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Alex Beard: «Tenemos un sistema educativo que no está sacando el potencial de nuestros estudiantes»

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El escritor Alex Beard, autor de Otras formas de aprender, es un apasionado de la Educación, que comenzó como profesor. Reconoce que sus primeras clases en la etapa de Primaria fueron un fracaso y admite que «la escuela es esencialmente igual ahora que en tiempos de Platón».

Pertenece a Teach For All, una red a la que lleva más de diez años dedicada a explorar las prácticas educativas que se imparten en más de 46 países de todo el planeta. En su opinión, si un niño viajara en el tiempo desde la antigua Atenas, podría sentirse desconcertado por nuestros smartphones, pero no tendría ningún problema en reconocer un aula con su profesor y sus alumnos. 

Necesitamos una revolución en la forma de aprender

P. ¿Qué es lo que funciona actualmente en materia de educación?
R. Hoy en día vivimos en un mundo en el que hay más niños en los colegios de los que nunca jamás ha habido y eso es algo que deberíamos celebrar. Existen millones de profesores con gran educación que quieren conseguir lo mejor de sus estudiantes. Y, además, tenemos que reconocer que todos los padres apoyan a sus niños, saben lo que es mejor para ellos. Sin embargo, tenemos un sistema educativo que no está sacando el potencial de nuestros estudiantes.

P. ¿Qué se está haciendo mal?
R. Para empezar, malinterpretamos lo que significa el éxito. Después, nos concentramos en culpar a los profesores de los problemas que puedan tener los alumnos. Y, finalmente, no estamos trabajando juntos como comunidad y como sociedad para mejorar la educación. Se trata de que nos concentremos en una serie de resultados nuevos, tenemos que educar a los niños para que aprendan a pensar de forma crítica, de forma creativa. Deberían aprender a trabajar de forma creativa en cuestiones prácticas, sea cual sea la materia: ciencia, artes, deportes, y necesitamos que los niños desarrollen una gran inteligencia emocional, que sean capaces de trabajar entre ellos. Nada de lo mencionado está ocurriendo actualmente en los colegios.

P. ¿Cómo conseguir que las escuelas se adapten al futuro?
R. Primero, deberíamos tomarnos en serio que la ciencia del aprendizaje es algo real. Ahora sabemos más del cerebro de lo que jamás hemos sabido gracias a la neurociencia y a la psicología. Tenemos que fomentar la creatividad, somos conscientes de lo importante que es la memorización y el conocimiento para desarrollar y debemos tenerlo en cuenta. Y, en segundo lugar, tenemos que comenzar a utilizar las nuevas herramientas tecnológicas de forma inteligente en los colegios: véase Internet y los ordenadores. Incluso podemos emplear la inteligencia artificial para realizar las evaluaciones. Pero, también, debemos tener cautela: a veces las máquinas aprenden a utilizarnos, cuando somos nosotros los que tendríamos que aprender a manejarlas a ellas, como cualquier persona que utilice las redes sociales puede reconocer.

P. ¿Pueden los maestros aspirar a esa innovación?
R. La enseñanza debería convertirse en el trabajo definitivo del siglo XXI. Vivimos en un mundo donde se nos está acabando todo, salvo el potencial humano, y los profesores deberían potenciarlo, así como conocer la neurociencia más reciente y comprender cómo utilizar la tecnología más moderna. Asimismo, deberían seguir amando sus campos de experiencia, utilizar la psicología para saber cómo motivar a sus estudiantes y, en definitiva, ayudar a aprender a los alumnos dentro del sistema educativo.

P. ¿Cómo se aplica la neurodidáctica dentro del aprendizaje?
R. Cuando tu profesor te explica los conceptos a través de la narrativa, utiliza la sorpresa y esa serie de cosas que tanto le gustan al cerebro para conseguir captar la atención.

La neurodidáctica es lo que te hace enamorarte de tu profesor»

Ahora sabemos que hay dos procesos mentales relacionados con la actividad y el aprendizaje; el pensamiento convergente y el pensamiento divergente. Los genios creativos del pasado descubrieron que, para conseguir algo, hay que esforzarse, practicar mucho y concentrar la atención. En Shanghai tienen un proceso que se llama dominio del aprendizaje, que consiste en mucha memorización y muchísima práctica.

P. ¿Y cómo se relaciona la creatividad con esos conceptos educativos?
R. El proceso creativo también se relaciona con el pensamiento divergente y se asocia con el desarrollo del genio creativo. Cuando te sientes particularmente relajado tienes mucha más libertad y se puede crear una asociación entre conceptos, sin que te digan que es lo que tienes que hacer, sin que te digan que es lo que tienes que pensar. Se hizo un estudio en los adolescentes más creativos de Estados Unidos y se descubrió que aquellos con los índices más altos no venían de las familias más creativas, si no de las familias que tenían menos reglas.

P. ¿Qué destacarías del modelo finlandés de educación?
R. Finlandia es una utopía educativa, a los finlandeses les encanta la educación. Pero lo que más me llamó la atención fue la sensación de que todo el mundo en la sociedad tenía una misión compartida de responsabilizarse por la educación de los niños y la educación era una búsqueda de la felicidad. Los estudiantes empiezan la escuela a los 6 o 7 años y los padres no les enseñan a leer antes de que vayan al colegio. Al contrario, les enseñan a jugar, a disfrutar del encanto de la infancia y, aun así, tenemos el caso de que en Finlandia tienen los mejores resultados de lectura del mundo.

P.  ¿Cómo es un aula en Finlandia?
R. En una clase finlandesa, lo que más he notado es que los estudiantes reciben una libertad y un espacio para poder fracasar de forma que les resultan cómodas para poder jugar, para poder experimentar, para ver cuáles son los temas que encajan con ellos. Creo que todos estos factores son una responsabilidad compartida para el aprendizaje, la libertad para el aprendizaje, profesores muy cualificados, y muy adeptos, son el sueño de la educación finlandesa.

P. ¿Crees que es un modelo exportable a otros países?
R. La educación siempre está arraigada a la cultura de la sociedad, pero, lo que podemos hacer para preocuparnos por la educación, está arraigado a ciertas prácticas que vemos en distintos países a lo largo del mundo. Creo que lo que podemos tomar de Finlandia es la importancia que presentan los profesores como personas importantes, profesionales que están muy cualificadas, que continúan aprendiendo a lo largo de su carrera. Deberíamos aplicar, por ejemplo, la edad en la que los estudiantes podrían empezar de una manera formal y la importancia de tener una educación infantil de alta calidad en la que se centre jugar, aprender el lenguaje, pero no aprender a leer y escribir. En mi opinión, deberíamos aprender a cómo evaluar, en lugar de tener una evaluación de alta presión de gran importancia al final de la educación. Es mejor tener una evaluación constante que funcione de forma regular por parte de los profesores.

P. ¿De qué manera crees que las nuevas tecnologías pueden colaborar en el cambio de la educación?
R. Creo que hay dos formas en que las nuevas tecnologías podrían cambiar la educación. La primera sería automatizar elementos del proceso de enseñanza.

Hay dos formas en las que las nuevas tecnologías podrían cambiar la educación»

En California visité el colegio Rocketship y allí metían a los alumnos durante una hora cada día en un laboratorio de aprendizaje en el que veías casi a 100 alumnos de 5 años y aprendían en un entorno en línea mediante una inteligencia artificial que les enseñaba lengua y matemáticas, pero solo lo básico. Sin embargo, esos alumnos aprendían mucho más que otros alumnos, y eso es porque la inteligencia artificial les está ayudando a aprender, pero a la vez también posibilita que los profesores ahorren tiempo en los colegios para poder trabajar con grupos más pequeños de alumnos y dedicar tiempo a sus prácticas.

P. ¿Cómo deberíamos aprender a utilizar las herramientas de forma creativa?
R. En Rocketship school y en High tech high vi a los alumnos utilizar las herramientas de forma creativa. En una clase tenían un grupo que se dedicaba a fabricar una serie de macetas biodegradables, otro grupo construía drones y otro preparaba un documental. Después de eso iban a hacer un viaje de cinco días al campo para utilizar los drones con el fin de buscar las plantas que faltaban, y las cuales habían plantado con esas macetas biodegradables, para, después, hacer un documental hablando de ello. Allí lo importante es lo que me dijo un profesor, que nos debemos preguntar, no lo que las herramientas pueden hacer por nosotros, si no lo que nosotros podemos hacer con esas herramientas.

Marisol Nuevo Espín

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