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Horario escolar: ¿jornada continua o discontinua?

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¿Qué ventajas e inconvenientes tiene para los alumnos seguir en los colegios e institutos una jornada continua o discontinua? De manera tradicional, siempre ha primado la jornada partida, pero, sin embargo, cada vez más centros educativos abogan por implantar la jornada continua.

La jornada discontinua, que ha sido la tradicional, tiene un horario partido, es decir, la mañana lectiva se desarrolla aproximadamente de 9 a 13 y la tarde de 15 a 17 horas, con dos horas libres para comer e ir al recreo. Por su parte, la jornada continua reorganiza este horario y lo concentra entre las 9 y las 14 horas, aunque el centro permanezca abierto de igual forma hasta las 17 horas.

Ventajas e inconvenientes de cada horario escolar

¿Qué tienen de positivo y de negativo la jornada contínua y la discontinua? Los horarios deben ajustarse al cronorrendimiento de los alumnos para mejorar su aprendizaje y sus resultados académicos, y así evitar las distracciones o la somnolencia que se pueden producir a lo largo de la jornada lectiva.

Para el aprendizaje de los alumnos, la jornada partida se puede adecuar mejor a los ritmos biológicos de los menores, ya que favorece el sueño y su rendimiento académico, sobre todo en los adolescentes. El doctor Gonzalo Pin Arboledas, jefe de la Unidad de Pediatría Integral y la Unidad de Sueño Infantil del Hospital Quironsalud Valencia afirma que «en la elaboración del horario escolar con las respectivas asignaturas se ha de tener en cuenta que los momentos de mayor atención se producen a media mañana y en horario de tarde».

Otro de los aspectos fundamentales implicados en el debate de la jornada continua o discontinua es el comedor escolar. Con la jornada discontinua se favorece que el horario de la comida de mediodía se realice de forma ideal entre las 13 y las 14 horas. Dado que en los colegios, los menús están planteados siguiendo las directrices de una dieta sana y equilibrada con todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo y rendimiento de los niños, comer en el colegio es también una medida para luchar contra la obesidad infantil que ya es considerada como una epidemia. De hecho, en torno al 30-40% de los niños y adolescentes padece de sobrepeso u obesidad. 

Los hábitos nutricionales adquiridos en el ámbito escolar deben servir como elemento de transmisión a otros ámbitos, para conseguir una alimentación saludable de los niños, las familias y la sociedad en su conjunto», explica el doctor.   

El ‘jetlag’ escolar del adolescente

Acostarse tarde y levantarse pronto para empezar las clases entre las 8 y las 8 y media no es lo más adecuado para rendir en el aula. El doctor Gonzalo Pin explica que «durante la adolescencia se produce un retraso fisiológico de la elaboración de melatonina nocturna, lo que significa que el adolescente tiene tendencia a dormirse más tarde y, como tiene que descansar alrededor de 9 horas, se tendría que despertar más tarde. Sin embargo, con los horarios actuales, estamos generando un ‘jetlag escolar’ que puede resultar perjudicial».

En este sentido, el pediatra aconseja que las clases empiecen a partir de las 9 horas, más aún en el caso de los adolescentes, y que la distribución del horario lectivo, con respecto a las materias cursadas, se organice según los momentos de mayor atención del alumnado. «Es conveniente que se retrase la hora de inicio del horario escolar para favorecer el sueño y el rendimiento, sobre todo en el adolescente, ya que los biorritmos en esta etapa de la vida retrasan los picos de atención», explica el doctor Gonzalo Pin.

Una decisión de consenso

Para establecer, en cualquier caso, un horario lectivo deben considerarse las aportaciones de toda comunidad educativa. Optar por una jornada continua o discontinua es una decisión donde deben ponerse de acuerdo padres, madres y profesores hasta otros profesionales como pediatras, nutricionistas, sociólogos y cronobiólogos, entre muchos otros. «Tanto la jornada continua como la discontinua presentan ventajas e inconvenientes de diversa índole, por lo que sería un error obviar las enseñanzas derivadas de la cronobiología, la cronopsicología y la crononutrición», asegura Gonzalo Pin Arboledas.

Marina Berrio

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