Categorías:

El poder del elogio en la educación: el refuerzo positivo

Tabla de contenidos

Por todos es conocido que cuando se alaba a un niño/a, éste se suele sentir estimulado hasta tal punto que trata de esforzarse más y más intentando superarse a sí mismo. Si por el contrario su vida está llena de constantes reproches y sermones, por lo general suele perder las ganas de esforzarse. Pero eso sí, hasta alabar tiene sus pequeños trucos.

Así por ejemplo, no podemos elogiar a nuestros hijos constantemente y «sin ton ni son». Sólo podremos elogiar aquello que realmente sea digno de elogio. Del mismo modo, en vez de fijarnos exclusivamente en las cosas mal hechas tendremos que esforzarnos en ver también esos calcetines ordenados en su correspondiente cajón aunque mal doblados. Por último, tendremos que intentar dosificar nuestros elogios pues al igual que los sermones pueden llegar a perder su fuerza a base de abusar de ellos.

No se puede educar a un hijo sin regañarle nunca. Las regañinas no sólo no son perjudiciales para los niños sino que pueden llegar a ser, incluso, un elemento positivo en su educación. Todos los hijos necesitan que sus padres les establezcan una serie de límites. Se trata de una forma más de prepararles para la vida y de enseñarles que cuando se desafía las normas hay alguien (sus padres) que les detendrá.

6 claves del refuerzo positivo

Cuando se regaña demasiado, los sermones paternos comienzan a perder eficacia. Por este motivo, estos pequeños trucos os pueden ayudar a utilizar los sermones y las regañinas en su justa medida para que sean efectivas. 

·1. Intentar estar siempre de acuerdo los dos en nuestras decisiones. Si en casa está prohibido saltar sobre los sillones los dos tendremos que regañar a nuestros hijos cuando les veamos trepar sobre ellos. De nada vale que mamá sermonee si luego llega papá y no dice absolutamente nada.

2. Cumple con tus advertencias. Cuando regañemos a nuestros hijos y les advirtamos de que por ese camino terminaremos castigándolos, cumplamos con nuestras advertencias. La coherencia es fundamental cuando de educar a los hijos se trata.

3. Dosifica tus reprimendas. Con el tiempo casi todos los niños se vuelven bastante inmunes a los sermones paternos. Precisamente por ello, es tan importante que aprendamos a dosificar nuestras regañinas.

4. Dale una lección de vida. En ocasiones, la vida es la mejor maestra de todas. ¿Es nuestro hijo de los que siempre se quedan dormidos por la mañana? Probemos a no regañarle un día, dejando que llegue tarde al colegio. Cuando tenga que enfrentarse a la mala cara de su profesora, seguramente se le quitarán las ganas de volver a remolonear en la cama.

5. Evita perder autoridad. Muchos padres suelen amenazar a sus hijos con el típico «se lo voy a decir a tu padre cuando venga…». Procuremos evitar este tipo de «coletillas» pues lo único que conseguiremos es perder autoridad ante nuestros hijos.

6.  Deja que se explique antes de regañarle. Puede que tuviese un buen motivo para actuar de esa determinada manera. Y en ese caso no sería necesario que le sermoneásemos.

En algunas ocasiones es útil preguntarles por qué están actuando de esa manera antes de regañarles. «Pedro, ¿te parece normal arrastrar por el rabo al perro alrededor de la mesa del salón?» Seguramente, y dado que ya no son unos niños pequeños, ellos mismos sean capaces de darse cuenta de su mala acción sin necesidad de que tengamos que llegar a la correspondiente regañina.

María Viejo
Asesoramiento: Lucía Herrero. Psicóloga y orientadora familiar

Te puede interesar:

 Elogios sí, pero con moderación

 Límites en la educación: ¿por qué debemos marcar normas a los niños?

 El refuerzo positivo y los elogios

 Consecuencias del elogio del esfuerzo de los niños

Otros artículos interesantes