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Laura Monge: «Si tu gritas, ellos gritan, los niños aprenden por imitación»

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¿Es posible educar sin gritos? Aunque para muchos padres parezca una utopía, la docente, blogger y madre Laura Monge, autora del libro Educar sin gritos y fundadora del blog Mis trucos para educar, nos propone una serie de pautas y consejos para educar a nuestros sin gritos. No perder los nervios ante comportamientos que nos saquen de nuestras casillas y conseguir que los niños se impliquen en su propia educación son algunos de sus imprescindibles trucos para educar.

Trucos para educar sin gritos a los niños

Eres una de las pioneras en crear tu propia línea de juegos educativos y motivadores con los que enseñar a los niños pequeños los valores, hábitos y rutinas para crecer muy alto. ¿Cómo se te ocurrió esta idea?
Siempre he querido involucrarme mucho en mi maternidad y que mis hijos se involucraran mucho en su propia educación. Una manera que tenía yo de comunicarme con mis hijos desde pequeñitos era a través del dibujo. Les contaba historias, o en cualquier lado sacábamos libretas y rotuladores para explicar cosas o simplemente para dibujar. El primer día que nos surgió un gran reto fue la retirada del pañal del mayor, casi de forma natural saqué una cartulina, rotuladores y nos pusimos manos a la obra con el primer plan de acción. Evidentemente todo esto trajo las complicaciones típicas de la retirada del pañal, pero sí que recuerdo que disfrutamos mucho y fue muy ilusionante. A los pocos días volvimos a preparar otro plan de acción.

¿Dónde quieres llegar?
En el año 2010 empecé a darle vueltas de qué manera podía encontrar para compartir todos estos planes que había creado a lo largo de los años. Una amiga me llamó y me dijo: oye que me he abierto un blog. Y pensé: puede ser una buena manera de empezar a compartir todos estos planes y así empezó a surgir el blog de: Mis trucos para educar, que hoy ya es una web un poco más grande. Estamos arrancando con una plataforma de cursos online para padres y educadores. También estoy dando talleres y conferencias en los colegios y en las asociaciones y sigo diseñando, elaborando y editando juegos para enseñar a los padres y educadores hábitos y rutinas a los niños de una manera amena y divertida. Me gustaria llegar a todos los rincones donde quieran escucharme. Soy muy fan de esta manera de educar. Me ha traido muchas alegrías. 

¿Cuál es el truco que te funciona para enseñar a los niños a colaborar en casa?
Un truco no hay, hay muchos. Tenemos que intentar conseguir que los hijos se impliquen en su propia educación, que se den cuenta que ganar una serie de hábitos saludables como son la higiene personal o el orden es esencial. En realidad, los grandes beneficiarios son ellos. Les va a servir para un futuro. Entonces para motivarlos y que se impliquen un poquito más al principio sí que tenemos que dar una dosis grande de motivación y el juego es una buena herramienta para ello.

¿Cómo podemos despertar la motivación para que ellos sientan que cada día pueden hacer las cosas un poco mejor?
Hoy en día, los niños nacen con una tablet debajo del brazo. Están súper estimulados, tienen unos juegos maravillosos que les absorben totalmente y participan en muchas actividades súper creativas y muy bonitas. Luego llegan a casa y queremos que hagan la cama o pongan la mesa dando órdenes o de malas formas. Estas órdenes muchas veces no llegan en plano juego y los niños no lo terminan de entender. Por eso vuelvo a lo que decía antes. Una muy buena manera de motivarlos inicialmente es a través del juego. Una vez que ya hemos conseguido involucrarlos y motivarlos, hay que reforzar eso que hemos conseguido. Si hemos conseguido que nuestro hijo haga la cama debemos conseguir que disfrute de ver y estar en una habitación ordenada donde ahora podrá jugar mucho más a gusto. Eso es un poco la idea que tenemos que intentar conseguir.

¿Es posible no gritar cuando tenemos muchos niños alborotando en casa? 
Lo primero, claro que es posible educar sin gritar y que nuestra forma natural de resolver los conflictos en casa sea desde la serenidad y que pasen días y semanas sin que tengamos que poner el grito en el cielo ni una sola vez. Lo que tenemos que recordar es que no debemos olvidar nuestra condición humana por lo que el trabajo excesivo o el cansancio casi crónico de los padres nos juega a veces malas pasadas y es posible que de vez en cuando solucionemos una situación familiar de una forma que no queremos. En este momento no hay que venirse abajo. No lo hemos resuelto como queríamos pues borrón y cuenta nueva. Vamos a ver qué podemos hacer en la próxima situación que se nos ponga delante.

¿Cuál es el mantra que deberíamos repetirnos las mamás y los papás para no soltar ese grito del que luego nos arrepentimos?
Hace poco salió anuncio para fomentar la lectura en el que salían un papá y una niña en la mesa del desayuno. El papá se ponía la servilleta y la niña hacía lo mismo. El papá se servía el café y la niña lo imitaba. Hacían todo exactamente en el mismo momento y al final se veía al papá con su libro, la niña con el suyo. Al final ambos doblaban la esquina para señalar dónde habían terminado la lectura. Acababa el anuncio diciendo: «Si tu lees, ellos leen». Esto que te voy a decir es menos romántico; pero el mantra que debemos repetirnos es «Si tu gritas, ellos gritan».

Al final es esa la idea, los niños aprenden por imitación, somos modelos y nos están observando constantemente. Muchas veces van a gritar utilizando tus propias expresiones, gestos, etc.

¿Qué consejos nos darías para no perder los papeles en casa?
Cada uno debe encontrar ese truco que no le haga perder el control. A mi hay uno que me sirve muchísimo. Lo cuenta muy bien Lucas Malaisi en una Ted Talk y que habla de la amígdala cerebral. Esta estructura, que tiene forma de almendra situada en el centro del cerebro, actúa ante una emoción muy fuerte y debemos tener práctica para no dejarnos llevar por ese impulso inicial que parece irrefrenable y perder los papeles.

¿Nos puedes poner un ejemplo?
Imaginemos que uno de nuestros hijos nos da una contestación que nos deja impactados. En ese momento, la amígdala lanza al torrente sanguíneo una serie de neurotransmisores que son aquellos que nos hacen sentir que se nos pone la cara roja, que se nos hincha la vena y nos queremos comer al niño en ese momento. Lo bueno es que esos neurotransmisores duran sólo 90 segundos. El problema es que a veces no contamos bien esos 90 segundos. Decimos 1, 2, 3, 4, cuando salga se va a enterar este niño, no hay derecho, no me pueden contestar así 5, 6, 7… ¿Qué hacemos? Retroalimentar a la amígdala que vuelve a lanzar neurotransmisores al torrente sanguíneo y seguimos enfureciéndonos. Por lo tanto, tenemos que contar 90 segundos o pedir 90 segundos para contar bien, del 1 al 90.

Para educar sin gritos, ¿funciona el truco del poli bueno/ poli malo?
El truco del poli bueno, poli malo es una forma que tengo de explicar el porqué de este comportamiento un poco caótico algunas veces por parte de nuestros hijos. La idea es que a través de la vista y del oído llega la información a un lugar del cerebro que se llama tálamo. Desde aquí van a salir dos señales. Una de ellas va hasta la amígdala que está un poco más cerca. Esta se encarga de dar una respuesta un poco impulsiva, va a ser el poli malo, el que da una respuesta sin pensar. La otra señal va mucho más lejos hasta la corteza pre frontal. Esta va a valorar las opciones que tiene y dar una respuesta mucho más razonada y elaborada. Este es el poli bueno. El problema es que el poli malo, aparte de estar más cerca, está muy desarrollado desde que nacemos. Sin embargo, el poli bueno tarda muchísimo en terminar de desarrollarse. En concreto es la última parte del cerebro que se desarrolla y lo hará pasados los 20 años de edad. Con lo cual es normal que ese comportamiento caótico de nuestros hijos se de en nuestras casas. ¿Lo bueno? Podemos aprovechar las situaciones que de manera natural nos brinda la vida para guiar a nuestros hijos de ir tomando buenas decisiones.

¿Qué trucos propones para que nuestros hijos se lleven bien, colaboren entre ellos, en las tareas del hogar y utilicen la empatía con los demás?
Todos queremos que nuestros hijos se lleven bien, pero la rivalidad entre hermanos es algo frecuente y habitual. Eso no calma a los padres. Yo les digo que si el “buen rollismo” familiar no sale por sí sólo, hay que salir a buscarlo. No te quedes de brazos cruzados esperando que las cosas vuelvan a ir bien. Propongo una cosa que es muy fácil de poner en marcha. Aprovechando el desayuno, cualquier comida o cuando tienes a los niños en el coche todos atados y organizados, debes sugerirles qué es lo que más le gusta de todos los miembros de la familia. Este juego les suele gustar mucho porque les hace pensar, pero luego van a escuchar de todos que es lo que más les gusta de ellos mismos con lo cual este juego suele triunfar. Es una iniciativa muy buena. Ayudamos a nuestros hijos a parar, a que reflexionen y a que se den cuenta de que su hermano tiene muchísimas virtudes aunque él en ese momento no sea capaz de verlas.

¿Cómo educar sin remordimiento, sin pensar que somos las peores madres del mundo cuando nos ha salido esa voz desconocida?
Lo primero que hay que pensar es que somos los mejores padres que pueden tener nuestros hijos. Es verdad que nuestra condición humana nos hace que a veces no podamos resolver un conflicto que tenemos en casa de la manera que nos hubiera gustado, pero está prohibido venirse abajo en estas situaciones.

No sirve de nada pensar que soy una mala madre.

Es normal que al principio te sientas así pero luego hay que poner remedio. Hay que parar, reflexionar, pensar en nuestros hijos, en nosotros, en que situación vive la familia ahora mismo, que podemos hacer la próxima vez que se nos presente el mismo conflicto y poner un plan si es necesario.

¿Puedes poner un ejemplo?
Sí: imagínate que tenemos una niña de 10 años que cuando vuelve del colegio y antes de ponerse a hacer las tareas pasa 20 minutos danzando por la casa y no sabemos muy bien haciendo que. Sabemos que está perdiendo tiempo ya no sólo tiempo libre sino también tiempo libre para jugar después. Si nos paramos a reflexionar podemos darnos cuenta que en realidad esta niña no tiene lápiz, bolígrafo o goma en su lugar de estudio. O incluso que no tiene un lugar fijo para estudiar todos los días. Con lo cual da vueltas intentando ver que sitio le inspira un poco más. Si nos damos cuenta cual es el problema podemos decirle: A partir de ahora vas a estudiar aquí siempre. Es mejor tener un sitio fijo, te va a ayudar a centrarte. Vamos a poner un material en tu mesa y no lo vamos a mover. Incluso podemos ponerles un pequeño mural en el que cada día que haga las cosas bien puede poner una pegatina o dibujar algo que le recuerde lo que está haciendo. No son juegos de recompensa, sino una manera de recordar a esta niña que tiene un reto, está trabajando por él y lo está consiguiendo.

¿Cuál debería ser la perspectiva de futuro de cualquier padre o madre?
Debería ser: ¿qué valores queremos que nuestros hijos hereden el día de mañana?.Teniendo esos valores presentes que nos gustaría transmitirles debemos empezar a trabajar hoy mismo. No puede ser por ejemplo que queramos que el día de mañana nuestros hijos colaboren en sus casas con sus parejas al 50 por ciento, y que nuestros hijos tengan 15 años y les sigamos haciendo la cama. Evidentemente, se contradice una cosa con la otra.

¿Cómo podemos ponernos de acuerdo los padres a la hora de educar a nuestros hijos?
No siempre es fácil porque no siempre estamos de acuerdo papá y mamá en lo mismo. Somos dos personas distintas y es normal encontrar diferencias. Además con el tema de los hijos tendemos a sacar un poco las garras. Lo importante es que vayamos de la mano y para eso hay que hablar, hablar y volver a hablar. Las dos partes deben saber que hay que ceder y hay que confiar en la perspectiva de la otra parte. Tenemos que conseguir llegar a un punto en común que va a favorecer al final a nuestros hijos. Mi madre dice que si uno mira al Norte y otro al Sur es porque los dos debemos mirar al Este. Es un poco esa idea, de llegar a un punto común.

Marisol Nuevo Espín

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