Los padres que comparten con sus hijos tiempo de juego y lo disfrutan están contribuyendo a que los niños puedan generar una sana autoestima. A través de la interacción durante el juego, nuestros hijos se percibirá como alguien querible e interesante, al sentir que su padre y su madre quieren estar con él.
La investigación avala la importancia del juego en el desarrollo motor, cognitivo, social y emocional de los niños, pero es importante entender cuáles son las razones que fundamentan el juego compartido entre padres e hijos, en un ejercicio de empatizar con el niño y sus necesidades.
El juego facilita el desarrollo emocional de los niños, ya que les ayuda a comprender la realidad y adaptarse a ella, utilizando el juego como herramienta en esa asimilación. A través de éste, el niño proyecta sus conflictos, intereses, deseos, y emociones y puede elaborarlos, con mayor facilidad que a través del lenguaje verbal, por lo que es una herramienta fundamental en la clínica infantil.
A través del juego los niños elaboran sus conflictos, ofreciendo en ocasiones solución a los mismos, y pueden expresar sus sentimientos. A través de personajes, es decir, de un tercero, el niño puede tomar suficiente distancia emocional como para no sentirse amenazado y poder exponer de forma inconsciente su realidad (conflictos, preocupaciones, deseos e intereses).
Juega con tus hijos: ayúdales a quererse
Cuando los padres se interesan por compartir tiempo de juego con sus hijos, éstos pueden sentir que son interesantes, y lo más importante, se sienten amados y queridos, al ser capaces de generar que sus padres deseen estar con ellos y disfruten interactuando con ellos.
De este modo, los niños piensan «si mis padres pasan tiempo conmigo y se lo pasan bien es porque soy divertido/a, interesante, querible». Por el contrario, si el niño/a siente que sus padres no pasan tiempo con él/ella o que lo hacen sin disfrutar, es posible que el niño/a pueda percibirse como alguien aburrido, sin capacidad para generar interés y que los demás deseen estar con él/ella.
Además, el niño podrá aprender a través del juego habilidades de autonomía, por ejemplo a través de juguetes que permitan la simulación de actividades diarias como cambiar de ropa a un muñeco, darle de comer, ducharle, hacer los deberes, etc. En este proceso, el menor podrá reafirmarse en el aprendizaje de su propia autonomía, pudiendo sentirse más capaz.
Por otra parte, el juego facilita el desarrollo motor del niño, a través de la motricidad gruesa y fina, la coordinación, y el control del movimiento y de su propio cuerpo, y las capacidades sensoriales.
Además, le ayuda en su desarrollo cognitivo, ya que facilita el desarrollo de áreas como la percepción, la atención, la memoria, el pensamiento, el razonamiento lógico, la imaginación, y el lenguaje. Asimismo, le ofrece la oportunidad de experimentar aciertos y errores y poder aprender.
Las ventajas de jugar y, sobre todo, de jugar con tus hijos
Finalmente, y quizás sea lo más importante, el juego ayuda a desarrollar la creatividad, habilidad necesaria para poder resolver problemas. Los psicoterapeutas solemos explicar en la terapia que cuando llevamos funcionando de la misma manera durante mucho tiempo y no da resultados, debemos probar algo diferente. Esto es buscar soluciones nuevas y alternativas a los mismos problemas, para lo que se necesita creatividad para buscar nuevos caminos.
Finalmente, facilita también el desarrollo social del niño, al permitirle entrenar sus habilidades sociales, interiorizar reglas y normas y permitir un contexto de comunicación e interacción con otros niños.
Para concluir, la importancia del juego reside en la satisfacción de las necesidades emocionales del niño, en esa construcción de sí mismo y su autoconcepto. Conocer y recordar a nuestro niño interior, conectar con él, entenderlo y cuidarlo, es una herramienta muy potente que ayuda en el manejo emocional de los propios adultos y a empatizar con los niños.
Cristina Botella Botín. Psicoterapeuta Infantojuvenil y de Familia de Psicólogos Pozuelo
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