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La familia, el mejor entorno educativo

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Cuando pensamos en la educación de nuestros hijos nos preguntamos a qué escuela los llevaremos, o en qué actividades los apuntaremos. Si irán de intercambio cuando sean adolescentes o incluso hasta qué carrera les proporcionará más éxito profesional. Pensamos en inglés, futbol, piscina o robótica. Solemos pensar en qué deben aprender y dónde se lo enseñarán mejor. Por eso también dedicamos mucho tiempo y energía en valorar en qué escuela matricularemos a nuestros hijos.

Qué metodología es la mejor para aprender

Pensamos en que el éxito de nuestro hijo vendrá muy marcado por la escuela que escojamos y todo ese conocimiento que haya adquirido durante su etapa formativa.

No obstante, pocas veces nos hacemos preguntas como ¿qué papel tengo yo en educación formal de mi hijo? ¿En casa puedo ayudar a desarrollar capacidades? ¿Es más importante que aprendan habilidades? ¿Qué puedo hacer como padre para desarrollarlas? ¿Cómo puedo organizar y aprovechar el tiempo con mis hijos para darles una «buena educación»? hasta, ¿qué puedo hacer para que mi hijo tenga más éxito en la escuela o en esta actividad que considero tan importante que haga?

«Lo más importante es desarrollar una capacidad académica en nuestros hijos, mejor que acumular dinero para dejarles» – decía Toru Kumon. «Una vez que los niños desarrollen esta capacidad, hallarán la forma de mantenerse por sí mismos». Y este fue el objetivo de Toru Kumon, ayudar a su hijo a obtener los mejores resultados con el menor esfuerzo posible. Enseñándole matemáticas en casa quería que su hijo desarrollara lo antes posible una capacidad académica matemática destacada para que pudiera dedicar más tiempo a otras asignaturas y así entrar en la universidad bien preparado. Él quiso responsabilizarse del éxito académico de su hijo ya que consideraba que era el mayor regalo de vida que le podía hacer.

Tiempo después, cuando Takeshi pudo analizar sus años trabajando con su padre se dio cuenta de que no solo había aprendido conocimiento, sino que también había aprendido que podía dominar un contenido y que lo podía aprender por él mismo; que tenía hábitos de autodidactismo y que no necesitaba tanto tiempo como los demás para aprender, lo que le dejaba más tiempo libre.Y todo esto lo consiguieron en casa.

Sin mucho tiempo al día, Toru Kumon delimitó el contenido y se centró en la forma en la que quería que aprendiera. Poniendo su objetivo, su mirada, en acompañar a su hijo en el desarrollo de estas habilidades de aprendizaje en lugar de llenarlo de conocimiento o de actividades externas para que lo aprendiera, consiguió dotar a su hijo de capacidad de autonomía.

Aprender a aprender

Lo más importante para que un niño aprenda es que esté motivado para hacerlo y que tenga las habilidades para conseguirlo. Por ejemplo, dedicar tiempo a la lectura conjunta de cuentos mejora su capacidad de atención y poco a poco te sorprenden diciendo sus primeras palabras relacionadas con los cuentos.

En casa es donde se plantan los cimientos del aprendizaje.

Escuchar canciones es una actividad que incluso es posible hacerla antes con algunos niños. La música ayuda a hilar ideas, a comprender mejor, a poder hacer mímica explicando lo que oigo y hasta memorizar historias. De esta forma ampliamos vocabulario pero también la capacidad de explicarse o de analizar tan necesaria para investigar, observar, aprender.

Estira de sus gustos y preguntas. Los niños piden atención, tienen preguntas, quieren conocer cosas. Busca un ratito al día para contestar a sus inquietudes o incluso a ayudarles a relacionarlas con una canción, cuento o más adelante con algo que hemos podido leer o encontrado en internet.

Elógialos por el interés, por el razonamiento, por la intención de querer entender y aprender. Valórales el tiempo en la escuela o en sus actividades y lo que aprenden de ahí. Comparte con ellos dudas, reflexiones o conclusiones.

Déjalos que inventen, que imaginen, que creen mundos posibles. Felicítalos por lo creado y hasta muéstrales, por qué no, qué les imposibilita llevar a la práctica esas ideas. Como padres podemos empoderarnos y ver el enorme potencial que tenemos en casa para promover que nuestros hijos tengan más éxito en sus vidas. Podemos ayudarlos a que se adapten mejor a actividades de alto rendimiento, o a escuelas donde van a trabajar por proyectos. Podemos hacer que persistan más, que sepan concentrarse, que no se frustren delante de las dificultades; al fin, que estén motivados por aprender y que puedan adaptarse a cualquier sitio donde haya retos educativos y de aprendizaje.

Marta Cantenys Purcallas. Coordinadora del método Kumon en Catalunya, Baleares y Andorra

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