafuncionales como la deglución atípica (meter la lengua entre los dientes para tragar)
– Tendencia a levantar la barbilla y adelantar el cuello para respirar mejor
– Padecer cuadros clínicos como otitis de repetición.
Consecuencias y tratamiento
Como ya se ha dicho, aunque a priori no se piense en los efectos de la respiración bucal, sí que pueden reseñarse los siguientes:
– Deformación del rostro. La respiración constante por la boca altera el desarrollo facial en crecimiento de los niños pequeños. Estos cambios característicos se conocen como facies adenoidea: cara alargada y aplanada, nariz estrecha, la barbilla retraída, ojeras, el paladar estrecho, sonrisa gingival y los dientes torcidos.
– Ronquidos durante la noche. Se producen cuando el aire que respiramos tiene dificultades para pasar por la vía aérea. Los ronquidos constantes en la etapa infantil no se deben normalizar, ya que el sueño es una de las partes más importantes del crecimiento saludable en la infancia. En ocasiones pueden producirse episodios de apnea (el niño deja de respirar), lo que interfiere con una correcta oxigenación (una de las principales funciones de la respiración) del organismo y con el sueño.
– Cuando un niño no respira bien no duerme bien, no oxigena adecuadamente y entra en un ciclo de cansancio, irritabilidad y más cansancio. Los respiradores bucales en general están más irritables, enojados, somnolientos y fatigados.
– Problemas dentales y esqueléticos. Permanecer con la boca abierta constantemente hace que el flujo de saliva en la boca se reduzca, lo que propicia la presencia de caries, mal aliento y acumulación de bacterias, además de una sensación de boca seca. La respiración bucal está relacionada también con maloclusiones dentales como la mordida abierta, el paladar estrecho y la mandíbula retraída.
– No es raro tampoco encontrar problemas de audición y otitis asociados a este tipo de respiración.
Si se detecta alguna de esta señal, el primer paso es acudir al pediatra para que valore cuál es el origen y decida el tratamiento más adecuado y si es necesario derivarlo a un especialista:
– Otorrinolaringólogo. Es el especialista de las enfermedades de la nariz, oído y garganta. Si la obstrucción de las vías respiratorias se debe a un aumento del tamaño de las amígdalas o adenoides puede estar indicada la intervención quirúrgica para facilitar el paso del aire.
– Ortodoncista. Especialista que busca la correcta posición de los dientes, maxilares y trata los problemas de la articulación de la mandíbula. Es el encargado de programar una expansión rápida maxilar, cuando está indicada. El objetivo de este tratamiento es ampliar los maxilares y en consecuencia el suelo de las fosas nasales para lograr una mejora en la respiración.
– Logopeda. Imprescindible para la resolución de problemas del habla, lenguaje, comunicación, voz, audición y de las funciones orales asociadas (respiración, masticación y deglución). Mediante ciertos ejercicios simples, se busca modificar los hábitos adquiridos de respirar por la boca y enseñar la postura correcta que debe tener la lengua en descanso y al usarla para tragar.
Damián Montero
Te puede interesar: