Recientemente se hacía viral el vídeo de un niño llorando desconsoladamente mientras explicaba que no quería seguir viviendo. El motivo no era otro que el acoso escolar que lleva soportando durante años, a sus cortos nueve años. Su madre, desesperada ante la situación, decidió plasmar el momento y compartir su dolor para concienciar al mundo sobre la gravedad del bullying en la sociedad actual y las consecuencias tan sumamente graves que este tiene en aquellos que lo padecen.
Poco tiempo después, el vídeo daba la vuelta al mundo, acaparaba noticias y telediarios de varios países y miles de personas se unían al sufrimiento de la familia, preguntándose repetidamente cómo pueden ocurrir cosas así.
Cuando esto pasa, las dudas que rápidamente nos vienen a la mente son: ¿Cómo puede haber niños capaces de hacer esto, que no sienten ni padecen ante el dolor de los demás? ¿Qué están haciendo mal los padres? ¿Por qué no actúan mejor los profesores? Vamos a pararnos un segundo a pensar y vamos a enfocarlos en la principal pregunta de todo esto: ¿Qué podemos hacer para que, simplemente, esto no ocurra? ¿Dónde está la clave en la educación y cómo podemos desarrollarla para concienciar a aquellos que fomentan el acoso?
Acoso escolar, un problema de la sociedad
El acoso escolar se ha convertido en uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y es que hace solo un par de años, los datos recogidos por el Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil y cuerpos de Policía Local, registraban 1.054 casos de acoso escolar denunciados solamente en España, unas cifras realmente alarmantes.
Ahora bien, ¿cuál es el papel de los padres y profesores ante esta situación? Sin ninguna duda, ellos juegan una posición fundamental en este aspecto y lo más importante se centra en el corazón de la educación: formar en valores a los niños, dándole a la Inteligencia Emocional una importancia primordial desde sus primeros años de vida.
En el sector de la educación, incluir la formación en valores como pilar básico dentro del proyecto educativo, con el fin de formar a niños emocionalmente inteligentes es realmente importante, ¿por qué? Tenemos que conseguir formar a personas capaces de controlar sus emociones, desde la felicidad absoluta hasta la ira y, sobre todo, personas cien por cien capacitadas para identificar y comprender las emociones de los demás. Ahí está la clave de todo.
El psicólogo Daniel Goleman, el gran teórico de la Inteligencia Emocional, señala que los principales componentes que integran la misma son el autoconocimiento y el autocontrol emocional, la automotivación, reconocimiento de emociones en los demás y las habilidades sociales.
Si educamos a los niños teniendo estos puntos como primordiales en todo aquello que deben aprender sobre el entorno que les rodea, conseguiremos formar a personas que sean capaces de identificar el dolor ajeno de forma inmediata y, en ese preciso instante, estaremos formando a personas que se sensibilizarán y que empatizarán con cualquier estado emocional que experimenten aquellos que están a su alrededor.
Por tanto, si construimos una sociedad donde la empatía sea uno de los puntos más fuertes, los niños no podrán soportar el dolor ajeno y, de este modo, podremos unir fuerzas frente a situaciones realmente graves y perjudiciales a nivel psicológico, como el bullying, el maltrato animal o cualquier otra circunstancia que afecte de forma negativa a aquellos que nos rodean.
En el caso del bullying, hay un punto muy importante a tener en cuenta: identificar al acosador, bien sea en el entorno familiar o en el escolar, y actuar proactivamente, previniendo sus conductas y, sobre todo, actuando frente a las mismas cuando el acoso ya ha comenzado. Además, existen programas implantados en algunos centros educativos de nuestro país, como KiVa, el prestigioso programa contra el acoso escolar desarrollado por el Ministerio de Educación de Finlandia. Este programa, que ha evaluado a más de 30.000 alumnos, ha demostrado que reduce de manera significativa los casos de acoso.
Claves para erradicar el acoso escolar
¿Cuáles son las claves para conseguirlo? Uno, previniendo las situaciones de acoso influyendo en los grupos para que sean los propios niños quienes no las fomenten y sean capaces de corregirlas. Y dos, interviniendo con acciones específicas cuando ya se está produciendo una situación de acoso y elegir, además, a un pequeño grupo del entorno de acosador y víctima para que el mismo ofrezca apoyo a la víctima y todos juntos corrijan la situación.
La Comunidad de Madrid, desde la Consejería de Educación, también es especialmente sensible a este tipo de maltrato entre escolares y ha desarrollado una guía para mejorar la Convivencia en los centros escolares y un protocolo de denuncia y actuación ante estos casos.
En conclusión, está más que demostrado que los niños que crecen con una educación, tanto en el entorno familiar como en el escolar, donde se le da prioridad a la Inteligencia Emocional, están más preparados para afrontar cualquier obstáculo con el que se encuentren y mucho más preparados para saber cómo alcanzar cualquier meta que se propongan o se les presente, tanto a nivel personal como a nivel profesional.
Por ello, quienes son más inteligentes emocionalmente suelen afrontar los problemas con positividad, se sienten seguros de sí mismos, intentan rodearse de gente que les hacen felices y alejan a aquellos que puedan resultar tóxicos para su vida cotidiana. La Inteligencia Emocional, además, tiende a incrementar la creatividad, a afrontar los cambios con interés, crea a personas más fuertes y estas no encuentran ningún tipo de dificultad a la hora de expresar sus sentimientos de manera adecuada, algo que será imprescindible en cualquier momento de la vida de todo ser humano.
Cuando alguien tiene tan cubiertas todas estas partes de su vida, ¿realmente necesitará recurrir a la violencia física o verbal para sobreponerse a los demás o, por el contrario, se rodeará de aquello que le hace feliz y simplemente se alejará de lo que no, sin necesidad de hacerle daño a nadie? ¿Un niño emocionalmente inteligente será capaz de hacer sufrir a otro sin ningún tipo de remordimiento o dolor? ¿Podrá ver cómo les hacen daño a otros sin actuar frente a ello? Por supuesto, no.
Emma Pérez Madorrán. Directora del Colegio Europeo de Madrid
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