Las Navidades son la fiesta de los regalos. Y aunque, por un lado, al menos en apariencia, todos están llenos de amor y animados por sentimientos nobles, hace unas décadas que las reglas del marketing han ganado a la tradición, imponiendo prácticas de intercambio de regalos a menudo inútiles, caras y molestas.
Con esta guía de supervivencia para los regalos de Navidad tenemos como objetivo volver al significado original del regalo, a la belleza de hacer un regalo y a los peligros del consumismo, aprendiendo a gestionar la expectativa a favor del valor de tener un detalle.
Qué es un regalo y cuál es su verdadero significado
El regalo no es un elemento que pueda evaluarse en términos de dinero, sino que todo lo contrario. El significado del regalo radica en lo que representa, en el deseo de pensar en el otro y reconocerle su papel, que no se puede medir ni en euros ni en ninguna otra moneda.
Es importante aprender a superar este límite impuesto por el consumismo para recuperar el valor del regalo. De esta manera nos daremos cuenta de que no es en el dinero gastado sino en el tiempo dedicado a pensar en el otro que reside la atención y el afecto. Este ejercicio puede ser útil para liberar nuestra mente de un mecanismo muy peligroso, que ve el dinero como unidad de medida absoluta. En esta era, el tiempo es lo que realmente importa, porque tenemos cada vez menos. Es por eso que ofrecer tu tiempo es el mejor regalo que puedes hacer.
La belleza de dar un regalo
Hacer un regalo significa pensar en un ser querido. Es una donación que no pide recibir nada a cambio. El verdadero regalo está libre de las cadenas de la formalidad y proviene del deseo de ver al otro feliz y disfrutando del placer de contribuir a su felicidad. El regalo es una expresión tangible de un sentimiento (amistad, afecto, amor, gratitud, respeto…) y para ello siempre debe hacerse con pensando en quienes lo van a recibir, y no en el valor económico del objeto en sí.
Los regalos que realmente no queremos hacer
Otra categoría de regalos la forman aquellos que se hacen por obligación, por ejemplo, con algunos colegas o vecinos. Estos obsequios pueden llegar a ser una verdadera tortura mutua, que no se deja de producirse sólo por mera formalidad. Lo que se puede hacer es interrumpir esta tradición y establecer un círculo virtuoso: hablemos claramente con ellos, estarán profundamente agradecidos.
Todos somos conscientes de que se trata de regalos hechos por obligación en una época del año en la que los gastos ya son muy altos, y tal vez todos estamos más felices de no desperdiciar dinero comprando cosas inútiles
Otra alternativa, si no nos vemos capaces de tratar el asunto, es aplicar el arte del reciclaje. Esta técnica nos permite deshacernos de los regalos inútiles que hemos recibido y ahorrar espacio y dinero. Importante: ¡recordemos siempre de quién se recibe cada regalo no deseado para poder volver a ponerlo en el mercado de regalos de Navidad!
Quien hace el regalo para presumir
Atención a una categoría que debe evitarse con cuidado: quienes hacen el regalo para presumir. Para estas personas, el objetivo principal es hacer ver lo buenos que son haciendo regalos y cuánto tiempo han dedicado a ello. Hay que ignorarlos, porque lo que hacen es crear una sensación de superioridad sobre el otro que es totalmente gratuita, presumiendo de ingenio y sensibilidad. Hacer un regalo no es una competición. Por tanto, mucha atención ante esta categoría de gente.
Cómo hacer un regalo que guste
Estas son algunas de las situaciones que se nos pueden presentar y podemos gestionar con espíritu práctico y sinceridad:
1. Qué le gusta y cómo pasa el tiempo. Si tratamos de responder estas preguntas, sin duda tendremos al menos un par de ideas interesantes.
2. Algo que no tiene. Seguramente hay algo que se niega a comprar y que siempre te pide prestado, ¡es el momento perfecto para regalárselo!
3. Un regalo útil. Algo para completar el equipaje antes de un viaje, para la casa nueva o para un nuevo trabajo. En resumen, siempre se agradece un apoyo a los gastos que la otra persona debe soportar.
4. Algo que no se atrevería a comprar pero que sí quiere. El regalo también puede ser algo que anhela pero que nunca decide comprarse, retenido por la racionalidad. ¡Atrévete!
5. Escucha. Escuchar para comprender cuáles son los deseos del otro facilita la ardua tarea de hacer un regalo. Además, para quienes lo reciben, es bonito saber que otros recuerdan sus deseos.
6. Algo para hacer juntos. El tiempo compartido siempre es el mejor regalo. Un fin de semana fuera, una exposición, un concierto o incluso un almuerzo o cena en un lugar que os guste y al que nunca conseguís volver.
7. Algo que se rompió. Sabemos que nunca volverá a comprar la radio rota en la cocina. Perfecto, ¡nos encargamos nosotros! Rescatar una necesidad es un regalo en sí mismo, más allá de su valor económico.
8. Algo hecho por nosotros o nuestro. No todo tiene que ser comprado. Si un amigo siempre ha querido uno de nuestros sombreros o joyas, podemos regalárselo. El valor de este regalo será enorme. Vale lo mismo para los que son buenos en manualidades y deciden regalar sus creaciones: la conciencia del tiempo dedicado ya es de por sí un gran regalo.
9. Un regalo grupal. En lugar de gastar dinero en muchos regalos pequeños, mejor unirse y hacer un regalo único con más presupuesto: se evitan inutilidades y se optimiza el resultado final.
10. Una verdadera sorpresa. Un viaje para ir a ver a un amigo lejano o un lugar especial, o traer a una persona inesperada, un cachorro que llega a casa de repente. Son gestos que tienen un valor que va más allá de lo económico y que llenan el corazón.
Marina Berrio
Asesoramiento: Mundopsicólogos
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