El creciente interés por la cocina tiene consecuencias muy positivas en la alimentación familiar y, por tanto, en la salud de cada uno de sus miembros. Cocinar en casa, organizando el menú de varios días, repartiendo la comida preparada en tuppers para calentar y comer…es la clave para llevar una dieta saludable en una familia actual y está salvando el día a día culinario de muchas familias.
Hasta hace unos años, las recetas y trucos de cocina eran compartidos únicamente por sus creadores a través de libros o cursos más o menos especializados. Sin embargo, en la actualidad podemos intentar realizar la receta más selecta de cocineros prestigiosos o recuperar recetas de nuestras abuelas siguiendo algún tutorial colgado en la red. Pero, ¿es más saludable todo lo que se cocina en casa?
Inconscientemente solemos asociar comida casera con saludable y, por el contrario, comida precocinada con insana, aunque esto no siempre es así. Para que una comida pueda ser considerada como saludable, independientemente de que sea casera, de restaurante o precocinada, en primer lugar debería aportar alguno de los nutrientes fundamentales en su porcentaje adecuado.
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Qué convierte a una comida en poco saludable
No es preciso que todos los platos tengan todos los nutrientes, porque la dieta se complementa a lo largo del día, pero sobre todo hay que evitar las grasas saturadas, el exceso de sal y azúcar y, por supuesto, algunos aditivos ocultos que podrían ser perjudiciales para la salud.
Por esta razón, se entiende perfectamente que algunos platos que tienen como ingrediente principal las legumbres -grupo de alimentos al que la OMS ha dedicado un destacado por sus ventajas nutricionales- puedan dejar de ser saludables en función del tipo y cantidad de embutido o grasa animal que se le añada.
Exactamente lo mismo pasaría con aquellos platos que se completan con una elevada proporción de natas o quesos y aquellos a los que se añaden tomates fritos con mucha cantidad de sal y azúcar.
Platos precocinados saludables
Por el contrario, hay platos precocinados o congelados que pueden entrar a formar parte de nuestra dieta, teniendo en cuenta que su consumo debe ser moderado. Me estoy refiriendo a algunos preparados congelados (carnes, pescados y verduras braseadas), conservas vegetales, legumbres cocidas o alimentos envasados al vacío (por ejemplo, pollo asado).
Estos preparados pueden ser una alternativa muy recomendable en aquellas ocasiones en las que no tengamos los conocimientos culinarios adecuados para elaborar algunos platos o dispongamos de poco tiempo y no queramos caer en el consumo de pizzas o hamburguesas. Además, en algunas situaciones como la de las personas ancianas (y más si viven solas), los alimentos preparados son un medio eficaz para garantizar una alimentación variada.
En cualquier caso, es indispensable que nos vayamos acostumbrando a leer y sobre todo comprender las etiquetas que informan de la composición nutricional de estos productos. ¡Aunque, como Sherlock Holmes, haya que acudir al comercio lupa en mano para lograr ver la habitualmente minúscula letra en la que dicha información aparece escrita!
Pedro J. Toranzos. Licenciado en Farmacia, diplomado en Dietética y Nutrición, máster en Dietética.
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