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Molestias digestivas: más comidas y menos cantidad

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Las molestias digestivas vienen acompañadas de algunos síntomas como ardores, gases, reflujo o estreñimiento que pueden evidenciar problemas como alguna patología estomacal o simplemente una mala digestión. En ocasiones, el abuso de algunos alimentos o la forma de comerlos es la responsable de nuestras molestias digestivas. 

Antes de eliminar ciertos alimentos de nuestra dieta, conviene conocerlos. Así algunos como el tomate, el chocolate y el café estimulan la producción de ácidos en el estómago, lo puede provocar irritación y una mala digestión.

Otros, como los alimentos grasos, al ser más difíciles de digerir, ralentizan el proceso de la digestión y la dificultan. Entre los alimentos especialmente indigestos por su naturaleza grasa tenemos las conservas de pescados azules, las preparaciones que contienen bechamel, los alimentos fritos en aceites recalentados o de baja calidad, los huevos duros y la leche entera.

Por otro lado, existen otros alimentos que, aunque son muy sanos como la lechuga, pueden provocar molestias estomacales como los gases. Algo parecido sucede con las coles como el brócoli y la colifor que, a algunas personas, les resultan bastante indigestos. 

Otro grupo de alimentos que provocan digestiones pesadas son los cítricos (zumos de naranja, pomelo o limón), sobre todo, cuando se toman en ayunas. También hay que incluir aquellas preparaciones culinarias que, además de tener una alta carga calórica, están muy aliñadas. Este es el caso de los potajes clásicos (cocidos, fabadas, etc.) y de la mayoría de los platos precocinados.

Claves para una digestión ligera

A parte de los alimentos, existen algunas prácticas culinarias que también nos pueden ocasionar molestias digestivas como son las comidas copiosas, sean del tipo de alimentos que sean. El sentido común es nuestro mejor aliado y sin duda una ingesta excesiva de alimentos no es la mejor opción si queremos disfrutar de una digestión ligera.

Por tanto, lo ideal es ser moderados con la comida, controlar el consumo de alimentos que puedan resultar pesados y observar qué nos sienta mejor y qué alimentos nos sientan peor. No se trata de desterrar alimentos de nuestra dieta, sino de racionalizar su consumo.

Una de las mejores maneras de evitar las molestias digestivas es habituarse a más comidas diarias con menos contenido en cada una. Lo dice don Alonso Quijano: «Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago».

Además, conviene tener presente que muchas de las molestias digestivas proceden, no tanto de la «digestibilidad» del alimento que se haya ingerido, sino de la forma de comerlo. Comer de forma acelerada «en diez minutos» o incluso no sentarse a comer porque no tener «tiempo de parar» no es recomendable en absoluto.

Estas prisas en las comidas suelen producir aerofagia y malas digestiones por falta de salivación.

También son frecuentes aquellos que comen «lo primero que pillan» y todos sabemos que cuando no existe una planificación de la dieta se acaba abusando de alimentos no demasiado recomendables. Este tipo de situaciones repetidas, uno y otro día, terminan por minar el aparato digestivo más saludable.

Las comidas no son una mera ingesta de nutrientes; son también, y no de manera meramente secundaria, un momento ideal para fomentar la comunicación y para el descanso. Son pequeñas paradas que permiten a nuestro cuerpo recuperar energía física y a nuestra mente, descansar y rebajar el nivel de estrés. Así lo entiende nuestro personaje más universal, Don Quijote: «El trabajo no se puede llevar sin el gobierno de las tripas».

Pedro J. Toranzos. Licenciado en Farmacia, diplomado en Dietética y Nutrición, máster en Dietética. Fundador de Prodieta.

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