Las malas notas no son una noticia agradable en casa, son el anuncio de que algo no marcha bien en la vida académica de los niños y adolescentes. Sin embargo estas bajas calificaciones no siempre son síntoma de que las horas de estudio son escasas o de un mal trabajo por parte de los alumnos. En ocasiones estos resultados se deben a que existe un trastorno del aprendizaje que debe ser tratado por un profesional.
¿Cómo reconocer si el alumno tiene un trastorno del aprendizaje? ¿Qué categorías existen dentro de los mismos? Desde la Asociación Española de Pediatría, AEP, ofrecen un listado con los más comunes y que pretende ayudar a que los padres reconozcan estas alteraciones y pongan en marcha las herramientas necesarias para que los estudiantes alcancen su mejor nivel académico.
¿Qué es un trastorno del aprendizaje?
Desde AEP definen al trastorno del aprendizaje como una alteración que impide que los estudiantes sean capaces de dominar las habilidades académicas propias de su edad, de su capacidad intelectual y de su nivel educativo. Aunque estos empiecen en la etapa escolar, pueden no ser manifestarse de manera hasta que la demanda para aquella habilidad afectada exceda la capacidad individual.
Se estima que el 20% de los niños presentan dificultades escolares y no consiguen todo lo que su potencial les permite. La buena noticia es que el pronóstico es favorable siempre que se detecte de forma precoz y se instaure el tratamiento correcto. Con el fin de que los padres puedan reconocer el trastorno que tienen sus hijos, se brinda una lista clasificando cada una de estas alteraciones.
Trastornos del aprendizaje más comunes
– Limitación en la lectura: dislexia
Es el más frecuente y afecta al 5-10% de la población infantil. Supone una dificultad para la lectura de palabras. Los niños con dislexia tienen dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, cuando tratan de leer, lo hacen lentamente, vacilan y se producen omisiones, sustituciones, inversiones o adicciones. También tienen problemas de seguimiento visual y de comprensión.
El principal problema que tiene la dislexia es que, en nuestro sistema educativo, todos los aprendizajes se realizan a través del código escrito.El niño disléxico debe poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a fatigarse, a distraerse y a rechazar este tipo de tareas. Los padres y profesores entendemos esta conducta como desinterés, sin comprender que estos niños se sienten como, si de repente, cualquiera de nosotros nos viéramos inmersos en una clase de escritura china.
– Con limitación en la expresión escrita: disortografía
Afecta al contenido y composición de las palabras que se escriben; es decir, existe un problema para reconocer, comprender y reproducir los símbolos escritos.
Los niños con disortografía cometen, de manera reiterada, una serie de errores al escribir que pueden hacer incluso ininteligible su escritura, la cual, además, es lenta. Los más comunes son: rotación de letras similares (p, q, b, d, u, n), omisiones, inversiones («sol» en lugar de «los»), sustitución de fonemas («t» por la «d» y la «p» por la «b»), unen palabras al escribirlas o las separan por las sílabas que las componen.
– Con limitación en matemáticas: discalculia
Afecta a la correcta adquisición de las habilidades aritméticas. En el colegio, esta dificultad queda reflejada en repetidos suspensos en el área de matemáticas, mientras que en el resto de asignaturas el rendimiento se sitúa en valores normales
Los niños con discalculia cometen errores en las operaciones matemáticas básicas (suma, resta, multiplicación y división), confunden signos (+, -, / y), tienen problemas en el cálculo mental, dificultades relacionadas con la orientación espacial, tanto la propia como la de los objetos, y con los conceptos abstractos del tiempo y la dirección.
Damián Montero
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