El comportamiento humano es distinto en cada caso. Pero, ¿cómo construye cada persona su forma de actuar? Y, en el caso de los niños, ¿por qué algunos son más «fáciles de tratar» que otros? En algunos casos, tal y como se indica desde la Asociación Americana de Pediatría (AAP), en algunos casos se observa cómo los menores no son capaces de expresarse con facilidad o no terminan de encajar con otros miembros del hogar.
Estos pediatras indican que uno de los indicadores del temperamento en niños es la facilidad con la que puede adaptarse a su entorno. En casi todos los casos, esta característica es innata al niño y se va modificando con el paso del tiempo, tanto por influencia del resto de miembros de su familia, como por las de compañeros de colegio y juegos, así como de experiencias puntuales.
Interacción de temperamentos
Como se ha dicho, el temperamento es una cualidad innata de las personas. A diferencia de otros rasgos de la personalidad, el estilo de crianza no afecta. Sí que se puede observar una adaptación del comportamiento de los pequeños a partir del choque de su propio temperamento con el de sus padres, y las respuestas obtenidas ante determinados comportamientos.
Y, ¿qué define al temperamento? AAP resalta las siguientes características:
– Nivel de actividad: cantidad de actividad física, movimiento o agitación que los niños muestran en su día a día.
-Aproximación y alejamiento: la manera en la que un niño responde a un nuevo estímulo, sea con personas, situaciones, lugares, o cambios en sus rutinas.
– Adaptabilidad: facilidad del niño para adaptarse a un cambio o a una situación nueva.
– Intensidad: nivel de energía con que un niño responde a una situación.
– Humor: grado de simpatía o antipatía en las palabras y comportamiento de un niño.
– Margen de atención: capacidad para concentrarse o permanecer realizando una tarea con, o sin distracción.
– Distracción: facilidad con la que el niño puede distraerse de sus tareas tras recibir estímulos del entorno.
– Umbral sensorial: cantidad de estimulación necesaria para que el niño responda.
Temperamentos y niños
Cada niño presenta un patrón de temperamento, a partir de la combinación de los nueve rasgos antes mencionados. No todos los pequeños encajan en categorías simples como «tímido» o «extrovertido. Si bien son etiquetas de fácil uso, no brindan una descripción completa de cómo es el menor. De esta forma, se pueden encontrar distintas clases, atendiendo a sus características.
Los niños «fáciles» afrontan el mundo de manera fácil y con un estado de ánimo positivo, teniendo una mayor capacidad de adaptación a nuevos entornos escolares y a conocer nuevas personas. Ante situaciones frustrantes, se enfrenta a ellas con poca ansiedad. Por el contrario, encontramos los casos en los que tienen poca capacidad para aclimatarse a nuevos entornos.
En estos casos, los niños se adaptan de manera paulatina a los cambios y tienden a tener estados de ánimo de intensidad leve. Se muestran vacilantes al hacer nuevos amigos y tienden a alejarse ante el encuentro con nuevas personas o circunstancias nunca vistas. De hecho, estos momentos les generan ansiedad, que con el tiempo irá desapareciendo al irse familiarizando con estos entornos.
Por último, el niño calificad como «desafiante» suele responder de manera intensa ante el mundo. Muestran una mayor inquietud mientras son bebés y durante su infancia son propensos a rabietas. Aunque a estas edades no suelen ser explosivos, o tercos, no se adaptan bien a situaciones nuevas, como por ejemplo un nuevo colegio o la presencia de otros profesores.
Damián Montero
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