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Guía de supervivencia para perfeccionistas crónicos

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¿Perfectamente estresado o imperfectamente relajado? La ansiedad en el trabajo, por un cuerpo perfecto o por el éxito en las redes sociales pueden generar conflictos emocionales internos. Pero, ¿cuáles son las consecuencias psicofísicas de este trabajo de supuesta mejora personal? Y sobre todo: ¿este perfeccionismo llevado a los extremos realmente nos hace mejores personas?

Demasiados modelos, demasiada velocidad, un alto grado de especialización requerida en el lugar de trabajo, conducen a no sentirse nunca a la altura, a la sensación constante de carecer siempre de algo y olvidar que la belleza del individuo no reside en la homologación sino en la diversidad.

Consejos para perfeccionistas crónicos

La felicidad no es un ideal de perfección para alcanzar. Cuando pensamos, por ejemplo, «tengo que perder cinco kilos, tengo demasiada barriga, mi inglés es un poco flojo, mi jefe ni siquiera sabe que existo, mi amigo tiene más seguidores que yo …». tenemos que frenarnos. Cuidado: éstos no son problemas reales.

Estas situaciones son en gran parte solucionables y no necesariamente de manera inmediata. Entonces obsesionarse no es bueno. Con tu inglés, ¿puedes viajar y comunicarte sin problemas? ¡Muy bien! Luego, con calma, podrás dedicarte a mejorarlo, con perseverancia pero dando las correctas prioridades. Lo mismo es cierto para las dietas. Los resultados llegan, pero tener que ir a toda costa para ponerse un vestido de cuando tenías quince años porque los 90 han vuelto de moda, es pura autolesión. Relegar tu propia felicidad a un número en la báscula, un correo electrónico de aprobación enviado por un superior o un número de seguidores en Instagram es degradar la propia identidad.

Imperfecto, pero feliz

Las personas que piensan continuamente que no están a la altura o que no dar a basto nunca se sienten imperfectas. Pero, ¿quién determina cuáles son los parámetros para considerarse satisfecho y calmar las ansiedades?

Para evitar que la perfección se convierta en una obsesión, es importante establecer metas realistas y alcanzables a corto/medio plazo, para no sentirse frustrado y triste. Y además, debemos aprender a aceptar las variables como partes constitutivas de nuestra existencia: afortunadamente, no podemos tenerlo todo bajo control.

1. Confía en tu propio valor y singularidad. No debemos confundir la conciencia de lo que necesitamos mejorar con el deseo de anularnos: abandona los estereotipos y céntrate en lo que eres, lo que te gusta y lo que puedes hacer. Confía en tu valor y piensa que la parte más bella de ti no es la que persigue incansablemente a modelos vanos sin personalidad.

2. Metas realistas. ¿Subir el listón? Sí, pero con cabeza. Estar en constante movimiento y querer mejorarse es un hecho digno de elogio en sí mismo. Pero para evitar que la perfección se convierta en una obsesión, es importante establecer metas realistas y alcanzables a corto/medio plazo, para no sentirse frustrado y triste. Continuando paso a paso, y siempre orgulloso del recorrido hecho hasta ahora.

3. Honestidad a la hora de hacer balances. El camino recorrido no se mide en kilos ni en «me gusta» o likes. Ser sincero con uno mismo también significa ser positivo. Mira hacia atrás y reconoce la cantidad y la calidad del camino tomado, que probablemente no se puede medir en me gusta o en kg, y no se reduce a un cargo en la empresa. De hecho, mirando en profundidad, se descubre que lo que enorgullece es cómo se han manejado las situaciones complejas, los seres queridos cercanos y todo lo aprendido, en resumen, el propio crecimiento interior.

4. Aprende a ser menos exigente con los demás. No todos tienen tu ritmo y no todos quieren tenerlo. Somos diferentes, y tu punto de vista intransigente y absolutista puede no ser necesariamente el correcto. Hay muchas maneras de acercarse a la vida. El rigor, la eficiencia y el sentido del deber son muy importantes, pero si carecen de una mirada sensible al mundo y la capacidad de detenerse, observar y escuchar, no suelen llevar muy lejos. Por eso es importante aceptar a los demás por lo que son y aprender de la comparación. Recuerda: nunca se sabe dónde se esconde la próxima enseñanza.

4. Aceptar las variables como partes constituyentes de nuestra esencia. No podemos tenerlo todo bajo control, afortunadamente. Relájate, las cosas irán como tienen que ir. Siempre habrá una variable que no hayas considerado o para la que no tengas margen de acción. Ármate de paciencia y recuerda: siempre enfócate en el proceso y nunca en el resultado, porque es durante el proceso que tienes espacio para la acción, mientras que en el resultado, no.

5. Evita obesionarte. Busca la relajación y la belleza de no darle vueltas y vueltas a las mismas cosas. ¿Qué pasaría si volvieras a ser un poco niño?¿De verdad quieres que todo sea perfecto? ¿Realmente quieres pasar tu vida persiguiendo un modelo de perfección que nunca alcanzarás? ¿Cuándo podrás disfrutar de la belleza del momento? Es paradójico interpretar la felicidad como trabajo, como un «tener que ser».

La felicidad radica en la espontaneidad y la simplicidad, en el encuentro con nuestro ser más profundo y en los afectos sinceros. No dejes que la obsesión a que todo sea perfecto (¡y que en cualquier caso nunca lo será!) se convierta en un obstáculo infinito.

Claudia Loiacono. Mundopsicólogos.com

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