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La inteligencia científica: cómo desarrollar la curiosidad en niños de 3 a 6 años

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Desarrollar la inteligencia científica significa hacer preguntas sobre el mundo, y obtener respuestas a través de la observación y la experimentación. Estimular la inteligencia científica de los niños ayuda a desarrollar su curiosidad sobre el mundo en el que viven

Todos los niños pequeños se sienten atraídos por lo que les rodea. Tienen una gran curiosidad innata por tocar y observar los seres y objetos de su alrededor. Los fenómenos de la naturaleza, en especial el comportamiento de los «bichitos» (los animales), despiertan la observación y la curiosidad de los niños, que se muestran muy interesados por seguir lo que hacen.

La vida se encuentra llena de sorpresas que el niño está dispuesto a descubrir y a experimentar. Tienen un gran afán por aprender y preguntan constantemente por todo aquello que despierta su interés.

Nosotros debemos fomentar todas estas capacidades científicas innatas, acercándoles al mundo que les rodea, despertando y fomentando su curiosidad, su observación y experimentación para que poco a poco descubran las causas y los efectos. Hacerlo por sí mismos proporciona a los niños una gran satisfacción. De esta forma iremos formando su capacidad y pensamiento crítico.

¿Inteligencia científica?

La inteligencia científica es la capacidad que tenemos para investigar de manera sistemática en el mundo en que vivimos. Se inicia con la simple curiosidad por la naturaleza o el ambiente cercano que muestran todos los niños pequeños. De hecho, simplemente con encontrarse cerca de estos niños hace que recobremos esa curiosidad por lo cotidiano y nos hace darnos cuenta de la importancia de lo pequeño. La mente científica nos da la habilidad para descubrir de qué modo funciona el mundo, estableciendo la relación causa-efecto con nuestros descubrimientos y estudios.

Nuestros hijos pequeños tienen mucho que aprender acerca de todo tipo de objetos extraños para ellos como arena, piedras, hojas, caracolas, semillas, velcro, mandos a distancia, etc. A medida que descubren conceptos como, por ejemplo, lo pegajoso, lo mullido, lo tenso o lo rasposo, desarrollan muchas «explicaciones» que nosotros debemos guiar para ayudarles a sacar conclusiones y «teorías».

Desarrollar la inteligencia científica significa hacer preguntas sobre el mundo, y obtener respuestas a través de la observación y la experimentación. Algunos niños muestran más interés por el mundo físico que otros, pero todos los niños pueden conseguir que su pensamiento sea más científico si se les anima a hacer preguntas en casa, a observar, experimentar y comprobar sus ideas sobre lo que les rodea.

Cómo se desarrolla la inteligencia científica

La inteligencia científica no se desarrolla por casualidad. Podemos ayudar a nuestros hijos si les enseñamos a ser curiosos y a pensar científicamente, proporcionándoles un montón de datos y experiencias que les estimulen a averiguar más. También podemos ayudarles en el aprendizaje mediante una investigación activa del mundo que les rodea, apoyando sus esfuerzos por comprender lo que han visto o han hecho.

Se trata de estimular a los niños haciendo que observen con atención las cosas, preguntándoles, sugiriendo nuevas ideas y llevándoles a pensar modos de poner a prueba las ideas. De esta forma, los chicos y chicas van aprendiendo a observar las cosas con atención, a pensar en nuevas ideas, a buscar evidencias, a utilizar las pruebas adecuadas y a explicar o mostrar lo que han descubierto.

El pensamiento creativo de los niños

Nuestro papel consiste en fomentar su pensamiento creativo y su confianza, mediante actividades que ejerciten su inteligencia científica y le ayuden a comprender el modo en que se descubre el mundo.

Ya que el pensamiento científico comienza con la observación, lo primero que hemos de hacer con nuestros hijos es enseñarles a observar, algo que va más allá de ver o mirar. Cuanto más hábiles sean en mirar con atención lo que les rodea, más capaces serán de aprender y comprender.

Podemos llevar a nuestros hijos a un parque para que observen las flores o los árboles, o contemplar desde una ventana los patrones estelares o la luna, o ir a un zoo o tienda de animales y examinar el comportamiento de estos, o llevarles de excursión y observar los «bichitos» que hay en la montaña (el rastro de un caracol, la abeja en la flor, la hormiga que lleva una miga de pan, etc.).

Respuestas a su curiosidad en el día a día

La vida cotidiana obsequia a los niños con preguntas desconcertantes que requieren de una respuesta. Es bueno enseñar a nuestros hijos que está bien hacer preguntas, aunque en ocasiones tengan que esperar a mejor momento para recibir la respuesta.

Siempre hay una respuesta simple o una más complicada para cualquier pregunta que nos formulen nuestros hijos, depende de la edad y de la capacidad de comprensión de cada uno. Si no conocemos la respuesta concreta a una pregunta, podemos buscarla junto con nuestro hijo en una enciclopedia. Los museos son buenos sitios donde averiguar determinadas respuestas.

Podemos utilizar, también, la televisión como un medio para el descubrimiento, a través de los documentales que resultan muy interesantes para todos. Es conveniente que siempre los vean con un adulto, para que puedan hablar sobre lo que están viendo. Y también resulta interesante que los niños se familiaricen con todo tipo de material científico, empezando por el más elemental: lupa, termómetro, botecitos, imanes, piezas de construcción, embudo…

Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Montse López. Profesora de Educación Infantil del Colegio Guadalaviar

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