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Las fases de la desescalada: cómo ayudar a los niños según su edad

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Poco a poco, nos adentramos en el camino hacia la «nueva normalidad«. El proceso de la desescalada sabemos será largo y costoso, y que, para los que estamos con nuestros hijos en casa, se hace especialmente duro y dificil de explicar para conseguir que se adapten según su edad.

Las fases de la desescalada nos ponen frente a nuevas situaciones y esto hace que nos asalten constantemente un millón de dudas: ¿cómo podemos explicarles la nueva realidad para que sean capaces de darle sentido? ¿Cómo podemos ayudarles a canalizar todos sus sentimientos negativos? ¿Y ayudarles a exprimir los positivos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se interesen por los nuevos métodos de aprendizaje? La respuesta a todos estos interrogantes depende por supuesto de muchos factores.

Como medida general y en cualquier caso, en primer lugar, es necesario reconocer y validar sus sentimientos, cualesquiera que sean. Tienen derecho a estar enfadados, tristes, cansados… Es una situación en la que se ha limitado su vida social, y se han introducido muchos cambios en muy poco tiempo. Incluso nosotros como adultos nos hemos visto afectados y nos está costando gestionar en ocasiones dichos sentimientos.

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Sabemos que debemos acompañarles en este proceso y explicarles, paso a paso, qué cambios se producen en cada momento y qué esperamos de ellos. Sin embargo, la edad en la que se encuentran nuestros hijos es clave para tratar de un modo u otro la situación. Es decir, la forma en el que afrontemos la comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de aprendizaje en cada periodo de tiempo, variará en función de su edad. Por ello, hemos elaborado una serie de tips y consejos para los diferentes grupos:

Las fases de la desescalada de 0 a 3 años

En esta edad no son plenamente conscientes del significado de esta nueva situación, pero sí se dan cuenta del cambio de rutinas que se produce a su alrededor. Aunque no han adquirido la madurez suficiente para comprender las implicaciones sociales o biológicas de la enfermedad Covid-19 y no comprendan el concepto de virus, sí que se dan cuenta de que no van a la guardería, no pueden ver a sus amigos, o salir a la calle con la misma normalidad que antes. Esto puede hacer que aumenten sus rabietas o busquen constantemente su figura de apego.

Además, en esta etapa muchos de ellos no han conseguido desarrollar un lenguaje suficientemente amplio para comunicarse con claridad, por lo que resulta en ocasiones muy difícil saber qué le pasa a nuestro hijo. Para ayudarles a reconocer las emociones más básicas, expresarlas y gestionarlas, podemos tener en cuenta los siguientes consejos:

– Ayudarnos de cuentos y dibujos para explicarles la situación. Dibujar las emociones y asociarlas a distintos colores y situaciones también puede facilitar que nos enseñen cómo se sienten en un determinado momento.

– Es necesario planificar de antemano las salidas y explicarles que si se encuentran a un amigo, no podrán acercarse a él para jugar, ofreciéndole una serie de alternativas como saludarnos con la mano y hablar un ratito, hacer una videollamada cuando lleguemos a casa, o hacerle un dibujo.

– Para prevenir conductas agresivas, es importante que el establecimiento de límites se trabaje desde muy pequeños, puesto que les proporciona seguridad. Para ello, debemos apoyarnos en el afecto, pues los límites son parte del cariño. Es fundamental en este caso anticiparnos a estos comportamientos. Por ejemplo, si aparecen cuando tiene hambre o sueño, nos encargaremos de adelantarnos a cubrir estas necesidades.

En definitiva, los aprendizajes en esta etapa deben ser lúdicos, a través de juegos y cuentos podemos aprender los colores, las formas, pero también aprovechar actividades de la vida diaria para desarrollar estos aprendizajes y otros más, como la motricidad, la memoria o la atención. Cocinar, plantar una semilla o elaborar la lista de la compra, son actividades que nos pueden servir para ello.

En la actualidad contamos con numerosos recursos y propuestas para trabajar con los niños online, lo importante es tener claro que queremos hacer y programarnos para no sobreexponerles a las pantallas ni volvernos locos con la gran cantidad de oferta.

Las fases de la desescalada de 3 a 6 años

A esta edad ya son capaces de comprender ciertos aspectos del virus, pero no todos. Hay un mayor reconocimiento emocional, pues muchas veces saben que están tristes o enfadados, sin embargo, no saben cómo controlar dichas emociones. Si no se gestionan bien, podemos encontrarnos con regresiones en algunas conductas como el control de esfínteres, rabietas o miedos que ya habían sido superados. Por lo que es importante:

– No exponerles a información o noticias que no sean capaces de comprender, ya que les generará miedos e inseguridad. Tampoco mentirles, ni ocultar información. Debemos adecuar las explicaciones a su nivel de madurez.

– Enseñarles a reconocer sus propias señales corporales en relación a las distintas emociones: cuando me estoy enfadando siento presión en la cabeza, no puedo parar quieto, y tengo ganas de gritar y de apretar algo muy fuerte.

– Ayudarles a identificar qué situaciones les hacen sentir así, para que cuando vuelvan a ocurrir puedan responder de una manera diferente, pensando en una alternativa más positiva. Así podemos trabajar con él qué puede hacer cuando empieza a sentir esas señales para evitar esas conductas.

– Destacar aquellos momentos que nos hacen sentir bien: el abrazo de papá, escuchar música, leer un cuento, jugar al futbol con mamá… Se trata de centrar la atención en aquellos aspectos positivos, y retirar el foco de los negativos

.- Si observamos que empiezan a presentar algunas conductas agresivas, es importante ayudarles a descargar la emoción que presentan en ese momento, desviar su atención de la situación que ha desencadenado el problema para después hablar sobre qué ha ocurrido y cómo se han sentido.

En esta etapa, que coincide por lo general con el inicio de la lectoescritura, aún se hace necesario el acompañamiento de los padres en las tareas escolares. Por norma general, el acceso a los métodos de aprendizaje on-line, suelen ser muy motivadores y atractivos para los alumnos, pero hay que acompañarlos, tratar de que participen y escuchen a sus compañeros.

Las fases de la desescalada de 6 a 12 años

En esta etapa los niños son más autónomos, y también necesitan profundizar en las explicaciones. Surge el sentido de lo injusto y ciertas conductas oposicionistas, por lo que es preciso trabajar con ellos las rutinas diarias, dando tiempo al entretenimiento, a las tareas escolares y a los momentos en familia. Es importante:

– Conocer qué información saben y, a partir de ahí, explicarles y darles la información que ellos requieran. Actualizar la información que vamos teniendo y compartirla con ellos.- Responder a sus dudas e inquietudes con sinceridad y con optimismo.

– Establecer un sistema claro de límites y normas, en el que ellos participen. Anticipar las consecuencias a cada una de esas normas.

– Hacerles partícipes de algunas decisiones familiares. Planificar con ellos las salidas y las nuevas rutinas que vamos incorporando en nuestro día a día, para que sientan que se les tiene en cuenta.

– Hablar sobre el futuro más inmediato, sobre sus expectativas a corto y medio plazo y los cambios que podemos esperar. Debemos trabajar con ellos la anticipación de distintos escenarios. ¿Qué puede pasar si…?

– Hablar con ellos de sus miedos y sus preocupaciones, escucharles y reconocer la importancia que para ellos tiene.

– Trabajar actividades de relajación, respiración… En esta etapa ya podemos trabajar técnicas de relajación guiada y los diferentes tipos de respiración.

– Crear un «Rincón de la Calma» al cual pueden acudir cuando se sientan nerviosos, tristes o enfadados. Podemos utilizar materiales que previamente habremos elaborado con ellos, por ejemplo, botella de la calma (donde podemos meter dibujos, notas*), mandalas, cuentos relajantes o materiales sensoriales.

– Analizar con ellos qué aspectos positivos hemos sacado de esta situación. Qué cosas creen que han cambiado a mejor, y qué aspectos necesitamos seguir trabajando.

Para poder hacer frente a las emociones negativas y reforzar aquellas positivas, debemos crear nuevas oportunidades: nuevos hobbies, proyectos a largo plazo… Es necesario hablar con ellos, y clarificarles qué conductas son las esperadas, y cuáles no van a ser toleradas. Debemos mantener diálogos frecuentes con ellos y preguntarles cómo suelen reaccionar ante situaciones conflictivas que se les presentan en el día a día, y enseñarles otras opciones que pueden utilizar que sean más adaptadas.

Si hemos identificado aquellas situaciones por las que suele desarrollar los comportamientos agresivos, se puede emplear una tabla de progresos estableciendo dos o tres objetivos a trabajar, y acordando con el niño las recompensas ante el cumplimiento de los mismos. Siempre intentando que sean de tipo social, evitando las materiales. Es decir,  jugar a un juego, ver una película en familia, o elegir un postre pueden ser alternativas de recompensa.

En último lugar, en esta etapa, aunque siguen necesitando nuestro apoyo para organizarse y resolver algunas dudas, empiezan a ser más autónomos. Los padres podemos orientarles en la búsqueda de información y ayudarles en las dudas que se vayan generando. Es importante supervisar la realización de tareas y comprobar que hayan entendido las instrucciones y explicaciones dadas, dando pie a que empiecen a ser ellos los protagonistas de su aprendizaje.

Ana Ciruelos y Natalia Guijarro. Psicólogas de TEMS, The English Montessori School

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