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Educación ambiental: manual de una familia ecologista

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Hoy, como cada 26 de enero, desde hace más de 45 años, se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, un día donde la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente desde la infancia son los verdaderos protagonistas.

El Día Mundial de la Educación Ambiental nace en 1975 con la publicación de la carta de Belgrado. Desde entonces, formar una población mundial consciente y preocupada por el medio ambiente y con los problemas asociados, y que tenga conocimiento, aptitud, actitud, motivación y compromiso para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas existentes y para prevenir nuevos, se convirtió en una tarea fundamental.

¿Quién no se ha sentido alguna vez un poco investigador de la naturaleza? El simple y extraño vuelo de una golondrina basta para comprender que el mundo que nos rodea es fascinante. Y qué decir tiene si, en una excursión, hemos visto a lo lejos algún jabalí o algún zorro. Pero las maravillas de la naturaleza no se hallan confinadas en lugares exóticos como las selvas tropicales. Si se buscan están al alcance de toda la familia.

Hoy en día está muy de moda lo de la ecología y la naturaleza, pero hay que conocerla de cerca para saber cómo quererla y cuidarla. Tras la Cumbre del Clima, ¿quién no conoce a Greta Thunberg? Los movimientos ecologistas para frenar el cambio climático están más activos que nunca y en el marco de la educación muchas instituciones claman por instaurar clases de educación medioambiental desde los 2 años, una enseñanza que no debe quedarse solo en la teoria, sino que hay complementar con la experimentación, ya que si los niños tienen una buena experiencia con la naturaleza harán suyos los hábitos rutinarios necesarios para cuidarla y preservarla.

No hace falta irse muy lejos para llevar a cabo todo lo que os proponemos en este artículo, aunque sí es importante que participe toda la familia: en la elaboración del material, al elegir los lugares naturales… Quizá podamos aprovechar un fin de semana que vayamos a comer al campo para iniciarnos en un mundo apasionante.

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Sería magnífico si podemos permitírnoslos, pero no son necesarios montones de instrumentos (además de que son carísimos) para ejercer de «estudioso» de la naturaleza. Es más educativo que nuestros propios hijos los fabriquen por sí mismos.

Los frascos o botes ya no se tirarán a la basura: son tesoros valiosísimos para fabricar recipientes. Uno de los hijos puede encargarse de recordar que no se tire nada de lo que pueda servir para nuestros propósitos. Para que los especímenes que recojamos en nuestras salidas (hormigas, saltamontes… o lagartijas) puedan respirar convenientemente se perforarán las tapas o se cerrarán con muselina.

Las cajas de cerillas se convertirán en las mejores jaulas para los grillos que consiga sacar de su agujero (con una pajita y acercándonos silenciosamente para hacerle cosquillas) otro de los hijos.

También podemos fabricar, con la ayuda de papá, un aspirador, que sirve para capturar, sin riesgos, animales pequeños aspirando por un tubo de goma. Tenemos un cilindro de cristal que cerramos con dos tapones de corcho. A cada extremo introducimos tubos de goma flexible: el de un extremo para aspirar y el del otro por donde son absorbidos los bichos, que caerán dentro del tubo de cristal sin problemas. Atención, el tubo de goma ha de tener un tamaño adecuado al insecto que queramos recoger. También puede utilizarse una jeringuilla gorda, quitando la aguja y aumentando el tamaño del agujero por donde se absorbe.

Y por supuesto cazamariposas, redes para charcos y estanques, instrumentos para cavar… Se deja a la imaginación de toda la familia.

Explorar el jardín 

Donde quiera que esté el jardín y sea del tamaño que sea, (incluso si sólo tenemos unas macetas) vale la pena investigarlo. Quizá no tengamos nada parecido en nuestra ciudad, pero en cuanto salgamos al campo habrá que estar atentos a la vida que bulle en cualquier parte. Algo tan simple como sentarse tranquilamente y esperar a ver lo que aparece es una ocupación muy interesante.

A primera hora de la mañana oiremos el depertar de los pájaros y, cuando el sol ha caldeado un poco todo, hacen acto de presencia la mayor parte de los animales diurnos. Podemos jugar con los hijos a quedarnos en silencio durante un rato para no romper esos instantes maravillosos. Aunque no sea fácil, no está nada mal que se den cuenta de que tenemos que respetar la naturaleza.

Un jardín es un buen sitio para estudiar el ciclo completo de cada planta, porque estamos, por así decirlo, en primera fila, lo mismo que si tenemos en casa unas macetas con diversas plantas. Podemos observar sus condiciones de crecimiento, cuándo y por cuánto tiempo florecen y maduran, qué criaturas las benefician y cuáles las perjudican, cuánto regamos las flores, cómo las alimentamos, etc. Seguro que cualquiera de nuestros hijos nos agradecerá siempre que le hayamos encargado, precisamente a él, eso.

El jardín de las mariposas

¿Cómo convencer a las mariposas y a otro tipo de insectos de que vengan a vivir con nosotros? Muy fácil, para atraer mariposas y polillas a nuestro pequeño jardín, lo mejor es plantar flores de mucho perfume y néctar, como la prímula, la lavanda, la violeta, el nomeolvides, la hierba de la plata, etc. En poco tiempo podremos observar los distintos colores de las mariposas y los diferentes vuelos según las especies, además de que contribuiremos a la polinización (como explican en clase los libros).

Las flores que, como la petunia, el alhelí o el tabaco huelen por la noche, atraen polillas. La madreselva y la juliana aseguran la presencia tanto de mariposas como polillas. Para que también las orugas puedan alimentarse, ya que no liban néctar, podemos trocear algunas ortigas tiernas una vez al mes. Pueden cortarse igualmente zarzas, cardos o lengua de vaca.

El jardín de las aves

Los pájaros son unos huéspedes muy agradecidos y harán las delicias de toda la familia. Tres son las cosas que atraen a los pájaros a un jardín: comida, agua y lugares para anidar. ¿Quién puede encargarse de cada cosa? Eso sí, cada hijo ha de acerse responsable de no dejar de ponerles comida, agua, etc.: hay que tener alimentados a los pájaros de nuestro jardín… o a los gorriones que a veces vienen hasta nuestra ventana de la ciudad.

¿Qué comen los pájaros? A muchos pájaros les gustan las semillas, las bayas o las nueces de cosas tales como el arádano amargo, el espino, el saúco, la madreselva, la rosa o el girasol. Los cardos y las hierbas tientan a los pequeños granívoros. Las bayas y los frutos, además de atraer pájaros, convocan gran cantidad de insectos, reclamo a su vez para pájaros insectívoros.

A los pájaros les encantan los desperdicios de la cocina o la mesa: las migas de pan o de galletas, el arroz, las cortezas de queso… como también los alimentos habituales para aves: cacahuetes, maíz, mijo, «gusanos» de la harina y «huevos de hormiga». En invierno tendremos que proporcionarles cantidades mayores de estos alimentos.

Hemos de cerciorarnos de que el comedero que tengamos para los pájaros sea a prueba de otros animales. Para dar de comer a los insectos, éstos acuden a un recipiente que contenga agua endulzada con mermelada, miel o sirope.

¿Qué beben los pájaros? Además podemos reservárles una zona del estanque para que beban y se bañen. Si no es posible, les proporcionaremos cualquier recipiente que haga las veces. Agradecerán mucho un suministro diario de agua en época de heladas.

¿Dónde viven? En cuanto a los lugares de anidamiento, los gorriones y pájaros de ese tipo prefieren la típica caja con una pequeña entrada circular de unos 40 mm. de diámetro. La tapa superior deberá ir con una bisagra para poder limpiar la caja o ver los huevos o polluelos. Para esto tendrá que estar papá, mamá o un hermano delante, pues hay que tener mucho cuidado. Otro tipo de caja de anidamiento es la de frontal abierto que utilizan petirrojos, entre otros. Conviene poner un puñado de paja al alcance de los pájaros para que nidifiquen.

Marisol Nuevo Espín

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