Tener un hijo con dificultades en la familia es de las cosas más difíciles a las que se pueden enfrentar unos padres a lo largo de su vida. Cuando las dificultades a las que se enfrenta la familia son las necesidades especiales, un trastorno del neurodesarrollo, un problema en el parto, o cualquier otra causa sobrevenida, los primeros momentos del afrontamiento de la situación vital son muy difíciles.
Además de sentir el dolor que supone tener un hijo con problemas, se suma preocupación, la incertidumbre y el comienzo de un largo camino que no se sabe lo que deparará.
Cuando un hijo con dificultades llega a casa, pone todo «patas arriba», las cosas importantes de la vida, la pareja, la dirección que creíamos que llevábamos, lo controlado que teníamos todo, la vida que hacíamos hasta ahora, el valor que dábamos a las cosas, etc. Toda nuestra escala de valores empieza a tambalearse y la «torre» sobre la que nos apoyábamos, y vivíamos muchas veces, también se cae. Y de ahí viene la crisis.
Objetivo: salir de la crisis emocional
En estos momentos, y en este primer gran bache, suele resultar de mucha ayuda contar con apoyo externo médico o psicológico, además de los especialistas que te orientarán y te guiarán en la educación de tu hijo.
Cuando uno encuentra, comprende y asimila que esto está en su vida, aprende a ver la vida con realismo y practicidad.
Pero, más adelante, generalmente observamos que nos superamos, y cuando uno encuentra ese nexo de unión con su hijo, las rutinas en casa están armónicamente organizadas, la vida nos parece bella igualmente y aprendemos a no pensar demasiado en el futuro. La confianza vence al miedo y a la incertidumbre, es entonces cuando podemos encontrarle un sentido profundo de felicidad a nuestra vida.
Cuando uno entiende que el hijo con necesidades especiales tiene su espacio, y es necesario dárselo también, es cuando uno ha renacido al duelo, ha vencido esta crisis y comienza a vivir de nuevo.
8 consejos de apoyo cuando tenemos un hijo con dificultades
En el caso de que a tu hijo le diagnosticasen con algún tipo de dificultad y de manera temprana, estos ocho consejos pueden ayudarte a superar la situación emocionalmente:
1. Duelo. Es importante entender el duelo como algo normal. Es un disgusto, una mala noticia la que recibimos, una pérdida de muchas cosas, de expectativas, de «normalidad», y esto hace que pasemos por fases de no escuchar, negar, buscar muchas opiniones, enfadarnos con profesionales, enfadarnos con nosotros, con nuestra pareja, culpar al otro, llorar, entrar en desesperación… Esta fase puede durar de uno a dos años, es intensa, y no es muy cómoda de vivir, pero es necesario hacerlo para que el organismo se regule y pueda aceptar algo que supone un impacto emocional.
2. Aceptación. Una vez que llegamos aquí nos entregamos a la vida y a sus circunstancias, dejamos la lucha de resistirnos y nos entregamos, entramos en otra fase, en la que estamos abiertos a un nuevo aprendizaje, a una nueva vida.
3. Confianza. La confianza será un gran aliado para ti mental y emocionalmente, es importante conectar con esa confianza en la vida, en los profesionales, en tu hijo/a… Mantener la fe de que todo seguirá su curso.
4. Únete a tu círculo. Fortalece tu red social. No cometas el error de cerrarte y no querer recibir ayuda por el malestar o la vergüenza, o por querer ser autosuficiente. Déjate ayudar. La verdadera fortaleza se construye desde la vulnerabilidad y desde la integración de esta como parte natural en nuestra vida.
5. Busca un profesional y un equipo de ayuda. Busca y encuentra a profesionales que te orienten en el camino con tu hijo, con los hermanos, con la educación, con tu pareja y contigo mismo. Buscar ayuda es un acto de inteligencia emocional y de vida.
6. Aprende sobre lo que le sucede a tu hijo. Hazte un experto también y acércate a la realidad que vive tu hijo, empatiza con él y con su modo de ver el mundo. Aprende sobre aquello que forma parte de su día a día, esto os hará más consistentes y os acercará mucho.
7. Sigue viviendo y cuidándote. Aunque creas que todo ha terminado y te has visto muy hundido, nada ha terminado, al contrario hay muchas cosas maravillosas que os quedan por vivir. La vida sigue, recuérdalo. Cuídate con la consciencia de que hay algo que requiere que estés muy bien y te sientas bien para poder ser atendido también.
8. Atender a los hermanos. Si tienes otros hijos, mantente atento a su estado emocional y a su cuidado. Si no puedes hacerlo, o no sabes, pide ayuda para abordar este tema que es muy importante para la familia. Los hermanos pueden pasarlo muy mal también y sufrir por vosotros y por su hermano. A veces se entristecen, y otras alteran su conducta con llamadas de atención o rabia. Esto que sucede es normal, pero es necesario abordarlo. Y es importante saber que con ayuda pueden convertirse en grandes aliados y apoyo en la familia.
Ana Asensio. Psicóloga y fundadora de Vidas en Positivo
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